¿Qué siento realmente?

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— ¡Gracias! — digo mientras me despido con la mano y él hace lo mismo. Que mal se sentía tener que marcharse después de tanta diversión.

Tomo la llave correspondiente y la introduzco en el cerrojo. Volteo hacia el carro que me esperará hasta que entre, para despedirme una última vez y agradecer de nuevo. Una vez que hago esto volteo de nuevo y abro la puerta y cuidadosamente la cierro por detrás, apenas entro y escucho el carro irse.
Camino el corto pasillo hasta entrar a la cocina, dejo mi bolsa en la mesa y me sirvo un vaso de agua. La sonrisa aún no se borra de mis labios, no puedo evitar sonreír, no después de eso, la pase muy bien y me divertí mucho, además de que en su compañía, no se porque, pero no podía evitar sonreír.
Me sirvo un vaso con agua y me siento en la mesa con la sonrisa aún más grande, y los recuerdos de la cena frescos, he de verme muy tonta, pues estoy mirando a la nada con una sonrisa de oreja a oreja y algunas veces riendo. No se cuanto tiempo duro así, pero no es mucho, unos pocos minutos tal vez.
Es entonces cuando escucho las pisadas que reconozco al instante, Rocky, mi hermoso y gran Rottweiler corriendo a saludarme a saludarme

— Hola hermoso — digo poniéndome de rodillas en el momento en el que viene hacia mí y se tira de panza— ¿Te portaste bien? — pregunto haciéndole cariños con los cuales podía ver su sonrisa

— No he podido frenarlo — dice mi amigo riéndose, con lo que me percato de su presciencia

— ¿Se la pasaron bien?— digo al tiempo que me levanto, dejando a mi hermoso compañero tirado en el suelo

— Sí- dice — vimos películas, ¿Tú? — me pregunta con una cara graciosa

— La pase muy bien — digo todavía sonriendo - me divertí mucho

— ¿Ah si? — dice alzando una ceja- cuéntamelo todo

— Está bien — digo sonriendo — pero primero tengo que sacar a Rocky

— ¿Porqué ? — dice en un tono triste — se ha portado muy bien, se va a quedar ahí sentado ¿Verdad Rocks?

— Okay- digo — Siéntate Rocky — y al decir esto se sienta. Rocky era un perro muy bien entrenado

— Ahora si, dímelo todo — dice antes de tomar asiento y yo hacer lo mismo

— Okay, bueno, fuimos al restaurante que siempre me llama la atención ¿Sabes cuál?

— Sí, el que siempre te llama la atención pero al cual nunca has ido

— Sí, ese — digo — un empleado nos llevo hasta una "sala" — digo la última palabra haciendo las comillas con mis dedos — donde ambos tomamos asiento. En un principio no hablamos de mucho, me preguntó si me gustaba el lugar, a lo cual yo respondí que sí, que era agradable. El dijo que le gustaba más tu cafeteria

— ¿Enserio? — pregunta alzando una ceja

— Sí, parece estar fascinado con ella

Le cuento lo demás sin mucho detalle, sobre la cafetería, Eddie, y sobre la pregunta que me había hecho: si éramos novios. Al decirle lo último torció los ojos, como era de esperarse "Todo el mundo lo piensa" contesta, y tenía razón.
   Le cuento que tomamos y que debieron de haber pensado los clientes sobre nuestras carcajadas incesantes. No entro en detalles, bueno, por lo menos hasta llegar a la parte de los granos de elote.

— ¿Entonces comenzaron a aventarse los elotes?— pregunta muriendo de la risa — ¿Enserio?

— Te lo juro — digo riendo yo también al recordar lo sucedido — nos aventamos los granos hasta que se nos acabaron, o al menos a él

Michael Jackson| Mi Otra MitadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora