Día 13

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Va y viene como olas...
Y yo me quedo solo para preguntarme por qué, ¿por qué lo intento?

La letra de mi actual canción favorita "Comes and goes" de Greg Laswell. A las personas que han tenido la paciencia de leerme hasta aquí, gracias por ello, es curioso ver que de alguna manera estos extraños relatos le llegan a alguien. Sin embargo, algunos se preguntarán cómo pretendo superar mis emociones si me la paso diciendo que extraño a mi espejismo, si me la paso diciendo que aún la amo y a la vez descargo enojos y emociones contenidas.

Precisamente lo hago para ordenar mis ideas, para tener claros mis sentimientos sin necesidad de negarlos, más bien enfrentándolos para darme cuenta qué cosas hago influenciada por mis traumas y qué cosas hago porque realmente siento algo más que "miedo a la soledad". Anoche lo tuve muy claro y es que, los traumas pueden jugarnos muy malas pasadas en los momentos menos esperados, en los momentos en que más sentimos que tenemos el control sobre las situaciones.

Yo había dicho antes que me había convertido en un monstruo, había dicho antes que el lobo que se dejaba utilizar y maltratar había muerto. Eso lo puse a prueba frente a la estatua el otro día. Ella regresó como cada mes para decirme que me extrañaba, en varias ocasiones anteriores, al menos los primeros meses luego de nuestra separación; yo dejaba que ella volviera a desenterrar mis sentimientos para luego abandonarme. Sin embargo, las tres últimas ocasiones yo simplemente le decía que no me molestara. Ella regresó hace unos días pidiéndome perdón por todo lo que había ocurrido y lo que me había hecho, le respondí que había perdido el tren. Luego me pidió otra oportunidad... yo me porté fría e incluso me hacía la burla de ella y su situación. En mi mente y corazón tenía el mismo pensamiento: "yo en estos momentos estoy tratando de superar a mi espejismo, la estatua quedó en el pasado".

Le dije que si quería algo, debía ganarse mi confianza, que yo no estaba para juegos, de lo contrario podía irse. Nunca antes había sido tan tajante con alguien a quien alguna vez solía querer, nunca antes me había importado tan poco que me volvieran a dejar sola. Aún así, en mi consciencia tenía el cuestionamiento: ¿qué podría yo querer de la estatua después de todos sus maltratos? Yo ya sé cómo es, yo ya sé de lo que es capaz, ¿es que la sigo queriendo? No. A quien sigo queriendo es a mi espejismo. ¿Es que quiero demostrar que ya nadie va a pisotearme? Sí. Así es como sentí que tuve el control, al menos por un instante. Porque yo ya no quería a alguien como ella en mi vida, porque yo ya sabía cómo era ella realmente y yo ya sabía que iba a manipularme.

Eso, hasta que mis traumas me traicionaron.

Su intención de ganarse mi confianza no le duró más de un día, lo cual no me sorprendió, a decir verdad. Durante todo ese día yo sabía que no me afectaría si ella decidía irse, ¿por qué acepté darle la oportunidad? No lo sé, la razón que ha rondado mi cabeza es porque quería distraerme del recuerdo del espejismo, pero vamos. Ya me había resultado mal una vez... resultaría mal dos veces.

Yo llevaba el control de la situación, me portaba fría y no me afectaba. Durante la noche, le recriminé a la estatua lo que yo estaba haciendo en realidad: que me estaba usando para olvidar a alguien más. De alguna manera y no importa mucho entrar en detalle, de alguna manera ella dijo que mejor ya no intentáramos nada. Yo fingí que me importaba... y de pronto ella me bloqueó.

Malditos traumas. Recordé lo ocurrido con el espejismo y me desesperé, por un momento sentí que estaba en esa situación nuevamente. Ya me vi rogándole para que no se fuera, sintiéndome de nuevo como ese lobito apaleado y a punto de morir. Sabía que estaba mal lo que estaba haciendo, sabía que ni siquiera iba con lo que sentía porque yo a la estatua ya no la quería y menos aún era correcto que me reclamara por nada pues quien había fallado siempre fue ella. Pero mi mente estaba en blanco y solo luchaba porque no me dejaran sola.

No sé en qué momento me di cuenta de lo que estaba ocurriendo. No sé en qué momento fui consciente de que no le pedía que se quedara por amor, sino por trauma. Fue ese momento en que dejé de rogar, le dije que ya no me buscara y me fui para poder recuperarme del malestar que me había causado aquella regresión. No me sentía triste porque la estatua se hubiera ido, sino porque había revivido esos momentos con mi espejismo, porque había vuelto a caer en aquél patrón del miedo a la soledad.

Sin embargo, después de auto flagelarme moralmente por horas, reconocí una pequeña victoria. Por primera vez me había dado cuenta que actuaba por trauma y no por amor, por primera vez pude actuar en dirección contraria a mi configuración neuronal predefinida desde que era rechazada cuando era pequeña. Fue la primera vez que mi cerebro envió otro tipo de señales y me recuperé.

No tenía por qué sentir que me había fallado a mí misma de nuevo, sino tomar en cuenta mi victoria. Después de todo, toda transformación conlleva sus altos y bajos, ¿verdad? Respecto a la estatua, no diré más, yo en verdad ya no siento nada por ella y aunque lo hiciera, estoy segura de que no la quiero en mi vida.

Ya no más.

—Mirelle

Días de PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora