Capitulo IX

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El resto de los días nos la pasamos trabajando en el auto que para el viernes a la tarde ya estaba listo. Daryl y Jim se comprometieron a llevarlo hasta el lugar del encuentro en su camión.

Volví a mi departamento. Me di una ducha y me vestí con un jean ajustado, una remera de color amarillo, un buzo negro y unas Adidas total white. Bajé hasta el estacionamiento en donde me estaban esperando los mellizos. El alcalde le había regalado a Sam una Dodge Ram negra, decidimos ir al Camino de las Espinas en ella.

De nuestra ciudad hasta el encuentro para la segunda carrera había unos cien kilómetros aproximadamente, era un pueblo abandonado, ya no quedaban habitantes allí. Era el lugar perfecto para la carrera.

A falta de un kilómetro para llegar, el sonido de una multitud se lograba oir. Había personas de todas las ciudades cercanas.

Sabía que a esta carrera iba a asistir más personas y sería más difícil que la primera.

Fui a inscribirme nuevamente y volví hacia Daryl y Jim.

-Es hora de sacarlo a ver la luz, Alex- dijo Daryl haciendo referencia a mi nuevo auto.

Entré al camión, subí al auto y lo puse marcha atrás.

Los mellizos se acercaron a nosotros y comenzamos a hablar sobre la carrera.

Un chico vestido completamente de negro se acercó a mi.

-Tú eres la chica que ganó la primera noche, ¿verdad?- me dijo observándome entusiasmado.

-Así es. ¿Quieres un autógrafo o qué?- le pregunté bromista.

-No, nada de eso. Es sólo que yo no creo que seas tan buena sino que tuviste suerte.

-Oh pues, ¿realmente eso crees?

-Claro. Lo único que deberías manejar de cuatro ruedas es el carrito del supermercado.

-Bien. Entonces, buena suerte intentando ganarme esta noche- le dije desafiándolo.

-Te ganaría con los ojos cerrados

-¿Quieres apostar?- subí la apuesta.

-Cinco mil dólares- me dijo enfrentándome, me llevaba unos diez centímetros de diferencia.

-Querido amigo, acepto- contesté estrechando su mano.

-Fred, ven aquí. Ya es hora- gritó un hombre llamando al chico de la apuesta.

Estaba a punto de subir a mi auto, pero una voz detrás de mi me habló.

-Alexa Owen- dijo el hombre y volteé a verlo. Estaba parado en medio de dos tipos más altos- Por fin tengo el agrado de verte cara a cara- el tipo tenía cerca de un metro ochenta de altura y pesaba unos cuantos cientos de kilos. Me recordaba al mafioso de Los Simpson, el Gordo Tony- Mi nombre es Marcus Ken.

Abrí mis ojos como platos y lo miré fijamente con boca entreabierta y la respiración en pausa, sorprendida por lo que acababa de decir. ¿Podría ser posible que él sea el asesino de mis padres?- me pregunté a mí misma. Solté todo el aire que tenía acumulado y volvió a hablarme.

-Mi hija, Sophie, me ha hablado un poco de ti. Me contó que asisten a la misma universidad y que casi atropellas a su novio- era el padre de Sophie, claro como no me di cuenta antes si hasta el mismo apellido tienen. Jamás me lo imaginé.

-Sí. Fue un pequeño incidente- hablé con mi respiración entrecortada, sin poder creer con quien estaba hablando.

-Perdí mucho dinero en la carrera pasada por ti. Quiero que sepas que esta vez aposté a tu favor. Sé que no me fallarás- me dijo muy confiado- Mucha suerte esta noche, Alexa ¿O debo decir Speedy?- soltó y se fue.

-¿Speedy? ¿Quién es Speedy?- preguntó Violet.

-Así le llamaban en Garden City, la ciudad en donde vivía antes de venir aquí. Era muy conocida en sus calles, en las carreras que se hacían allí- dijo Jim y me quedé realmente sorprendida de que lo supiera.

-¿Cómo sabes eso?- le pregunté anonadada.

-Te vimos correr en varias oportunidades, Alex. Asistimos a esas carreras a veces y eres genial. Por eso es que te pedimos que nos dejes estar en tu equipo- contestó Daryl.

-¿Y él como lo sabrá?- preguntó Violet.

-Es un tipo con muchos conocidos, seguramente te investigó y ya debe saber todo de ti- dijo Jim.

-Eso me asusta- dijo Sam.

-Atención competidores, por favor acercarse a la línea de salida. La carrera está por comenzar- dijo una voz por los parlantes.

Me subí, por fin, a mi auto y lo puse en marcha.

-Mucha suerte, Alex- dijo Sam.

-Suerte- dijeron Daryl, Jim y Violet al unísono.

No respondí, pero les regalé una mirada y una sonrisa delicada.

Me dirigí hacia la línea de salida y me ubiqué en mi lugar. Otra vez prendí mi estéreo y conecté un Pendrive. El primer tema era Highway to hell de AC/DC. Subí el volumen, pero no tanto. No quería quedar sorda. Al menos no hoy, ya demasiado me había pasado está noche y quedar sorda no era parte del plan.

Los motores comenzaron a rugir y la adrenalina volvió a apoderarse de mi. Una explosión dio señal a la largada.

Pisé el acelerador a fondo. Esta carrera debía ganarla, era distinta a otras. Mi vida estaba de por medio.

El camino era muy distinto al de la primera noche. Este era imperfecto, tenía muchos baches de diferentes anchos y profundidades. También había unas cuantas rocas, algunas chicas y otras grandes. El camino era un verdadero desastre.

Todo estaba muy oscuro. Delante de mi solo se veían las luces traseras de los demás autos. Me concentré mejor en la carrera y logré pasar a todos mis oponentes. Tenía la ventaja del primer lugar. Me estaba aproximando a la línea de meta cuando apareció un gigantesco bache directo en mi camino. Iba demasiado rápido. Traté de frenar, pero los frenos no me respondieron, Los pisé una y otra vez, cada vez con más fuerza, era inúlti porque no funcionaban. Giré velozmente el volante para evadir el agujero, pero luego no pude estabilizar el auto, el cual derrapó y siguió dando unas cuantas vueltas por la velocidad que llevaba. Desde adentro todo parecía ir en cámara lenta. Veía como los vidrios volaban por el aire, cerré mis ojos y me sujeté con fuerza del cinturón de seguridad con ambas manos.

El auto se detuvo, quedó con las ruedas para arriba. Como pude logré deshacerme del cinturón de seguridad y golpeé mi espalda y cabeza contra el suelo al caer. Alguien abrió mi puerta y me arrastró hacia fuera. Las personas se acercaban a mi alrededor. Yo estaba aturdida. Para mi, todo estaba en silencio. Vi al chico que me sacó del auto. Él movía sus labios, pero yo no le entendía. Luego de unos segundos comencé a encontrar su voz. Decía mi nombre.

-Alex, ¿Puedes oírme? Alex, respóndeme- gritaba el rubio con cara de susto.

-Para de gritarme, Christopher- le dije y me dedicó una sonrisa y un suspiro de alivio.

Me ayudó a ponerme de pie y vi a Sam y Violet corriendo hacia mi para abrazarme.

-Niños, me duele- me quejé por sus abrazos.

Ambos se disculparon y se separaron un poco de mi.

Miré mi vehículo, estaba destruido, pero había pasado la línea de meta. Eso significaba una sola cosas: había ganado nuevamente.

-Nosotros nos haremos cargo, Alex- dijo Jim en referencia al auto.

-Llevenla a casa y curen sus heridas- les dijo Daryl a los mellizos.

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