LA BIBLIOTECA CAP X

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El piso veinte estaba en silencio. ________ avanzó por el pasillo enmoquetado segura de que alguien la detendría y le preguntaría qué estaba haciendo allí, pero nadie lo hizo.
Encontró la habitación 2020 y metió la tarjeta en la ranura, mientras una parte de sí misma esperaba que no se abriera. Pero cuando hizo presión en el picaporte, éste se movió sin problemas bajo su palma.
Una vez dentro, se encontró rodeada de tonos de beige y rosa, madera clara y mármol. La decoración era sobria pero moderna. Esperaba que fuera más opulenta, en vista del vestíbulo, pero se sintió sorprendentemente cómoda con la relativa normalidad del ambiente. Las ventanas orientadas al sur ofrecían una impresionante vista de la ciudad, la vista más alta que había contemplado nunca.
—¿________?
Una mujer apareció de la nada, dándole un susto de muerte.
—¡Me ha asustado! —jadeó, cuando pudo respirar de nuevo.
—Lo siento. No pretendía hacerlo —dijo la desconocida, con acento británico. Llevaba unos vaqueros blancos y un caftán turquesa. Tenía el pelo cobrizo recogido en un moño suelto y se adornaba con unas elegantes joyas de platino—. Soy Jess. Chanyeol me ha pedido que viniera por si necesitabas ayuda.
—¿Tú... trabajas para él?
—He trabajado con él —aclaró Jess—. Soy estilista y maquilladora. Pero aquí he venido como un favor personal. Él ha pensado que podrías necesitarme.
________ asintió, como si todo aquello tuviera una absoluta lógica.
—La ropa de esta noche está en el dormitorio —le indicó Jess, señalando a la derecha—. Avísame si quieres algo. Y ponte todo lo que Chanyeol ha dejado ahí para ti. Ha insistido mucho al respecto. Es muy detallista, como probablemente ya sepas.
No, no lo sabía, pero estaba empezando a hacerse una idea.
Se dirigió al dormitorio. Había dos bolsas de papel y una funda de tela sobre la enorme cama. La funda tenía impresas las palabras Miu Miu. Una de las bolsas era rosa con un arco negro y en ella se leía: Agent Provocateur. La otra era naranja, de Prada. Conocía el nombre de Prada,
pero no los otros dos.
Empezó por lo conocido y miró primero dentro de esa bolsa Prada, donde encontró tres cajas de zapatos. Abrió la primera y se encontró con unos zapatos de tacón cerrados, lo bastante conservadores como para que pudiera haberlos escogido ella misma. Sólo que los tacones medían diez centímetros y eran de metal. Parecían más una varilla o un clavo que parte de un zapato.
—Esto no es un zapato, es un instrumento de tortura — murmuró y lo dejó a un lado.
Abrió la segunda caja y encontró los mismos zapatos pero medio número más grandes. En la tercera encontró lo mismo. Los primeros que había sacado eran de su número exacto. Eso la irritó más que sorprenderla.
Se volvió hacia la funda de tela, la sujetó por la percha, forrada de terciopelo, con una mano mientras bajaba la cremallera con la otra, preguntándose qué estaría haciendo Jess en la otra habitación y si estaría enfadada porque Chanyeol le hubiera pedido que hiciera de canguro. Todo aquello era muy embarazoso.
Sacó la percha de la funda y descubrió un sencillo vestido negro sin mangas pero de cuello alto, largo hasta la rodilla. Parecía algo que Audrey Hepburn podría haber llevado. Cualquier cosa que le recordara a la Hepburn —ya fuera Audrey o Katharine— le parecía bien. Ése había sido un avance positivo, después de los zapatos que podrían usarse perfectamente como arma blanca.
A continuación, cogió la bolsa rosa. Tuvo que rebuscar a través de montones de papel de seda de ese mismo color, para encontrar unos paquetes planos envueltos en papel negro. Con cuidado, desenvolvió el primero y descubrió un delicado sujetador de encaje negro. Era precioso, pero no tenía nada que ver con el sencillo sujetador de algodón de GAP que ella había usado toda su vida. De trabajado encaje y un sistema de diminutos y elaborados corchetes, la prenda no le pareció nada práctica. La dejó a un lado y desenvolvió el siguiente paquete. Encontró más encaje negro, pero la prenda le resultó inidentificable. Tenía la forma de un sujetador puesto del revés y de él colgaban cuatro cintas con enganches. Le resultaba tan desconcertante que lo volvió a meter en la bolsa. Por último, encontró unas medias negras, tan finas y sedosas que parecían unas alas de gasa.
Llamaron una vez a la puerta del dormitorio.—¿Va todo bien ahí dentro? —preguntó Jess.
_________ recordó que Chanyeol la estaba esperando en el vestíbulo, así que sería mejor que se pusiera en marcha.
—Sí, gracias —respondió.
—Recuerda que tienes que ponértelo todo.
Ella contempló el despliegue de prendas sobre la cama. Aquella misteriosa prenda de encaje la llenó de ansiedad y pensó: «Puedo marcharme y ya está».
Podía limitarse a salir por la puerta, disculparse con la pelirroja inglesa y decirle que no necesitaría su ayuda. Podía dejar la llave electrónica en recepción y comunicarle a Chanyeol que no estaba interesada en hacer de Eliza Doolittle para su Henry Higgins particular.
Entonces se iría a casa, a su pequeño dormitorio y...
¿qué? ¿Se preguntaría de qué podrían haber hablado durante la cena? ¿Se imaginaría cómo podría haber sido vestirse como alguien salido directamente de las páginas del Vogue? Y luego, seis meses o un año o dos después, se sentaría sola en aquella misma habitación y recordaría el momento en que el hombre más guapo que había visto nunca le había dicho que era preciosa.
«¿Por qué has venido a Nueva York?»
_______ sacó la misteriosa prenda de encaje negro de la bolsa, se acercó a la puerta del dormitorio y se asomó con cautela.
—Jess, siento molestarte...
—Estoy aquí para ayudar —la interrumpió la pelirroja, de buen humor.
—No sé qué es esto. —Levantó el encaje negro como si fuera un animal rabioso.
—Es un liguero. Pueden ser complicados de poner. Deja que te ayude. No te ofendas, pero seguramente a ti sola te costaría una eternidad.
Jess probablemente tendría cosas más importantes que hacer que ayudar a vestirse a una mujer adulta como si fuera una desamparada preescolar. No le extrañaba que quisiera abreviar.
—Vale, gracias —aceptó ______ y se hizo a un lado para que Jess pudiera entrar también en el dormitorio.
Ésta puso los brazos en jarras y examinó el despliegue de prendas que había sobre la cama.
—Un vestido precioso. Y perfecto para ti. Chanyeol tiene muy buen ojo.
—Pero los zapatos —dijo _________, mientras los miraba como si fueran el enemigo—. No seré capaz de caminar con esas cosas. Creo que me dejaré puestos los míos.
Jess miró el calzado de _______ y negó con la cabeza despacio.
—Yo que tú no lo haría. Ella asintió.
—Vale. Supongo que tendré que caminar muy despacio —cedió.
Jess pareció visiblemente aliviada.
—Buena idea. Ahora ponte el sujetador y las braguitas. Luego te ayudaré con el liguero y las medias.
________ esperó a que saliera de la habitación, pero la mujer no hizo ademán de ir a ofrecerle ninguna intimidad.
—La verdad es que no estoy acostumbrada a cambiarme delante de otras personas —reconoció ella con timidez.
—___________—contestó Jess—, soy estilista. He visto a algunas de las mujeres más famosas del mundo desnudas. Y Chanyeol te está esperando en el vestíbulo. Si yo estuviera en tu lugar, me daría prisa.
________ se sintió tonta. Aquella mujer sólo trataba de ayudar y allí estaba ella, haciendo una montaña de su presencia en la habitación.
Intentando no sentirse cohibida, se quitó la chaqueta. Jess se la cogió y la dobló. Luego se desabrochó la blusa y se bajó la cremallera de la falda y le entregó ambas prendas. De repente, sintió el aire frío y se le puso la piel de gallina. Notó que los pezones se le endurecían bajo el sujetador. No quería quitárselo, pero el de encaje negro la estaba esperando. Se llevó las manos a la espalda para desabrochárselo, pero sus dedos se movieron torpes sobre el cierre que había abierto y cerrado incontables veces.
—Deja que te ayude —se ofreció Jess y antes de que ella pudiera protestar, los dedos de la mujer le rozaron la espalda entre los omóplatos y le desabrocharon el sujetador.
________ dejó que el sencillo sostén de algodón cayera al suelo y se cubrió los pechos cruzando los brazos sobre ellos. Jess cogió el sujetador de encaje negro y le pasó los tirantes por los hombros. Luego se lo abrochó.
—No entiendo cómo ha podido saber cuál era la talla exacta —comentó _______ y sintió de inmediato que era el sostén que mejor se le ajustaba de todos los que había llevado nunca.
—Tiene buen ojo —repitió Jess y sus ojos verdes brillaron. Algo en su tono de voz hizo que ______ se preguntara si habría conocido a Chanyeol a otros niveles además del profesional—. Ahora esto —le indicó la mujer, entregándole las braguitas.
Ella se las puso lo más de prisa que pudo y alzó la vista sólo una vez para asegurarse de que Jess no la estuviera mirando.
Pero lo estaba haciendo.
—El liguero —señaló y le tendió aquella prenda desconcertante.
______ lo cogió y lo sostuvo con dos dedos. —No tengo ni idea...
Jess cogió el liguero y se colocó delante de ella. Primero se lo abrochó alrededor de la cintura y luego tiró de él hacia abajo hasta que le quedó a la altura de las caderas. Las cuatro cintas quedaron colgando sobre sus muslos como tentáculos.
—Ponte las medias y yo te las sujetaré.
________se sentó en la cama, demasiado centrada en la tarea como para seguir sintiéndose cohibida. Se puso las medias con delicadeza y se las subió despacio hasta los muslos. Cuando acabó, se puso de pie.
Jess se colocó de rodillas y sujetó las cuatro cintas al borde de las medias, una en la parte de delante y otra en la parte de atrás de cada muslo.
—Increíble —murmuró casi para sí misma y luego añadió—: ¿Por qué no te miras en el espejo?
—No, así está bien —se resistió __________, aunque sentía una secreta curiosidad.
Jess le tendió el vestido negro para que se lo pusiera. —Date la vuelta —dijo y le subió la cremallera. —Al fin, ya estoy —susurró __________.
—Casi. —Jess le colocó los zapatos delante y ella se los puso con cautela. Se sintió como una Cenicienta de novela.
Se miró al espejo y no reconoció nada de lo que veía de cuello para abajo.
—¿Puedo recomendarte algo más? —preguntó Jess. 
—Por supuesto —respondió.
Jess le dio un tubo de lápiz de labios. Era negro con unas letras blancas que ponían NARS. _______ lo abrió y vio una barra nueva de intenso carmesí mate.
—¿Ha dejado esto para mí también? —preguntó. Jess no respondió, pero esperó a que se lo aplicara.
Hacía mucho tiempo que _________ no se pintaba los labios, desde su baile de graduación. Había ido con Lay, su coeditor del periódico del instituto. Más tarde, en la fiesta posterior al baile en la casa de la playa de Samantha Sinclair, esperaba que Lay la besara en la oscura playa bañada por la luz de la luna, pero él le dijo que era gay.
A ________ le temblaba la mano y le costó un momento calmarse lo suficiente como para poder pintarse los labios. Una vez lo hizo, la sorprendió ver cómo el intenso rojo le resaltaba sus ojos azules.
Sonriendo, se apartó del espejo y le tendió el pintalabios a Jess.
—Quédatelo —le dijo ella—. Estás guapísima. Ahora ve. Chanyeol no es un hombre paciente.
________ atravesó el vestíbulo del Four Seasons, vacilante sobre los tacones. Por primera vez en su vida, fue consciente de que la gente se la quedaba mirando cuando pasaba por su lado. Al principio, pensó que era porque caminaba como una gacela dando sus primeros pasos fuera del útero materno. Pero luego vio la expresión de un hombre de negocios e identificó algo que nunca había visto dirigido hacia ella: deseo.
Desorientada por la atención de los extraños, el elegante vestíbulo y aquella ropa, en absoluto familiar para ella, casi chocó contra Chanyeol.
—Oh, no te había visto —le dijo, parándose en seco. Los ojos de él la recorrieron de pies a cabeza. Cuando _________ se dio cuenta de que sabía lo que llevaba debajo del vestido, sintió que la inundaba una oleada de vergüenza. Esperó a que hiciera algún comentario sobre su atuendo, pero no dijo nada. Se limitó a evaluarla con una mirada intensa e imperturbable.
Luego alargó el brazo y le cogió el viejo bolso que llevaba colgado del hombro.
—Esto es horrible.
—Bueno, es cuestión de gustos. Y cumple su cometido. 
Ahora que ya no llevaba el bolso, volvió a mirarla y, aparentemente satisfecho, le ofreció el brazo. ________ alzó la vista hacia Chanyeol y luego se apoyó en él como si la acompañara a un baile de debutantes. Pensaba que se dirigirían al restaurante del hotel, pero volvió a guiarla hacia la calle.
—¿No vamos a cenar aquí?
—No —respondió Chanyeol—. Mi restaurante favorito de aquí cerró a principios de este año, L’Atelier de Joel Robuchon —explicó sonriéndole—. Pero no te preocupes, esta ciudad no anda corta de grandes restaurantes.
Le abrió la puerta del coche y ________ volvió a entrar en el Mercedes, pero esa vez lo hizo con cuidado, prestando atención a los zapatos de tacón y al vestido. El coche avanzó por Park Avenue y justo cuando empezaba a sentirse cómoda, se detuvo en la calle Sesenta y cinco. El chófer rodeó el vehículo para abrirle la puerta y al salir se encontró con un hermoso edificio neoclásico. Sobre la puerta, con letras grandes, ponía DANIEL.
Dentro, todo eran techos artesonados de más de cinco metros de altura, balaustradas, arcos y pilastras talladas. La arquitectura clásica estaba compensada por el mobiliario moderno y el tratamiento con intensos colores neutros, nogal y crema, contrarrestados por las sillas rojas del comedor. Todo el espacio estaba bañado por una cálida luz que procedía de las lámparas de araña y de los candelabros de pared, y ________ pensó que a su madre aquel ambiente la impresionaría.
Todo en el restaurante rezumaba elegancia y agradeció haber accedido a la petición de Chanyeol de cambiarse de ropa.
El maître lo saludó efusivamente.
—El Salón Bellecour está listo, señor Park — anunció el hombre.
Chanyeol le cedió el paso y _______siguió al maître a través del comedor. De nuevo sintió las miradas sobre ella y lo único que pudo hacer fue concentrarse para no tropezar con los zapatos. Se sentía como Julia Roberts en Pretty Woman , toda glamurosa con su vestido rojo del brazo de Richard Gere.
Sintió una especie de agitación en el estómago, una vertiginosa felicidad.
El maître abrió la puerta de un salón privado en el que cabrían cien personas, pero que estaba preparado con una única mesa. Le apartó la silla y _______ se sentó con rigidez, mientras Chanyeol tomaba asiento frente a ella.
—Podríamos cenar fuera —comentó con una risa nerviosa—. Aquí hay mucho espacio.
El sumiller trajo la lista de vinos, pero Chanyeol apenas la miró.
—Tomaremos el menú degustación, así que traiga algún vino que sea apropiado —comentó. Luego se dirigió a ______—: El menú degustación consta de ocho platos. Espero que no tengas prisa.
Ella se limitó a negar con la cabeza mientras intentaba no dejarse llevar por el pánico. ¿De qué hablarían durante una cena de ocho platos? ¿Tan buena estaba allí la comida para que alguien quisiera comer tanto?
—Estás preciosa —le dijo Chanyeol—. Ese vestido te queda bien.
—Oh, gracias —respondió, con la mirada fija en su copa de agua—. Has acertado con las tallas.
—Me paso mucho tiempo contemplando a mujeres — comentó él.
_________ se ruborizó ante semejante afirmación, pero luego se dio cuenta de que debía de estar refiriéndose a su ocupación de fotógrafo.
El camarero apareció con el aperitivo. Dejó tres pequeños platos delante de ellos y anunció:
—Mosaico de pularda y rabanito Daikon, geléede setas y ensalada de verdura temprana.
—Gracias —dijo __________, deseando desesperadamente reconocer algo de lo que le habían puesto delante.
Entonces, Chanyeol le guiñó un ojo y el estómago se le encogió de tal forma que se percató de que no sería capaz de probar bocado

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