Reflexiones

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- Bulma yo te aseguro que no me eres indiferente, pero entiende que no me puedo desviar de mi objetivo de transformarme en super saiyan.

-Ni yo quiero ser un estorbo en tu camino. Si me disculpas Vegeta, ahora sí, déjame marcharme.

-¡Te acabo de besar! ¡¿Qué más pruebas quieres para que sepas que me importas?!

- ¿Y entonces por qué huyes de mí? ¿Por qué me has estado evitando desde el día en que despertaste de tu accidente?

- Eres una terca y una cabezota. ¡Qué más da como haya actuado anteriormente! Lo que debe de importarte es el aquí y ahora. Si buscas un hombre que te prometa amor romántico y verdadero, como esos estúpidos empalagosos protagonistas de las telenovelas que ves, entonces no te fijes en un saiyan, no haberte fijado en mí. Bulma tú no eres como los demás terrícolas aunque eso ya lo sabes, lo que te vengo refiriendo es que tu llamativa personalidad hace que seas muy parecida a las hembras de mi planeta destruido y lo que más me llamó la atención de ti es ese obstinado y fuerte carácter que a veces no soporto. Tú eres una mujer sensata e ingeniosa y creo que no hace falta que te diga que yo no puedo convertirme en ese ridículo príncipe azul del que llevas tanto tiempo soñando desde que emprendiste tu aventura con Kakarotto. Lo único que puedo intentar es ser menos desagradable contigo en la intimidad, tú ya me entiendes. Y lo que acabo de confesarte confío en que no salga de estas cuatro paredes y no esperes que se repita otra vez y no me refiero a lo del beso. Recapacita y si te decides a estar conmigo con estas condiciones, esta noche después de que termine de entrenar hablamos de lo que tú quieras menos de esto.

Me equivoqué con Vegeta al pensar que apenas notaba mi existencia durante los varios meses que llevamos conviviendo. No solo dejó su orgullo a un lado para darme explicaciones, sino que también me ha descrito de una manera en la que pareciese que se ha pasado toda una vida estudiando y observando cada mínimo movimiento que realizo y qué intención conlleva. Porque él me dio a entender que yo estaba enamorada del amor, más bien del amor romántico que los cuentos de princesas nos imponen en nuestra infancia como una meta que debemos alcanzar si queremos ser felices, ya que quedarse sola lo representan como un camino agrio y amargo que siempre la bruja malvada del libro lo protagoniza. Dejé a un lado mi propia autosuficiencia y me obsesioné con llamar la atención del saiyan, olvidando las razones que me llevaron a fijarme en él, a dejar de verle como un enemigo, como un extraño, para ahora considerarlo parte de mi rutina. Porque aunque parezca difícil de creer, descubrí una pequeña parte del interior de Vegeta en donde su alma no es tan oscura como él pretende aparentar, o al menos eso es de lo que se ha convencido con el fin de protegerse creando una barrera invulnerable y dirigida para quien pretenda intentar entender los motivos que le han convertido en alguien sin sentimientos.

Decidí entonces empezar a conocer más a fondo al orgulloso príncipe de los saiyan y esperar a que él me lo permitiese recortando esa barrera que le impide confiar plenamente en mí. No tenía ninguna prisa en avanzar mi relación con el saiyan, por ahora me conformaba con tener un rato para conversar por la noche, cuando estemos desocupados de nuestras obligaciones como él me lo sugirió. Entendí también que debo disfrutar de mi soltería y no forzar las cosas, pues he estado acostumbrada tanto tiempo a mi noviazgo con Yamcha, que ese enfermizo hábito absorbió a la adolescente independiente que fui en su momento.

El sol se escondió y la luna resplandecía como ella sola, la belleza innata de este astro durante las noches serenas conmovía gratamente a la peliazul, pues al observarla fijamente recordaba con añoranza todas las aventuras vividas con su gran amigo Goku y como éste se terminaba por convertir en un mono gigante desenfrenado. Aún así ella seguía creyendo que la Luna tenía el poder de apaciguar a las bestias, y de calmar y asentar los corazones más inquietos y desolados.

- ¿Otra vez pensando en las musarañas terrícola?

- Y otra vez tú irrumpiendo mis pensamientos sin permiso como cada día desde la primera discusión y yo no te reclamo nada-pensé para mis adentros. Un escalofrío recorrió cada fracción de mi cuerpo al divagar sobre la cercanía entre nosotros, al intentar averiguar el tiempo que llevabas observándome a mis espaldas o decepcionarme con la realidad y darme cuenta de que por azar nos encontramos y te viste obligado a decir algo. ¿Y me lo dices tú que te pasas el día meditando como un sabio para vaguear? Aunque de sabio no tienes nada, más bien de orangután. Me dí la vuelta para encararlo y poder ver su expresión, cual fue mi sorpresa que cuando me volteé, en milésimas de segundo Vegeta ya me tenía agarrada por la cintura y peligrosamente pegada a él, tanto es así que nuestras respiraciones se podían sentir como una sola y cuanto más me resistía e intentaba soltarme, más me atraía hacia él con nuestras bocas rozándose y yo muriéndome de ganas por probar de nuevo un beso suyo. Estaba segura de que él estaba disfrutando de mi evidente nerviosismo, ya que no podía esquivar sus miradas directas ni podía evitar seguir mirando sus labios para comérmelos con la mirada.

- Pues es a "este orangután" a quien deseas besar. Niégalo. Niega que no ansias otro beso mío. ¿Qué te pasa humana? ¿Te quedaste muda? Tengo que decir que es agradable no tener que escuchar tus vulgares chillidos, pero más me agrada hacerte enojar porque te ves muy fea cuando arrugas la frente, tanto que pareces una vieja marchita.

- Me gusta verte sonreír Vegeta, aunque sea a costa de que te burles de mí mono estúpido.

No hacían falta más palabras ni se buscaban respuestas. Simplemente la besó aprovechando su inusual buen humor y sus escasas ganas de discutir para no estropear aquello que tenían y que quería guardar para siempre como si fuera un valioso tesoro, porque estaba deseando verla y tenerla entre sus brazos, aislados del universo que les rodea y de todas las dificultades que estaban por venir en su relación. La peliazul dejaba de ser un estorbo para convertirse en un estímulo para su entrenamiento, en una desconexión que le permitiera sentir que realmente estaba viviendo sin mañanas, sin lamentaciones ni preocupaciones por lo que no puedes controlar. El presente es lo único que importa y si no lo sientes, si no tienes el poder y el control sobre él, entonces no estás viviendo.

Espero que os esté gustando la historia :)

Del frío al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora