Precisamente ahora

244 29 9
                                    

La vida es una ironía, una bonita paradoja que nos pone a prueba constantemente, que pone en duda cada una de tus afirmaciones para que corrobores que son ciertas. Ella conoce nuestros tropiezos y circunstancias que nos rodean, porque al fin y al cabo somos eso, ¿no?

La alarma sonó y me levanté como cada día a las 7 de la mañana llamándome la atención el hecho de no encontrarla a mi lado. Después de pasar la noche juntos hasta yo me sentía algo menos activo que de costumbre. No me preocupé pues sabía que probablemente tendría trabajo acumulado de la empresa y así me ahorraría la incómoda situación de no saber qué decir al despertarnos. Una extraña sensación de plenitud me abordaba en estos días tan peculiares. Da igual. La utilizaría para motivarme y estimular mi entrenamiento. Nada ha cambiado, tenía que conseguirlo, de una vez por todas me transformaré en Super Saiyan y te derrotaré como a un gusano Kakaroto.

Tras alistarme poniéndome mi traje de entrenamiento, me dispuse a bajar a desayunar a la cocina rezando por que no estuviera la lunática madre de Bulma que me hacía perder la paciencia, de la que carezco, con sus insinuaciones provocativas y su interrogatorio sobre la relación que mantengo con la peliazul. Por suerte solo se encontraba en la mesa tomando su café particular el Doctor Brief, por el que sentía algo de admiración y agradecimiento, ya que fue él, quien inventó la cámara de gravedad en la que entreno. Es un genio digno de mención y que merece todos mis respetos. Además, por lo poco que he llegado a tratar con él, no se le ve una persona muy entrometida, sino que a diferencia de su esposa, respeta mi espacio sin ponerme límites a pesar de tener en conocimiento las horribles hazañas que he cometido y el terror que causé en la Tierra con mi llegada y mi amenaza de purgar y conquistar la zona. Él siempre había respetado eso hasta que se dio cuenta del encaprichamiento de su hija por mí y de que intentábamos forjar y afianzar algo entre los dos. Y por primera vez mantuvimos una conversación extensa, en la que ninguno de los dos bromeábamos:

- La terrícola está en el laboratorio, ¿cierto? Quizás el error fue mío por formular una pregunta tonta cuya respuesta ya sabía y que podía comprobarlo buscando su ki. Tal vez solo quería mostrarme cordial por agradecimiento. Maldita sea la hora en que se me fue la lucidez.

-Sí... mi hija hace más de una hora que lleva levantada trabajando en un artefacto que le pedí. Extrañamente se levantó muy risueña. Bueno, ella siempre ha sido una persona muy alegre, pero está más feliz que de costumbre y el culpable eres tú, muchacho.

- No sé de lo que me está hablando.

- Tú sabes bien que sí. Eres un ser inteligente Vegeta y muy perspicaz, por eso espero que comprendas mi preocupación por Bulma. No quiero que sufra, ella tiene mucha ilusión y fe en ti, y me temo que tu la veas con otros ojos, no se si me entiendes...

- Perfectamente. Entonces, ¿qué? ¿Me está pidiendo que me aleje de su hija?

- No. Bien sabes, por su carácter independiente, que ella nunca me perdonaría que me entrometiese en sus asuntos sin consultar su opinión. Mi orgullosa hija siempre ha sido una niña distinta y especial, con sus caprichos como todos, pero de la que me siento muy orgulloso. Desde pequeña, ya mostraba ser muy madura para su edad y coherente en sus decisiones, y yo no soy nadie para cuestionarlas y mucho menos cuando ya se ha convertido en toda una adulta. Esta es tu casa muchacho y si pretendes formar parte de esta humilde familia te doy mi bendición, pero en caso contrario, si tus planes contradicen con los que pueda estar ahora fabricando mi hija en su mente, entonces, te pido por favor que se lo hagas saber.

- Como bien dice usted, Bulma no es ninguna estúpida para no saber intuir los riesgos que corre al decidir mantener una relación con un verdadero saiyan. No suelo dar cuenta a nadie de mis actos acometidos, pero siendo estas las circunstancias, haré una excepción. No pretendo hacerle daño a su hija, sería un imbécil si no me diese cuenta de la provechosa situación en la que me hallo ahora mismo. Sin embargo, no fue eso lo que me llevó a fijarme precisamente en ella. El hecho de que fuese su hija la terrícola que me ofreció su hogar y una fuente poderosa de entrenamiento, puede llevar a infames malentendidos. Bulma es lo más parecido que existe a una hembra saiyan por su coraje y osadía, ella me hace recordar con orgullo de donde provengo y el admirable legado que mi raza me dejó. Hoy día la considero una aliada en mi lucha e intentaré no ser primera causa de sus males y por supuesto, no dudaría en blindarle mi protección si la necesitara. No puedo responder en el presente por lo que haré en un futuro, porque ni yo mismo lo sé. Solo puedo hablarle desde lo vigente, que es lo que está en mis manos, y como me dijo su hija, puede que las cosas no pasen como uno tenía premeditado pero eso no es justificación suficiente para desaprovechar lo que se me ofrece, y Bulma está dentro de mi presente. Espero que con esta aclaración se haya quedado más tranquilo, y ahora sin más dilación, me voy a entrenar.

La intensa charla con el viejo me dirigió al laboratorio para echar un vistazo e interesarme por cualquier chatarra en la que la terrícola estuviese trabajando. Me sorprendía la gran capacidad de concentración que adquirían los humanos en pocos minutos y como dejaban al margen cualquier actitud de prudencia con el mundo exterior. Nunca se debe bajar la guardia, incluso mientras duermes, ya que aunque eso implique estar en tensión durante todas las horas del día, es lo que garantiza tu supervivencia. Esto me llevó a recordar la ya acontecida extenuante noche que pasé con Bulma y como por primera vez en mucho tiempo, me sentía liberado del estrés que caracteriza mi vida, porque únicamente me centré en ella y del disfrute y apego que ambos necesitábamos.

Me aproveché de su distracción provocada por su sumo estado de concentración adentrándome en su lugar de trabajo con pasos silenciosos, hasta llegar por detrás de ella para abrazarla por la cintura y darle un beso en la mejilla, siendo esto un acto de afecto entre los terrícolas. Inmediatamente comprobé que aquello la estremecía por el temblor de su cálido cuerpo.

- ¡Vegeta! Idiota me asustaste. Creía que eras uno de esos babosos empleados que no paran de observarme lujuriosamente.

- ¿Tengo que preocuparme? Porque no hace falta mencionar que puedo encargarme de que esas sabandijas reciban un pequeño merecido por mirar lo que es mío.

- Y tú ya sabes por cuenta propia que yo solita los puedo poner en su sitio. Además, ¿qué es eso de catalogarme como si fuera un producto?

- Estaba bromeando mujer odiosa, que todo lo tienes que malinterpretar.

- Uy, el gran Vegeta, príncipe de los Saiyan, haciendo una broma sin ofenderme. Debo de estar soñando. ¿Dónde quedó tu irritante malhumor?

- A mi también se me hace extraño no escucharte gritar por toda la casa como una loca. ¿O será que se te acabó la voz por todo lo fuerte que gemiste ayer del placer que te provoqué?

- Eres un estúpido, un animal sin cerebro. ¿Es que no tienes modales? Esas cosas no se dicen y menos delante de una dama.

- Pues anoche no querías que te tratase como tal.

- Mira cállate y bésame ya pesado, que lo estás deseando.

Y así lo hice, haciendo realidad lo que ambos anhelábamos, sentir la calidez de nuestros labios fundiéndose en un pasional beso que acrecentaba nuestras ganas de ir más allá de un simple roce y una simple caricia. La deseaba como un animal en celo y su olor a perfume me enloquecía de tal forma que obnubilaba mi razonamiento y hacía que apareciesen mis más primitivos comportamientos. Y es que, precisamente ahora, ella lo significaba todo para mí en aquel instante de poco alumbramiento.


Del frío al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora