Michael Jackson| Mi Otra Mitad

Cuatro paredes

Mis queridos lectores, gracias por leer de nuevo. Lamento haber tardado tanto en actualizar, he tenido unos días de locos. Como les prometí, algo importante se encuentra por aquí.
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— Anda, dime, por favor — le ruego. Su cálida cabeza reposa en mi regazo, permitiéndome ver su perfecto rostro mientras me regala una sonrisa que muestra sus hermosas perlas dentales.

— No— alarga la palabra al tiempo que ríe. Realmente no me lo quería decir. — ¿Que no has escuchado que si lo dices no se cumple?

— Michael — alargo su nombre con la esperanza que se apiade —. Dime, por favor. No se lo diré a nadie.

— Me encantó el chocolate, gracias — trata de despistarme con sus alagos— y me fascina tu jardín.

— La adulación no será efectiva esta vez, Michael— río y lo empujo levemente con mi pierna, levantando así un poco su cabeza con cuidado de no lastimarlo, y él en respuesta solo ríe más.

— Auch— ríe.

— Está bien, no me lo digas.

— Okay, okay, te lo diré— mi rostro se ilumina en una sonrisa— yo desee —pausa dramáticamente— mi deseo fue que no preguntaras por él.

    Pongo mis ojos en blanco, mientras que él solo ríe ante mi reacción. Diablos, era solo un niño en el cuerpo de un adulto, el alma de un infante en el cuerpo de un viejo, y no obstante, era tal su madurez, su sabiduría, y su paciencia que cualquiera hubiera pensado que sería un alma vieja en el cuerpo de un joven. Es por ello que es difícil explicar como es su alma, un alma tan vieja y sabia, pero a la vez tan joven e inocente. Es como si el supiese cuando adoptar que conducta, puesto que cuando se le preguntan cosas relacionadas con su trabajo o con la espiritualidad su voz se torna más grave y su expresión cambia; sus ojos comienzan a brillar con hermosura, y su ser sabio sale a la luz. Sin embargo, la mayoría del tiempo es como un niño inocente y puro, sin malicia, y que siempre busca ver lo bueno de la gente; un corazón puro y blanco.
Sus ojos avellana brillan con encanto y hermosura, la manera en la destellan. La beldad de sus ojos es tal que por un segundo creí que me quedaría ciega, que jamás volvería a ver nada más en mi vida, pero aquello no me preocupó en lo absoluto, pues ¿qué más querría ver después de ver esos hermosos ojos destellantes?

— Solo bromeo— cambia de posición, se incorpora y toma una actitud un tanto más seria. Se sienta a mi lado, con los brazos sobre sus piernas elevadas en forma de escuadra, y se limita a mirar las estrellas.

—No tienes que contármelo si no quieres hacerlo —culpa se nota en mis palabras. Solo quería tener algo sobre que reír y hablar, pero ahora parezco haberlo molestado. Sin querer hacerlo me encojo de hombros y me protejo con mis brazos, haciéndome bola en mi lugar—solo estaba jugando.

—Solo desee que John pueda encontrar su paz, que pudiera encontrar su felicidad, y que las cosas con su madre mejoren; no estén tan mal, que no sea tan tarde —hizo una pausa para mirarme — desee que no te sintieras tan culpable por todo lo que está pasando alrededor suyo y que, al igual que él, puedas encontrar tu paz y tu felicidad.

"No me gusta verte triste, no lo soporto. Es como si te sintieras culpable de todo lo que le está pasando a John, como si te sintieras mal contigo misma por ser feliz dentro de la tempestad, por no estar todo el tiempo con él, a pesar de que lo estás. No necesitas decírmelo, puedo sentirlo, lo sé. Pero al mismo tiempo te sientes mal por tener a otro amigo. No me mal interpretes por favor, no quiero decirte nada malo, solo quiero decir que no debes sentirte mal. Todo lo que haces es por él, y aún así te sientes mal por no ser una buena amiga. Eres muy buena amiga, Grace, y eres muy fuerte. Eres muy fuerte.