Entierro

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Existen sucesos que han acontecido en extrañas y oscuras circunstancias y los cuales, aún, no se pueden explicar ni justificar con razonamientos puramente científicos. Acontecimientos de los que es mejor alejarse, sobre todo si tienen relación con lo paranormal o la muerte. Esta última alcanza la cima de todo lo enigmático. ¿Qué hay después de nuestra caída en un simple y humillante ataúd? ¿Existe la justicia en el más allá? Y sobre todo, ¿quién o qué ser se encarga de ello? Personas de cualquier dogma lo tienen claro, pero la realidad es, que no lo podemos saber a ciencia cierta hasta que concluya nuestra existencia...

Me desperté en un lugar ajeno a todos los infinitos planetas que había visitado durante mi subsistencia guerrera. El ambiente era exageradamente nebuloso y opaco. Intentar respirar se estaba volviendo fatigoso y molesto. Sentía como algo, imperceptible para mis ojos negruzcos, pero pesado y abrumador, aplastaba mis pulmones a medida que yo progresivamente me inquietaba, debido a la continua sensación de peligro inminente. Me encontraba con los pies apoyados en un suelo de cerámica blanca con rayas negras, formado por diminutos cuadrados. Todos los alrededores eran exactamente lo mismo, no había nada, absolutamente nada aparte de mí y de ese desagradable silencio. 

- ¿Estoy en el infierno...?  

Como de si un alma a la deriva se tratase, una entidad familiar aparece justo detrás del saiyan, respondiendo a su pregunta recién formulada:

- No.  Nos encontramos en un mundo paralelo, un mundo creado por tu mente Vegeta. Todavía no estás muerto, pero por poco tiempo...

- ¿Eh? ¡¿Kakarotto?! ¿Qué quieres decir con eso? Explícate mejor.

- Has sufrido un grave accidente Vegeta. Si no me crees juzga por ti mismo...

Una órbita subyacente se abre de repente en el cielo gris y nubloso conectando con el presente y mostrando la decadencia del príncipe de los saiyan. Se hallaba conectado a una máquina que cumplía la función de su aparato respiratorio aparentemente desastroso. Debido a que su metabolismo se caracteriza por ser acelerado, no le quedó más remedio a Bulma que ponerle una sonda nasogástrica que lo mantendría hemodinamicamente estable. A pesar de que todas sus heridas habían sido suturadas rápidamente por la peliazul, el saiyan había perdido mucha sangre temiendo que pudiera sufrir un shock hipovolémico en cualquier momento. 

- Bulma... cariño, ya no se puede hacer más por él. Tienes que descansar o sino tú también enfermarás

- ¡No papá! Me niego a dejarlo así... Él no se merece esto... Es todo mi culpa, él está así por mi culpa. 

Una Bulma destrozada se encontraba llorando con los brazos cruzados y apoyada en el borde de la cama, donde yacía un moribundo Vegeta. Sus padres, quienes le ayudaron a tratar sus heridas y monitorizarlo, le acompañaban en su dolor intentando darle esperanzas.

- No fue tu culpa mi vida, tú no sabías que podría llegar a pasar esto. Ten fe hija mía, Vegeta es un hombre extremadamente fuerte, siempre ha salido adelante por si solo, se recuperara. No te atormentes más.

- Él nunca me lo perdonará. Tenía que haberle advertido de los controles, tenía que haberle dicho que no los terminé de arreglar. Pero se me pasó por completo. ¡Soy una estúpida! 

La peliazul comenzó a golpear a la vez y con sus dos puños la mesa del escritorio contigua al lecho, en medio de un ataque de ira e impotencia por haber cometido ese transcendental error.

- Bulma... cálmate por favor, podrías lastimarte.

- Déjenme sola con él...

Y sin más insistencia ni obstinación, los padres de Bulma obedecieron a sus suplicas sin rechistar. Siempre habían respetado las decisiones de su tozuda hija, y en esta delicada situación no iba ser menos. Sabían que ella también necesitaba su espacio, además de todo el sustento y cariño recibido por parte de ellos. 

Se secó las últimas lágrimas que salían de sus ojos, sorbió por la nariz y agarró la mano de Vegeta entre las suyas.

- Vegeta... sé que me puedes escuchar. Por favor... no te mueras, lucha por tu vida. Eres un guerrero, siempre has disputado con honor y orgullo en todas las batallas, no te puedes rendir, no ahora que estabas a punto de convertirte en super saiyan. Escúchame. Eres el príncipe de los saiyan y tienes que demostrarle a todos que eres capaz de derrotar al mismísimo Goku. Yo creo en ti, siempre he confiado en ti y a pesar de la maldad de tu pasado, yo sé que detrás de esa coraza orgullosa hay mucho sufrimiento. Te necesito a mi lado porque me he dado cuenta de que estoy enamorada de ti.

La burbuja que proyectaba aquellas visiones se cerró, dejando a un Vegeta desconcertado por la confesión de la terrícola.

- ¡Esto es una falacia! Yo, el gran Vegeta, príncipe de los saiyan, no puedo encontrarme al borde de la muerte por un penoso accidente doméstico. 

El saiyan pensando que su rival intentaba burlarse de él, concentró una colosal energía en la palma de sus manos lanzándola en forma de una esfera explosiva de ki comprimido. Sin embargo, cuál fue su sorpresa que atravesó sin daño alguno el cuerpo del vencedor de Freezer como si de una alucinación se tratase. 

- Recuerda que soy producto de tu imaginación y que por tanto, no puedes tocarme ni puedo sentir dolor alguno. Presta atención a lo que te digo. Si mueres, las consecuencias serán nefastas para la historia de la Tierra. No solo afectará a Bulma, sino a todos nosotros por tu insensatez. Te necesitamos en la lucha contra los androides. No alejes de ti a las personas a las que realmente le importas. Déjate llevar por los sentimientos que afloran en tu interior y así conseguirás tu propósito de transformarte en super saiyan. Tú decides, el futuro de este planeta está en tus manos. Yo ya no puedo hacer más por ti. Sigue mis consejos, adiós Vegeta. 

La figura de Goku se desvaneció en forma de un humo gris ascendente junto a la aparición de una onda sombría que colapsaba todo aquello se le aproximase. Ya no había tiempo para lamentaciones ni segundas oportunidades. Era ahora o nunca. Una diminuta y luminosa luz blanca deslumbraba los ojos del pelinegro en señal del camino que debía seguir. 

Un pitido en el monitor que controlaba la electricidad y el ritmo cardíaco del saiyan comenzó a sonar alertando a la peliazul, la cual se encontraba abatida por el repentino sueño que la sucumbía.

- No puede ser...

Y es que a veces lo malo es mucho más fácil de creer.

Del frío al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora