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Erick

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Erick

Cristal caminaba a mi lado, llevaba tres bolsas de gran tamaño entre sus manos. Estaba emocionada según había dicho momentos atrás pero no lo parecía en lo absoluto.

—¡Erick!—saludó Louis con algo de entusiasmo. —Lo vez Hazza te dije que vendría—reprendió a Harry.

—De verdad apostaba a que no vendrías—habló el ruloso dirigiéndose a mí. —Pero bueno me agrada haber perdido esa apuesta—palmeó mi hombro.

—Siempre deseé hacer el bien por lo menos una vez en mi vida—suspiré.

—No hables de ti de esa forma. Estoy seguro que haz hecho cosas mejores tal vez no lo haz notado pero sé que es verdad lo que estoy diciendo—me animó.

Bufé porque sabía que no era verdad pero lo último que quería el día de hoy era sentir la lastima que causaba en los demás.

—Erick ven aquí—me llamó Louis, sonreí en su dirección y me acerque hasta el. —Mira—señalo al frente.

Dirigí mi mirada hasta ahí y no pude evitar sonreír. Eran bebés en cuneros, lucían jodidamente hermosos, algunos con cobijas rosas, otros azules y muy pocos de color amarillo. Todos dormían excepto uno, un pequeño envuelto en una cobija azul, lucía tan tranquilo, con sus manos jugaba y metía sus deditos en su boca. Pero había algo más que llamaba mi atención en el. No sé si eran sus ojos color miel o su pequeño tamaño pero había algo en él que me hacía sentir tan incompleto, algo que me hacía querer llorar y salir corriendo a envolverlo entre mis brazos. Protegerlo.

—Son hermosos ¿No lo crees?—habló Louis pegado al cristal.

—Demasiado—confirme convencido.

—¡Mira!—señalo de nuevo hacia el cristal. —Ese bebé se parece a ti—me obligo a mirarlo, se trataba de aquel bebé que había robado mi atención.

—¡Chicos!—interrumpió Harry acercándose a nosotros. —Es hora—habló, ambos sabíamos de que se trataba.

Louis camino por delante de mí, sonreí por última vez en dirección a aquel bebé cuando vi a alguien entrar, llevaba un traje de doctor y con la cautela suficiente tomo al pequeño con todo y su cunero e inmediatamente comenzó a empujarlo, salió de aquel cuarto y paso al frente de mí.

—Ethan—reconocí sin despegar mi mirada del pequeño.

—Erick—saludó.

—¿Trabajas aquí?—cuestioné curioso.

—Sí. Sí, así es—miró su atuendo. —No quiero sonar grosero pero... ¿Qué haces aquí?—arqueó una ceja.

—Traje obsequios—mostré las bolsas que aguardaban en el piso.

Sonrió. —Muchas gracias—volvio a su postura. —Bueno, fue un gusto haberte visto de nuevo pero tengo que volver al trabajo. Ten una excelente tarde—y sin más continuo su camino sin mirar atrás.

CIEN: SIN TI [SEGUNDA TEMPORADA DE CIEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora