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Erick.

La ví marcharse. La ví salir por aquella puerta de una maldita habitación de hotel y no hice nada para detenerla.

Era un idiota, un completo idiota. ¿De verdad había golpeado a Rachelle?... Cerré mis ojos algunos segundos y después me derrumbé sobre el piso, la necesitaba conmigo.

Sabía bien que ella simplemente no me lo perdonaría y, siendo sinceros yo tampoco lo haría jamás.

Pensé en salir a buscarla pero no serviría de nada. No cuando se trataba de una ciudad tan grande como Londres, si bien aún podía recordar aquella noche en la que la vi en una de las calles más transitadas de todo Nueva York. ¿Podría funcionar de nuevo?...

Levanté mi cuerpo dolido del piso e idealicé mi plan de búsqueda. No sería fácil pero verdaderamente debía hacerlo.

Me levanté fácilmente hasta que recordé el porque se había marchado y por supuesto no merecía ni verla, debía darle su espacio a pesar de que probablemente jamás querría verme de nuevo.

Caminé hasta la nevera que aguardaba en la pequeña cocina de la habitación y saqué el vino que se suponía Rachelle y yo beberíamos.  Hubiera sido de esa manera sí tan sólo no la hubiera cagado.

Saqué el corcho de la botella y comencé a beberlo derrumbado a un lado de nuestra cama, estaba intentando no sollozar pero... no funcionaba.

Escuché mi móvil sonar varias veces pero ninguna de las 3 primeras llamadas contesté, no hasta la cuarta cuando levante mi cuerpo del piso y me acerque hasta el mueble que sostenía mi móvil, iba a contestar la llamada cuando la botella de vino resbalo de mi mano y mi pecho comenzó a doler, llevé la mano que sostenía el vino hasta mi pecho e intente calmarme. Las lágrimas salían involuntarias y mi cuerpo me decía que no podía más. Iba a ¿desmayarme?...

Pasaron más de dos horas cuando finalmente pude reaccionar. Mi respiración aún era agitada pero ya me encontraba mejor.

Un llamado a la puerta me distrajo y caminé hasta donde se encontraba.

Tomé la perilla y termine por abrirla. Sabía que serían malas noticias cuando noté que eran dos policías.

—Buenas noches. ¿Usted es el Señor Colón?...

Asentí con la cabeza.

Ambos se miraron y suspiraron pesadamente. Sólo uno de ellos volvió a hablar. —Somos el oficial Reynolds y el oficial Harrison—dijo sólo uno de ellos con ese tono tan característico de los británicos.

Ambos estrecharon mi mano.

—Una chica identificada como Rachelle Rodriguez o bien Rachelle Colón tuvo un accidente. Será demasiado duro lo que debo decirle pero usted debe de acompañarnos para reconocer el cuerpo.

Mi corazón se hundió. —¡¿Qué?!-/—no de nuevo.

—Lo lamentamos demasiado.

Ahora sí iba a desmayarme.

—Debe acompañarnos.

Asentí con la cabeza y caminé detrás de ellos mientras sollozaba en silencio.

No iba a poder con esto, no iba a poder vivir sin ella ¿o ?... Mi pecho dolía como nunca antes lo había hecho ¿Cómo se suponía que iba a decírselos a todos?... ¿Cómo es que iba a poder asimilarlo?... Mi cuerpo se encontraba en completo shock.

Ambos me guiaron hasta su automóvil. Entre en el y me recargue en la ventanilla aún entre lágrimas.

Ni siquiera pude notar cuando habíamos llegado, ambos me lo hicieron saber y me guiaron hasta adentro del lugar, odiaba tanto estos lugares.

Hubo algunos papeleos antes de que siquiera pudiera entrar y cuando lo hicieron, simplemente no quería hacerlo.

Al frente de mí había una mesa con el nombre de Rachelle, ahí uno de los oficiales tomo de las esquinas de las mantas y con sumo cuidado la levanto de modo que sólo se viera su rostro.

Mi rostro decayó y las lágrimas fueron tan duras, no iba a poder hacerlo, no cuando su rostro ni siquiera podía reconocerse debido a la intensidad con la que probablemente había recibido los golpes. Giré mi rostro y sollocé con fuerza.

—¿Es ella?...

«¿Cómo iba saberlo?...»

—Yo... No.... No lo sé—me encogí de hombros. Estaba tan asustado y confundido.

Un hombre más entro en la habitación. —Las pruebas de las huellas digitales aquí están—mostro un papel sobre sus manos.

—¿Y?

—Es ella.

Abrí mis ojos ampliamente. —¡NO!—grité. —¡No puede ser ella!—grité con fuerza.

Ambos policías se dispusieron a sacarme de allí.

Cómo sí se tratase de un Deja Vu las imágenes de ella saliendo de la habitación con un vestido color coral resaltaron en mi mente. —¡Espere!—le detuve recordando safando mis brazos de su agarre.

Levanté la sabana de la parte de abajo y realmente supe que no se trataba de ella.

—No es ella...—y sin más ellos me sacaron de allí.






♠♠♠

Hola.
Me again.

-All the fucking love♣

CIEN: SIN TI [SEGUNDA TEMPORADA DE CIEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora