Capítulo doce

59 4 0
                                    

Mientras el auto avanzaba lentamente por las ajetreadas calles de New York, Haymitch Abernathy Everdeen estaba perdido en sus pensamientos, sin registrar nada de lo que pasaba a su alrededor. Ver a Peeta Mellark tan perdidamente enamorado de su hija le recordó a si mismo hace más de treinta años atrás. Si, porque él estaba seguro que el rubio jefe de su hija estaba perdidamente enamorado de ella. Había reconocido en su mirada el tormento que solo tiene quien se debate entre darle rienda suelta a sus deseos y ahogar sus sentimientos para no sufrir más. El mismo había estado en ese lugar. Sabía de que se trataba. Cada poro de su cuerpo se estremecía ante el recuerdo tan vivido de ese día. Podía repetirlo en su mente una y otra vez y siempre lo sentía tan real. Ese día, el día que había sellado su destino para siempre.

-Haymitch... ¡Haymitch! ¿Me estás oyendo? –Le decía una Effie muy enfadada.

-Disculpe Srita. Trinket. Es que estaba pensando en todo lo que debo resolver antes de partir. –Le dijo mintiendo descaradamente. Solo se había perdido en el brillo de sus ojos. La miraba absorto, pero no sabía que le estaba diciendo. Solo quería absorberla con la mirada, recordar cada detalle suyo para no sufirla tanto; aunque sabía que eso era inevitable.

-Haymitch, ya déjate de bobadas... nadie nos escucha... -la angustia se colaba por su voz.- No puedes irte... ¡No puedes dejarme!

-Preciosa... -dijo mientras tomaba su rostro con ambas manos. Le hablaba bajito y con la voz rota.- no puedo, pero debo hacerlo. No puedo condenarte al abandono y la humillación. Tu padre no está jugando y lo sabes.

-¡No me importa mi padre! Solo quiero estar contigo... -Decía la castaña lastimeramente.- No quiero pertenecer a una familia a la que no le importa mi felicidad... Sabes de sobra que no me importa el dinero. Lo que haya que pasar lo pasaremos juntos.

-¡Por un demonio Effie! –Estalló de ira.- ¡No sabes lo que dices! Las calles no son fáciles y menos para una chica como tú.

-¿Una chica como yo? ¿Qué quieres decir Haymitch? ¿Acaso crees que no te amo lo suficiente como para soportar lo que venga? –Effie se había enojado.- ¿O es que acaso ya te has aburrido de mí y quieres huir a los brazos de otra mujer? ¡Dímelo!

-¡No es eso! ¡No digas bobadas! Solo... Solo es que no puedo, no quiero verte privada de esa ropa costosa que tanto te gusta, alejada de tus amistades más cercanas y abandonada a su suerte por tus padres. Te amo demasiado como para ser egoísta. No me lo hagas más difícil princesa... Por favor.

-Si me amas como dices... No me dejes. Confía en mí. –Su mirada determinada lo convenció.

La voy de una Effie preocupada lo sacó de su ensoñación y poco a poco sintió el calor de la mano de ella apretando la suya como si de ello dependiere mantenerlo a su lado.

-¿En que estabas pensado cariño? –Le preguntó su esposa preocupada.

-En ti... En mi... -Respondió mientras se le formaba una sonrisa que la tranquilizaría. –En Katniss...

-Hablando de Katniss, ¿Cómo sabías que su jefe iba a pasar a recogerla? ¿Y cómo la dejaste con él luego del mensaje que le mandó?

-Preciosa, ¿Confías en mí? –Prosiguió cuando su esposa asintió con la cabeza.- Si confías en mi, debes confiar en él. No le hará daño, al contrario...

-¿Cómo sabes eso? ¿Qué está pasando aquí Haymitch Abernathy Everdeen? –lo increpó con su vocecilla mandona y característica.- No te habrás mandado una de las tuyas ¿Verdad? ¿Cómo obtuviste su número? ¿Cómo lograste que te atienda si ni a tu hija atendió?

Amar después de amar (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora