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—¿Se encuentra bien?—una voz interrumpe mis pensamientos, ni siquiera imagine lo ridícula que seguramente lucía tan perdida en mis pensamientos sobre el piso

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—¿Se encuentra bien?—una voz interrumpe mis pensamientos, ni siquiera imagine lo ridícula que seguramente lucía tan perdida en mis pensamientos sobre el piso.

Levanté mi rostro en busca de la voz proveniente pero entonces todo vuelve a ser confuso cuando notó su expresión, segundos atrás llevaba una sonrisa pero cuando me ha visto su rostro a cambiado, una mueca confusa es lo único que veo en él, al igual que sus ojos empapados en lágrimas.

—T-tú—titubea nervioso levantando su cuerpo del piso al mismo tiempo en el que yo lo hago. —E-estas bien...—me mira asombrado. —E-e-éstas viva— lágrimas resbalan por sus mejillas, es hasta entonces que se acerca hasta donde me encuentro y envuelve sus manos en mis mejillas, sonríe nervioso y comienza a acariciarme tan cuidadoso como si se tratase de un cristal que puede romperse en cualquier segundo.

—¿Q-qué esta haciendo?—pregunto dando pasos lentos hacia atrás.

—R-R- Rachelle—murmura en un suspiro, sus lágrimas son cada vez más potentes, lo miro limpiarlas varias veces mientras busca mi mirada con desesperación. —¡ESTAS VIVA!—entonces grita y toda la gente de alrededor nos mira.

—¿Cómo sabe mi nombre?—
cuestiono alejándome de su toque. Tengo miedo, no quiero estar más cerca de él, no lo conozco, quiero salir huyendo.

—Soy Zabdiel, ¿Tú no... No me reconoces?—me mira con tristeza y algo de frustración asalta su rostro.

Lamento decepcionarlo pero niego de inmediato. —N-No se de que habla—vuelvo a hablar totalmente confundida, ni siquiera se si he recogido todo lo que contenían mis bolsas pero ahora mismo me siento más nerviosa y asustada como para ocuparme de ello.

—¿En donde has estado?...—vuelve a cuestionarme como si le conociera. —Erick te extraña tanto... E-el cree que éstas muerta, todos lo creen—me reprocha pero no entiendo, me he perdido desde que nuestra charla ha comenzado.

Proceso la información y encuentro aquel nombre que tanto se ha encargado de torturarme. —¿Erick?—interrumpo. Él me mira. —¿Usted ha dicho Erick?

Asiente con la cabeza. —Erick. Tú esposo.

—¿Esposo?—arqueo una ceja manteniendo a mi bebé con fuerza con uno de mis brazos. De que me habla.

—S-s-sí—limpia sus lágrimas.

Miro a un punto indefinido tratando de recordar algo, no lo logro.

Entonces un chillido llama su atención y baja su mirada observando el pequeño bulto que tengo sobre mis brazos.

—¿E-e-es tuyo?—cuestiona limpiando sus lágrimas de nueva cuenta, ahora una sonrisa se ha postrado en sus labios.

Asiento con la cabeza.

—¿Puedo verlo?—niego con la cabeza. —Sólo quiero verlo—insiste acercándose. Con una de sus manos intenta levantar la cobija pero como acto de reflejo me alejo de su toque.

La salida esta cercas, la miro durante varios segundos hasta que me decido por correr fuera, se que no debería correr porque duele como el infierno, pero debo hacerlo si quiero mantener a mi bebé a salvo, no tengo siquiera una idea de quien sea la persona que estuvo hablando conmigo.

—¡Rachelle espera!—lo escuchó gritar mientras corre detrás de mí. —¡Rachelle por favor!—ruega desesperado con voz agitada.

Entonces un taxi se detiene gracias a un hombre quien abre la puerta y sin permiso alguno entro en el auto ignorando por completo los reclamos de aquel hombre. —Lo siento—susurro en su dirección y termino cerrando la puerta en sus narices.

Su mirada se suaviza y una sonrisa aparece en sus labios mientras asiente con la cabeza. Le agradezco con la mirada y es ahí cuando lo pierdo de vista.

—¡Rachelle!—alcanzo a escuchar como grita aquel chico de la plaza y lo veo perderse de mi vista cuando avanza el taxi.

—¡Vaya rápido por favor!—suplico al taxista y este acelera a toda velocidad, metros más tarde le entrego el papel que he traído conmigo en donde he anotado la dirección de mi nueva casa.

El silencio es incómodo pero ninguno de los dos decimos nada. Se que aquel hombre entiende o imagina que es lo que pasaba así que sonríe de lado reconfortandome.

—Servida—dice aquel hombre deteniendo el automóvil. Ambos sonreímos y entrego el dinero que debía.

—Muchas gracias—digo sonriendo.

—Por nada señora—sonríe un momento pero luego vuelve a mirarme. —Disculpe... ¿Usted no es la Señora Colón? detengo mi andada y le miro.

—¿Disculpe?...

—He dicho que sí ¿Es usted la señora Colón?...

Lo pienso un momento y luego le miro. —Uhm... Sí. Sí así es—miento, ni siquiera tengo idea alguna de lo que habla.

—No, no lo entiendo. ¿Acaso usted no murió en aquel accidente?

—¿Accidente?—mi cabeza da vueltas. ¿Podría tratarse del mismo accidente?

—Si, aquel que sucedió en Londres después de una cena en la casa del Señor Styles.

—Yo... Uhm... Yo...—no encuentro palabras para justificarme así que decir nada más, bajo del automóvil caminando hasta la entrada de mi casa.

Sacó las llaves de mi bolso y abro la puerta a toda prisa. Dejé las bolsas de mis compras sobre el piso y corrí escaleras arriba en dirección a mi habitación.

"Señora Colón, Colón, Colón ..." repite mi mente una y otra vez de nueva cuenta.












♣♣♣

Hola hola.

¿Qué les trajeron los reyes magos?

-All The Love♠

CIEN: SIN TI [SEGUNDA TEMPORADA DE CIEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora