Día 9

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"El camino al infierno está hecho de buenas intenciones."

Perdí la cuenta de cuántas veces mi querido mejor amigo, el gato naranja, me repitió esa frase durante esa semana en que el espejismo regresó a mi vida de un momento a otro. Creo que fueron más de diez entre lo que yo le hablaba al gato naranja sobre mis inseguridades y miedos, incluso ansiedades al no saber lo que pasaba por la cabeza del espejismo y después de haber vivido un abandono por su parte. Desde el primer día ese miedo estuvo latente y se lo dije a mi psicóloga, tengo miedo que ella de repente vuelva a cambiar de opinión. 

Y antes de que nuestra relación terminara de mala manera hace casi un año, la confianza que yo tenía en ella no llegó a destruirse incluso después de que me dejó por causa del recuerdo del felino gris y esa es la parte que más odio de los últimos dos años. Pero quizás escriba sobre ello otro día. Lo que importa en este día es decir que a pesar de todo, yo tenía a mi espejismo como el ser más dulce con quien había estado jamás, aquél que me hacía sentir como nunca antes me había sentido, aquél que me comprendía e incluso sabía cómo lidiar con mi ánimo cuando por alguna razón me ponía celosa por alguna tontería. 

Aunque se fue en noviembre del año pasado, ella había dejado la vara más alta. Vara que ni siquiera la estatua pudo alcanzar en su momento.

Fue en junio, ella regresó de repente, se mostró como una amiga al inicio y por tontos azares de la vida, ella y nuestra amiga común terminaron diciéndome que en realidad el espejismo se la había pasado pensando en mí desde abril de este año o al menos, me dieron a entender que ella aún me quería. Creí en ella, creí en las cosas que decía e incluso volví a sentir aquello que solo ella solía provocar en mí y desenterré todo el cariño que le tenía, todos los sentimientos, las emociones reprimidas. Le dije que la había extrañado demasiado, ella también me lo dijo. Lloré de emoción y tristeza, todo a la misma vez, porque de repente había regresado la persona que más había amado y la que me impulsaba a ser mejor.

A los tres días ella me dejó. Acepto que no tuve la mejor de las reacciones, aún me dolía lo ocurrido con la estatua, no tanto porque extrañara a la estatua, sino porque sentí eso que he venido diciendo en estos días. Sentí que la estatua me había utilizado, había absorbido mi felicidad y me había abandonado; además de maltratarme, por supuesto. Con ese estrés en mi cabeza, no reaccioné bien, le pregunté al espejismo por qué estaba haciendo aquello... si me quería y yo la quería. Yo le decía que las cosas funcionarían, ella me dijo "no puedo". 

Ese día se rompió la confianza que tenía en ella, esa fe ciega en que era la mejor persona del mundo a pesar de los defectos que ya conocía, yo la había elegido a ella, pero ella no me eligió a mí. Esa vez no había estatua ni felino gris que me detuviera de estar a su lado, pero ella simplemente se fue.

Regresó después de un mes y medio, propugnado por mí, lo acepto, yo estaba resentida con ella por lo que había ocurrido, no solo con ella, estaba frustrada con la vida. Renegaba cada vez que recordaba lo que había pasado, porque en mi mente estaban sus palabras, ella decía que me quería, me había dicho que me extrañaba y hablábamos como si no hubiera pasado el tiempo y nos llevábamos tan bien como en el pasado. Yo pensaba, ¿por qué? Era la pregunta que residía en mi mente, yo creía que merecía una disculpa. Aún así, yo traté de no volver a pensar en ella aunque la extrañaba, aunque me había lastimado. La seguía queriendo. 

Nuestra amiga común quería volver a meterla al grupo de mi novela y la verdad a mí me parecía una situación por demás incómoda, estaba enojada con ella. Le dije a nuestra amiga común, que se disculpe conmigo, de lo contrario no lo permitiré. ¡Demonios! En el fondo quizás quería hablarle de nuevo o simplemente pensaba que ella no aceptaría que se había equivocado, yo aceptaba que no debía haber confiado en ella solo por las memorias del pasado. Pero tontamente volví a caer, ¿por qué no velé por mi propia seguridad? ¿Por qué no solo dije no? 

¿Por qué tuve que ceder a la petición de esa amiga común?

Aquí es donde va la frase, el camino al infierno está hecho de buenas intenciones. Cuando el espejismo volvió a hablar conmigo, después de un rato de reticencia de ambas, poco a poco comenzamos a sacar sentimientos. Ella me dijo que me había amado desde hacía más de un año, dijo que se arriesgaría por mí, dijo que pronto estaríamos bien. Yo traté de creerle, traté de confiar aunque todos me decían que no lo hiciera, incluido tú, pequeño querido gato naranja. 

Cuando dudaba, releía nuestras conversaciones, ella me decía que esta vez valía la pena, yo le advertí que ya no soportaría otro golpe. Estaba ofreciéndole lo último de la confianza y amor que podía tener mi pequeño lobo. Ella lo sabía, se lo dije y cuando dudaba o cuando los demás decían que no confiara en ella. Yo releía sus palabras que eran como un salvavidas, un salvavidas que me daba la confianza para nadar en ese bravo mar que me daba miedo. Ella jamás se disculpó, pero me agradeció por haber soportado sus abandonos, prometió que no volvería a lastimarme...

Cuando tú, pequeño gato naranja me decías que no confiara en ella, yo te decía, "pero ella me dijo que esta vez lucharía por mí."

Yo siempre me agarraba de eso, sin darme cuenta que cada una de esas frases dichas por el espejismo que yo usaba como escudo, eran como peldaños que me hacían subir cada vez más y más en un paisaje incierto hacia un trampolín a una piscina vacía. Esta segunda vez hace dos semanas, no volví a confiar completamente en mi amado espejismo, pero me aferraba a sus palabras para seguir luchando contra mis miedos e inseguridades, me aferraba al hecho de que ella estaba siendo paciente conmigo... me aferraba al hecho de que la amaba y creía sus palabras cuando me decía que me amaba. 

Cuando me bloqueó de repente sin una explicación, sin decirme nada, mientras el día anterior todo parecía estar bien... incluso en ese momento no lo creí. Incluso en ese momento pensé que no había sido ella. Pensé que había sido una equivocación, hasta que le pregunté a nuestra amiga común y ella me dijo que también había sido bloqueada. 

En ese momento, todas las buenas intenciones de mi espejismo, todas sus palabras; fueron solo leña y chispas que encendieron el infierno en mi corazón. Lo peor es que fue tal como le había advertido a ella, en verdad, fue lo último que soporté. Lo último que el lobo soportó.

Exploté. Me transformé en otra persona.

-Mirelle


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