Capitulo XI

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Ya era lunes y debía volver a la universidad, pero aún no lograba levantarme de la cama. Me había pasado todo el fin de semana dándole vueltas a la posibilidad que podía existir de que mis padres no estuvieran muertos. Sabía que era difícil, y aunque también era doloroso, necesitaba comprobar que mis padres sí estaban sepultados en ese cementerio.

Salí de mi departamento como pude, sin ganas y angustiada por no saber que hacer con este tema, porque no era un problema o, al menos, aún no lo veía así.

Estacioné mi auto al lado de la camioneta de Sam. Iba saliendo del estacionamiento cuando mi celular comenzó a sonar.

Llamada de Kev;

-¿Qué hay, Kev?

-Alexa, soy Linda, la madre de Kevin.

-Oh, hola señora Adams. ¿Está todo bien?- pregunté confundida.

-Kevin está en el hospital. Le dieron una golpiza ayer por la noche- me respondió angustiada y podría jurar que estaba aguantando las lágrimas.

-¿Cómo está él?

-Ahora está mejor, un poco golpeado solamente. No quiero molestarte, pero ¿Podrías venir? Me pidió que te llamara.

Le dije que sí, que en unos minutos saldría para allí. Volví a subir a mi auto y salí del estacionamiento de la universidad. Mientras conducía, llamé a Violet para decirle que estaba viajando a Garden City y que no sabía a qué hora volvería.

Estaba a unas cuadras del hospital y mi celular estaba sonando, lo busqué dentro de mi bolso y respondí.

Llamada de Número Desconocido;

-¿Bueno?

-Alexa Owen. Lo que le sucedió a tu amigo, el policía, solo fue un aviso. La próxima no tendremos piedad- dijo una voz cambiada con un modificador de voz- deja de investigar el caso de tus padres, de nada te servirá- agregó y colgó.

Me quedé paralizada mentalmente, mis pensamientos estaban en blanco. Esto provocó que casi chocara con un auto que estaba detenido en frente de mí.

Llegué al hospital y me estacioné.

En la puerta de entrada se encontraba la madre de Kevin esperándome.

-Kevin está despierto. Llegas justo para la hora de visita- me dijo mientras me daba un fuerte abrazo.

Subí por las escaleras hasta el primer piso y me dirigí a la habitación noventa y ocho, donde se encontraba Kev. Abrí la puerta lentamente y lo vi sentado con una bandeja en sus piernas.

-Esa comida luce asquerosa- comenté.

-No es caviar, pero ya sabes, Enfermo que come, no muere- respondió él con una sonrisa.

Tenía una venda que rodeaba su cabeza, un brazo enyesado y su cara llena de golpes y moretones.

Me senté en la silla que se encontraba a su lado y le pregunté que había pasado.

-Marcus Ken chantajeó a todos los agentes que tomaron el caso de tus padres. Creo que él descubrió que yo lo estaba averiguando y mandó a sus matones a darme esta hermosa golpiza- se quedó en silencio por unos segundo y en voz baja continuó-  ¿Sabes lo que me dijo uno de esos tipos? - negué con la cabeza- Que tus padres no están muertos, Alex.  Y si yo te decía esto, me asesinarían.

No podía creer lo que había salido de la boca de Kevin. No podía creer que eso fuera cierto. Y tampoco podía creer como él lo decía tan tranquilo y en paz, como si su vida no estuviera en peligro. Él solo lo confesó, como si fuese algo común dar ese tipo de noticias.

-Lo siento Kev. Siento haberte puesto en este lío. Siento mucho que estés en esta maldita cama de hospital por mi maldita culpa- le dije aguantando mis ganas de llorar y ignorando su confesión.

-Para eso están los amigos, Alex. Bueno, no exactamente para esto, pero- hizo una pausa, mirándome con dulzura- sabes que haría todo por ti, eres la hermanita que nunca tuve.

-Tienes tres hermanas, Kevin- le dije con una ceja levantada de forma divertida.

-Te diré un secreto- me dijo cubriéndose la boca y acercándose lo más que podía a mí- Esas no son mis hermanas, son cucarachas que mis padres encontraron en la casa- me susurró.

Me reí por lo que acababa de decir. Admiraba su buen sentido del humor a pesar de estar en esas condiciones.

Estuvimos las últimas dos horas hablando de cosas no muy importantes y haciendo bromas. Me levanté de la silla para despedirme de Kev. Debía volver a mi departamento, era tarde y los mellizos estuvieron llamándome todo el día, preocupados.

-En mi chaqueta hay un pendrive, guardé algo de información que te puede servir- me dijo al oído, cuando me acerqué a darle un abrazo.

Me dirigí hacia donde estaba su chaqueta doblada en una esquina y tomé el pendrive.

Salí del hospital y mientras iba en el auto, comencé a pensar y analizar lo que ya sabía:

1-Mamá y papá trabajaban de encubierto con Marcus Ken, para una organización secreta cuando ocurrió el accidente.

2-El expediente dice que los cuerpos hallados en el auto de mis padres eran otras personas y no ellos.

3-Habían golpeado a Kevin y eso sólo me decía que el punto anterior era cierto.

4-Los golpeadores confesaron que mis padres no estaban muertos.

5-Esto se iba a poner muy feo, pero yo no lo dejaría así.

Llegué a Bull Town cerca de las once de la noche. En la puerta de mi edificio, vi a Dominic apoyado en la pared. Bajé de mi auto y me acerqué a él.

-¿Qué haces aquí?- pregunté.

-No fuiste a la universidad, creí que podía haber sido por el accidente así que, vine a ver como estabas. Aunque veo que no estuviste en tu casa- me respondió.

-Un amigo sufrió un ataque, unos idiotas lo golpearon y fui a visitarlo al hospital. Bueno, no sé por qué te cuento esto.

Nos quedamos en silencio. Noté a Dom algo nervioso. Yo estaba ahí parada con mis manos en los bolsillos de adelante de mi jean, miraba el suelo, bueno, más bien, miraba mis zapatillas. Estaban asquerosas, debía lavarlas. Comencé a caminar hacia atrás y giré para volver a subir a mi auto, cuando Dominic habló:

-Sophie se enteró de lo que pasó entre nosotros en la fiesta de Derek- soltó sin más.

Volteé para verlo. Él seguía mirando fijamente la pared de enfrente. Yo no sabía qué responder.

-Una de sus amigas nos vio entrar a la habitación. Ella terminó conmigo- agregó.

-¿Tendrás problemas con su padre?- pregunté con cierto temor, tal vez debí decir Lo siento, o algo para consolarlo, pero la verdad es que eso era lo que menos me importaba en este momento.

-No, hablé con él. Todo parece estar bien.

Él se acercó a mí y me miró a los ojos por unos segundos, luego me sonrió de costado. Creo que más que una sonrisa, fue una especie de mueca.

-Lamento mucho lo de tu amigo, espero que este bien pronto- me dijo y se giró para subir a su moto.

-Siento lo de Sophie- dije sin más, aunque no sé si me escuchó, ya que justo había arrancado la moto.

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