Entre lo inmensamente grande y lo inmensamente pequeño

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Una larga y agoniosa semana había pasado ya desde aquel intento fallido de atentado contra la integridad sexual de Bulma, siete días en los que la actitud exasperante de la peliazul no había cambiado, sino que también había integrado en sí misma un comportamiento rebelde como si se tratase de una adolescente desobediente. Sin embargo, detrás de esa infantil conducta, existía algo más recóndito y complejo; y era tratar de evitar el dolor evadiendo la realidad, lo que significa adentrarse aún más en el sufrimiento prolongando su tardía consumación.
No podemos pretender creer que aquello que evitamos, porque nos hace sufrir, no existe. Ella procuraba retrasar algo que ya no tenía más aplazamiento, ya que cuanto antes lo afrontase, antes lo aceptaría con aplomo y serenidad y, por tanto, no solo solucionaría los obstáculos que dependían únicamente de ella misma, sino que, además, se superaría en una situación en la que se creía incapaz de soportar. Porque no conviene deleitarse en los sueños y olvidarse de vivir, porque los sueños son solo eso; recuerdos que pertenecen al mundo onírico, que se avivan gracias a nuestros temores y más ansiados deseos de ser felices. La verdad es que no nos hace falta nada, nosotros decidimos cuando ser felices.

Su dormitorio se había convertido en su acogedor refugio, donde se ocultaba de toda ráfaga de luz procedente del exterior, al mantener todas las persianas descendidas durante el alba hasta el anochecer. La única claridad que se superponía a la lobreguez que caracterizaba a aquella habitación era el pequeño destello que emitía las chispas procedentes de un cigarrillo encendido y sujetado entre los dedos de la terrícola, mientras que, al mismo tiempo, depositaba las cenizas que desprendía al inhalar con desasosiego su humo en un cenicero repleto de numerosas colillas recientes. Y de repente la negrura fue rota por la prevista llegada del Saiyan:

- Mujer es hora de... ¡¿Qué haces?! ¡Estás tonta o qué cojones te pasa! Te has fumado más de medio paquete en una sola mañana. Suficiente por hoy. Tira eso.

- Déjame en paz. Mira tú no tienes derecho a cogerme el tabaco, porque no eres mi padre y no eres nada mío, a ver si te enteras ya.

- Ahora mismo te merecerías que te diesen una buena bofetada...

- ¿Y a qué estás esperando? Hazlo. No te tengo miedo.

- Tú sabes muy bien que no pretendo asustarte con esa afirmación. Y no, no voy a darte el gusto de que tengas una excusa para poder alejarme de tí. Esta vez no vas a conseguir sacarme de mis casillas, Bulma Briefs. Ahora apaga el cigarro y vete a la ducha. Vas a acompañarme a un sitio.

- No quiero ir contigo a ningún lugar.

- No te lo estaba preguntando, te lo estoy ordenando. Métete en la ducha Bulma Briefs o te juro que lo haré yo y me conoces perfectamente como para que no haga falta advertirte de que no tendré ningún tipo de delicadeza o miramiento contigo. A pesar de que seas mi mujer y te quiera, no voy a permitir que te aproveches de ello para jugar a que has anulado tu humanidad, a que todo te es indiferente y eso te convierte en una persona impasible, a que yo no te importo nada...

- ¿Sabes? Cuando te enfadas te pones muy sexy...

- Bulma...

- Está bien, joder. ¡Qué aburrido te estás volviendo últimamente! Voy a ducharme, si me quieres acompañar...

- No me tientes anda. ¡Ah! Y no cierres la puerta con tranca, no quiero llevarme otro susto de muerte como el de hace unos días...



Durante un cuarto de hora estuvimos volando diferentes ciudades y países a una distancia de miles de kilómetros, la cuál me permitía contemplar lo diminutos que somos los terrícolas a ojos del infinito universo. Bajo este cielo azulado y transparente, carente de estrellas provocado por la luz de un reciente amanecer, me siento humilde y fugaz como las más pequeña de las constelaciones. Y también extrañamente serena, porque me rodea algo inmenso, inmutable. Pero eso era lo bonito de la vida, vivir entre lo inmensamente pequeño y lo inmensamente grande, intentar amoldarla a nuestra diminuta y subjetiva medida para reconciliarla entera.

Hubo un momento en el que, mientras mantenía mis ojos cerrados para sentir con más intensidad el aire que golpeaba la pequeñez de mi cuerpo, Vegeta me transmitió su percepción acerca de esta sensación que ambos compartíamos:

- Vaya donde vaya siempre me da la impresión de que estoy en el centro del universo y que el resto de las galaxias son las que se están alejando de mí. Por supuesto, eso no es más que una ilusión óptica, pero hace que, por un instante, mi corazón no se sienta tan sombrío y estuviera exento de maldad, como si se encontrara dentro de un alma pura y limpia... Ya hemos llegado.

Aterrizamos en una especie de jardín geológico donde resaltaban unos frondosos bosques, silenciosas cuevas y millares de pilares de rocas elevándose hasta los 200 metros, los cuáles surgían de una exuberante vegetación. El sonido de las chorreantes cascadas y arroyos podría tranquilizar desde a la bestia más feroz hasta al alma más desolada.

 El sonido de las chorreantes cascadas y arroyos podría tranquilizar desde a la bestia más feroz hasta al alma más desolada

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- Esto es precioso, Vegeta...

- Sabía que te gustaría. Suelo venir aquí cada vez que discutimos y peleamos fuertemente. En medio de estos extensos y frondosos horizontes puedo apaciguar mi alma sin tener que verme obligado a sucumbir a los más oscuros deseos que afloran dentro de mí, donde aguarda mi monstruoso álter ego esperando a provocar terror y sufrimiento en seres ajenos a toda clase de perversidad. Por eso no pude llegar a tiempo aquel día Bulma, por eso no pude salvarte antes y ahorrarte ese mal trago, porque estaba aquí... A miles de kilómetros de ti físicamente, pero a pesar de ello, te sentía más cerca que nunca, porque en ese momento nuestros corazones se conectaron y el dolor que tu sufrías, lo padecía yo con la misma magnitud con la que implorabas piedad a esos maldecidos. Y entonces lo entendí, entendí que aquella conexión no podría haber ocurrido si no hubieses demostrado en aquel callejón oscuro la más fiel de las confianzas hacia mí, si no hubieras mantenido con vida la fé en mí hasta el último instante en el que por fin aparecí. Existe un vínculo entre nosotros que por nada del mundo hubiera permitido que se rompiera, pero percibo que estoy a punto de perderte si no me permites que recupere la humanidad que yacía dentro de tí.

- ¿Aún no lo has comprendido? Esa humanidad te la traspasé a ti rota de dolor y humillación. Al desear dejar de sentir como una humana, todas mis emociones positivas desaparecieron junto a la agonía, incluida una parte del amor que experimentaba hacia ti. Ese es el motivo por el que sientes que me quieres, porque sientes lo mismo que yo sentía al verte. Esa es la razón por la que has cambiado tanto en tan poco tiempo. Nos hemos intercambiado los roles a costa de volverme más fría y apagada, a costa de mi sufrimiento. Y es por eso que no dejo que recuperes mi humanidad, porque entonces las cosas volverían a la normalidad y tú seguirías tratándome con desprecio.

- Tiene que haber otra forma, otra manera de proceder para que recobres tus emociones y sentimientos.

- No. Así es como debe de ser. Además, yo acepté quererte con esas condiciones y asumir el riesgo de que tal vez nunca llegarás a sentir verdadero amor por mí. Aún así, siempre mantendré la esperanza de que tal transición de sentimientos se producirá, con suerte, más pronto que nunca, pero no ahora ni de esta forma.

- En estos momentos me dan ganas de abrazarte y no soltarte nunca jamás, Bulma.

- ¿Por qué no lo haces? Por favor...

Sin más dilación, me abrazó por detrás como él acostumbraba a hacer, antes de su radical cambio, sin que yo se lo tuviera que rogar y cogiéndome siempre desprevenida.

- Te quiero y confío en que no sea la última vez que lo escuches decir por mí.

Y es que siempre es mejor vivir con un te acuerdas que con un te imaginas. Siente, porque vivir lo hace cualquiera.

Del frío al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora