Capítulo 13

273 31 2
                                    

―¿Por qué no vas a la policía? ―preguntó Castiel tocando uno de los moratones de mi espalda.

―No puedo.

No podía. La policía no haría nada y yo tendría que volver con mi padre. Sólo tenía que resistir un año más.

―Puedes quedarte en mi casa. Mis padres no están.

―Me encontraría.

Castiel me miró y botó el humo de su cigarrillo para luego aplastarlo contra el suelo y apagarlo.

Habían pasado casi tres meses desde que mamá se había ido y las cosas sólo empeoraban cada día más.

―Rosalya vio un moratón. Le mentí.

―¿Por qué no le dices?

―No van a entender. Sus vidas son...buenas. No quiero asustarlos.

―A mí no me asustas.

―Por eso digo hablando contigo.

―Creí que era porque estabas enamorada de mí ―bromeó.

Sonreí. Sólo con Castiel podía sonreír.

―Ya quisieras.

―Oye ―reclamó riendo y negando con la cabeza.

Creí que no sentía nada pero cuando lo vi sonreirme me di cuenta que él era como algún tipo de anestesia que calmaba mis dolores y quería probarlo.

Corazón de melón: cuándo y cómo lo perdimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora