Un día como los demas

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  Un suspiro se me escapa con el sonar de la campana al momento de abrir la puerta. Había esperado tanto tiempo para este momento, y finalmente había llegado. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que visité el lugar. El rodaje de mi última película me había absorbido por completo, mucho más que cualquier otra, siendo lo único en mi vida por los últimos meses.
       Como de costumbre, paso desapercibida, cosa que he de admitir, me fascina. Apresuro el paso hasta la barra, con tal emoción que el corazón me latía ferozmente. Mi mejor amigo se encontraba al otro lado.
       Tomo asiento en una de las muchas sillas de cojín azul en la barra, justo al lado de la rocola. Aquella vista, como la había extrañado. La colorida máquina de música, y el sonido de las muchas voces al hablar al mismo tiempo; el olor de la cocina, y de café recién hecho. Y los hermosos cuadros de época que acariciaban las paredes. Me pecho se llenó de alegría, y no pude sentirme más que como en casa. Una sonrisa decora mi rostro al recordar lo mucho que extrañaba el lugar. Pero aún faltaba lo mejor. Aún faltaba encontrar a John.

      John White, mi mejor amigo. La mejor persona que he tenido el placer de conocer. Nos conocimos en este mismo lugar hace algunos años. Yo no era la persona que soy el día de hoy, y mi vida laboral estaba cruzando por una rocoso camino. Cuando lo conocí dentro de estas hermosas paredes, era tan, pero tan solitaria, que ni mi propia familia me quería cerca. Pero a John no le importó. Estuvo ahí cuando nadie más lo hizo, a mi lado. Hemos vivido tantas cosas juntos, pasado por tantas cosas buenas y malas, que no puedo imaginar la vida sin él. Creo fervientemente que hay un vínculo invisible que nos une, y que siempre estuvo ahí, esperando a que nos encontráramos. Es el hermano que nunca tuve.

     Mi mirada busca apresuradamente el menor rastro de él sin éxito alguno. Observo algunos rostros familiares, pero no a quién realmente quiero ver. Todo el personal me es familiar, a excepción de algunos nuevos rostros, y no puedo evitar que las esquinas de mi boca se arqueen en una sonrisa el verlos. Todos y cada uno de ellos saben a quién busco, sin embargo, al no encontrarlo, otra persona toma mi orden. Steve, con quién tengo una bella relación amistosa, toma mi pedido no sin antes saludarme y conversar un rato conmigo. Como extrañaba nuestras conversaciones.

—¡Grace! —ahoga un grito— ¡Lograste venir!

      Nos toma por sorpresa tanto a mí como a Steve, dándonos un susto. Al verlo, escalofríos corren por mi cuerpo entero, y me siento llena de alegría y felicidad. Rápidamente me levanto de mi asiento y corro a su encuentro.

— ¡John!— me abraza y besa me mejilla— No tienes idea de cuanto de he extrañado.

— No tienes idea de cuanto yo te he extrañado, ingrata. Me tenías tan incomunicado, tan solito.

      Suelto una carcajada.

— Las cosas no son lo mismo sin ti—besa mi mejilla.

— Me hiciste mucha falta, John. Mucha falta.

— Cuéntamelo todo, ya que hacer una sola llamada telefónica te costó tanto.

     Tomo asiento y él su lugar en la barra, con la promesa de que lo pondré al tanto de todo lo que ha pasado en los últimos dos meses. Habían sido los más pesados y estresantes de todo el rodaje, y eso ni hablar de todo el trabajo de edición restante. Una sola llamada me habría costado mucho cuando no podía dormir más de tres horas, y aún quedaba trabajo por hacer.
     El final, es lo que realmente quiere escuchar, lo único de lo que no le había hablado. Aunque el final del que habla, no es final de la película. A pesar de lo que a muchos les gusta imaginar, las películas no siempre se filman en el orden en el que aparecen en el filme. Todo es "una mezcolanza tremenda" como decía un amigo mío.
     Le cuento algunas cosas graciosas que pasaron, y unas cuantas que me estresaron más que ninguna. Las palabras salían fluidamente de mi boca, y los recuerdos se reproducían en mi mente mientras hablaba sobre ellos. Tuve cuidado con no contarle nada de importancia sobre el filme, para no arruinar en lo más mínimo la historia y su desenlace. Y mientras lo hacía, me invadía la emoción por que la viera y viviera en la piel y cuerpo de los personajes principales, pues estaba segura de que cada actor había hecho su trabajo de maravilla.
      Pierdo la noción del tiempo al hablar con él, y el mundo a mi alrededor se desvanece. John había dado orden de que, para poder disfrutar al máximo mi visita, alguien más estuviera al pendiente de los clientes y que no se le interrumpiera a menos que alguien solicitara específicamente hablar con el gerente. No obstante, justo en la cúspide de la conversación, es requerido en el campo y nos vemos obligados a dejar el tema para más tarde.
      
—Lo siento, tengo que atender— menciona antes de marcharse.
    
—Me temo que ser gerente tiene sus pros y sus contras— pensé.

Michael Jackson| Mi Otra MitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora