Capitulo catorce

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Capítulo 14
¡Tengamos una tarde de chicas! y otros malos planes, con Chloe.

—¡¿Puedes dejar de jugar al Candy Crush y prestarme atención cinco minutos, por favor?!

Por fin, Nathan levantó la mirada de su teléfono y se enfocó en mí.

—Tengo vidas infinitas por dos horas, no molestes.

Tuve que frenarme para no revolearle un secador de pelo por la cabeza. Dios.
Hablar con él era como hablar con una pared, no había diferencia alguna.

—¡Britt!

¡Solo estaba pidiendo que deje de ser tan desordenado, no pedía ninguna clase de milagro! Era el único día que podíamos usar para desmantelar el caos de nuestra habitación, ¡pero el tonto no quería cooperar!

—Estoy ocupado.

«Cálmate. No puedes golpearlo con el secador en el rostro. Su fea cara es su material de trabajo. Lo arruinarías. Y si tuvieras que pagar la reconstrucción, te dejaría en la ruina. Calma.»

Bien, así eran las cosas. Si al fin tenía un día libre, no lo iba a malgastar renegando con mi imbécil compañero de cuarto.

Huí de la universidad y todo lo que me recordaba a ella y, cuando me di cuenta, ya estaba enfrente de la casa de mi mejor amiga. Toqué el timbre un par de veces, pero no hubo respuesta. Volví a tocar repetidamente y escuché un gran “voy” desde la habitación de arriba. Segundos más tarde, ella salió con su pijama de ositos y su cabello despeinado.

—¡Stephy! —se fregó los ojos con las manos—. ¿Qué haces aquí? ¡No me digas que te escapaste!

—No me digas que estabas durmiendo —contesté, igualando el tono de reproche que usó contra mí.

—Tal vez —dijo riendo—, pasa.

Entré a su casa, por lo menos estaba más ordenada que la última vez que vine. Ella cerró la puerta detrás mío y despareció un segundo hacía la cocina.

—¿No deberías estar en el instituto? —me dijo extendiéndome un paquete de galletas de chocolate.

—Nos dieron el día libre.

Su cara se iluminó.

 —¡Entonces tengamos una tarde de chicas, como en los viejos tiempos! —abrió los ojos, como si la idea más maravillosa aterrizó en su cabeza— ¡Tenemos que ir de compras!

Chloe era la chica loca por las compras. No al punto superficial, sino algo normal, le fascinaba la moda e imponer tendencias. Yo adoraba eso de ella.

—No tengo dinero —solo tenía lo suficiente para sobrevivir los dos meses y no pensaba arriesgarme.

—Nah, no te preocupes. ¡Yo pagaré si algo te gusta! Tómalo como un agradecimiento y un regalo adelantado de cumpleaños. Espera, me voy a cambiar —entonces, desapareció por las escaleras, demasiado entusiasmada como para negarme.

—¡Estás loca! —fue lo último que pude gritar antes de escuchar el sonido de la puerta cerrándose.

Chloe bajó corriendo las escaleras vestida con un pantalón corto negro y una camiseta a cuadros amarrada en el estómago unos diez minutos más tarde. Hacía como 15 grados afuera, a esa chica si que iba a agarrarle una pulmonía.

—¿Vamos? —me dijo mientras abría la puerta, sonriendo radiante.

La amenacé, diciendo que si no se ponía un abrigo encima yo no saldría a ningún lado. Ella bufó, pero me hizo caso. Asintiendo complacida, me levanté del sofá y la seguí hasta el garaje. Decidí esperarla afuera, mientras se me ocurrió algo:

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⏰ Última actualización: Sep 08, 2020 ⏰

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