Capítulo diecisiete

73 9 3
                                    

No podía dormir más. Desde que había finalizado la universidad, que no dormía toda una noche en un sillón. Bah, lo que se dice dormir, no había podido; solo había descansado un par de horas. Quiso mantener la mente en blanco por lo que decidió salir a correr. El "Grand Hotel Vesuvio" se encontraba en el Golfo de Nápoles, ubicación que le ofreció a Peeta unas vistas maravillosas que engañaron su mente por más de una hora, tiempo que duró su recorrida por la costa. Cerca de las 8.30 de la mañana volvió a la habitación. Estaba con la energía renovada y de muy buen humor. No había pensado en nada y tampoco quería. Su mente se hallaba despejada por primera vez en mucho tiempo. Comenzó a desvestirse camino al baño, pero recordó que cierta castaña que lo traía loco se hallaba allí con él y decidió terminar de quitarse la ropa lejos de su vista. Ella estaba durmiendo, por lo que trató de hacer poco ruido para tener unos minutos más de calma en su agitado corazón. Antes de bajar a desayunar le escribió una nota pidiéndole que lo alcance en la terraza.

...****...

Oyó el ruido de la puerta al cerrar y antes que pudiese abrir los ojos, lo oyó acercarse a la cama. Sin que la viese, lo pispió mientras se desvestía. Lo hacía en el baño, pero pensando que ella estaba dormida había dejado la puerta abierta por lo que su imagen se reflejaba en el espejo que Katniss tenía en el lateral de la cama. Lo vio y lo disfrutó a sus anchas. Su cuerpo empapado de sudor brillaba y su pelo despeinado caía en ondas sobre su cara. La castaña maldijo lo hermoso que era hasta haciendo las acciones más mundanas que podían existir. Peeta Mellark captaba la atención aún sin quererlo y cuando no quería era aún más atractivo. Mientras el tomaba su ducha, ella se debatió en levantarse o no. Decidió mejor dejarlo irse porque todavía no sabía cómo reaccionar ante él después de lo ocurrido anoche. El rubio salió del baño con un pantalón de franela gris y una simple camisa blanca. Se puso el cinturón mirándose al espejo por el que la propia Katniss lo había estado espiando y se sentó en la cama a su lado para ponerse los zapatos negros. Tomó una americana gris y parecía irse, cuando de repente volvió para escribirle una nota y dejársela en la mesa de noche, haciendo que a ella en una fracción de segundo la mente se le llenara de ideas terribles. Le pareció que transcurría una eternidad hasta que oyó el sonido sordo de la puerta al cerrarse. Se incorporó de golpe tomando la nota velozmente en sus manos.

"Querida Katniss,

He bajado a desayunar a la terraza del hotel, espero que quieras acompañarme. Si no es por mi compañía, al menos baja para disfrutar de las maravillosas vistas que hay desde allí. No importa la hora que sea. Te estaré esperando.

Peeta Mellark."

Una nota corta, simple y sencilla; pero que ratificaba la decisión que hubiese tomado antes de dormirse. Mientras se vestía, agradeció a su madre por armar sus maletas. Ella había insistido en poner sus usuales atuendos informales y su madre había armado la maleta con hermosos conjuntos casuales pero delicados ¡Todo bien europeo! Pensó para sus adentros. Poco más de media hora después estaba parada en la puerta de la terraza, buscándolo con la mirada. Vio unos cabellos rubios ser sacudidos por la calurosa brisa de primavera y dando un suspiro, hacia allí se dirigió resonando con sus bailarinas la piedra del piso, no sin antes acomodarse su vestido para estar perfecta ante el dueño de los ojos azules que tanto le gustaban.

...****...

Todavía no había pedido el desayuno. Había optado por un jugo de naranja exprimido mientras leía el New York Times que le habían traído. Con las gafas de sol puestas, disfrutaba de su lectura bajo el cálido sol de primavera hasta que sintió su presencia aún sin verla, tal cual siempre le ocurría.

-¿Llego tarde? –Le dijo la voz que sonaba dubitativa a sus espaldas.

-Para mí siempre llegas tarde porque siempre quiero que llegues antes. –No era el comienzo que hubiese querido, tampoco la respuesta que hubiese querido darle. No reconocía su propia voz, que llena de añoranzas le daba más alas a las esperanzas de Katniss.

Amar después de amar (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora