Distracción

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Clarke

El proceso de vaciar la nave de los cadáveres de los presos nos afectó bastante, pero era algo que teníamos que hacer por motivos obvios.

Decidimos cavar una fosa fuera de los límites de nuestro pequeño Edén y depositarlos allí. Tuvimos que cargar el rover 12 veces para poder llevar todos los cuerpos. Bellamy y Will fueron los encargados de esta horrible tarea.

Raven se había encerrado en su habitación después de apretar el botón y no quiso hablar con nadie, ni siquiera con Bell.

Octavia y yo tuvimos que asegurarnos de que todo estaba en orden antes de que llegaran los demás habitantes del campamento, y fingir que nada había pasado. Preferimos ahorrarles el mal trago.

--Clarke, has visto a Emori?-- me preguntó John, preocupado, a su llegada al campamento --pensé que ya estaría aquí pero no la veo por ninguna parte.

--Fue con Madi a inspeccionar las cuevas, estarán a punto de volver, ya va a atardecer-- dije yo, intentando tranquilizarlo. Pero una parte de mi estaba tan nerviosa como él. Y si les había pasado algo? Después recordé una cosa --Madi siempre lleva una radio en su mochila. Ven, vamos a llamarlas y nos quedamos más tranquilos.

Ambos caminamos a buen ritmo hacia la sala de comunicaciones y yo sintonicé la radio central en la frecuencia que solía utilizar con Madi cuando estábamos solas.

Pero no hubo respuesta. Y un mal presentimiento se alojó en mi pecho. Lo intentamos 4, 5 veces más, pero nada. John me miraba tenso, intentando mantener sus nervios a raya, pero evidentemente preocupado.

--Esto no me gusta. Vamos a buscarlas-- dije decidida, cogiendo una radio portátil.

--El Rover no está-- comentó él, decepcionado, cuando salimos de la nave.

--Lo tiene Bellamy. Will y él tenían que hacer... Algo-- la vaga explicacion que le di hizo que John me mirara extrañado.

--Mira Clarke, no se qué pasa y no me importa, solo quiero saber que Emori está bien.

--Lo se. Y no te preocupes, conozco todas las cuevas de los alrededores. Las encontraremos-- aseguré, no se si más para él o para mi misma.

Emprendimos nuestro camino a pie. Intentamos darnos toda la prisa posible para aprovechar las pocas horas de luz que le quedaban al día.

Inspeccionamos cueva tras cueva, preguntando a los terrestres que encontrábamos si las habían visto sin obtener la respuesta que necesitábamos.

Cuando ya había anochecido y nuestras esperanzas empezaban a flaquear, encontramos, a la entrada de una de las cuevas, la mochila de Madi.

Corrimos al interior de la cueva y las llamamos pero no obtuvimos respuesta. Cuando ya estábamos a punto de salir, oímos un ruido al fondo, como un débil quejido.

Nos aproximamos, linterna en mano, y lo que encontramos fue algo que no nos esperábamos. El cuerpo de Emori yacía en el suelo, totalmente ensangrentado.

John gritó su nombre, horrorizado, y yo corrí a agacharme a su lado, intentando evaluar sus heridas con manos temblorosas y lágrimas en los ojos por el miedo de que a Madi le hubiera pasado lo mismo.

Alguien la había apuñalado varias veces. El mundo se me calló a los pies y un nudo se formó en mi garganta al darme cuenta de que tenía que decirle a mi amigo que estaba a punto de perder al amor de su vida.

--Dime que puedes curarla-- me suplicó John, con lágrimas en los ojos --por favor.

Su súplica me rompió el corazón y deseé con todas mis fuerzas poder decirle que sí.

6 años y 7 días después (Bellarke)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora