05. Lydia Martin

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Abrí mi casillero en busca de mi libro de economía pero éste fue cerrado abruptamente por...Lydia.

—Hey, Lyds ¿Cómo...

No acabé mi pregunta, ya que la rubio fresa me arrastró a la oficina del entrenador y cerró con llave.

—¿Qué pa...

La chica volvió a interrumpirme pero esta vez pegó sus labios contra los míos, ambas caminamos y en cuanto mi trasero tocó el borde del escritorio del entrenador, Lydia me tomó del trasero y de una estocada me sentó en el mueble. Sus gruesos y dulces labios fundidos a los míos, y su lengua batallando con la mía me hacían tocar el cielo, y eso que apenas empezábamos.

Me bajé del escritorio sin separarnos y la acorrale a la pared, mientras tocaba todo su cuerpo por encima de la ropa. Llevé mi mano a su pecho donde se hallaban los botones de su vestido y comencé a desabotonarlos uno por uno, volviendo loca a mi chica.

—Hazlo de una vez. —jadeó impaciente.

—No te apresures, cariño. Esto puede ser rápido y aburrido —llevé mi mano a su entrepierna y ubique su centro rápidamente, donde froté su feminidad por encima de la tela —,o puede ser lento y placentero, ¿Tú qué dices?

La rubio fresa soltó un gemido y poco a poco sentí como se mojaba más y más.

Esto sería muy divertido.

(...)

Busqué con la mirada mi blusa en cuanto me coloqué mi pantalón y zapatos, hasta que la encontré tirada sobre un trofeo. Di una risa nasal y caminé hacia ella, la agarré y me la puse mientras veía como Martin intentaba cerrar el cierre de su vestido. Me dirigí a ella y se lo subí lentamente, apreciando por última vez los pequeños arañazos que serían cubiertos por éste. Besé su hombro desnudo y la volteé poniendo mis manos en su cintura.

—¿Nunca piensas que algún día nos podrían encontrar haciéndolo? —pregunté acercando mi cara a su cuello para depositar pequeños besos en él.

—No lo han hecho nunca y no creo que empiecen hoy, Lili. —y entre cada palabra su respiración se alteraba. —De acuerdo, mucho por hoy. —intentó alejarme pero me aferré más a ella —No sigas, sabes que no podré...

—Lo sé, bebé. —me alejé de su cuello y ataque sus labios. Estuvimos un largo tiempo hasta que se despidió de mi ya que tenía clases, pero que lo continuariamos en su casa.

Dios, Lydia Martin. ¿Qué rayos haces conmigo?

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒▪︎𝖳𝖾𝖾𝗇 𝖶𝗈𝗅𝖿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora