Capítulo veintidós

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Durante el almuerzo, en Nueva York, Johanna estallaba de furia ante la preocupada mirada de Annie y Madge. Cada una preocupada por algo distinto, pero las tres mujeres acababan de ganarse una noche sin dormir.

-¡Voy a cortarle las pelotas a Peeta Mellark si llega a lastimar a Kat! ¡Es un imbécil de los grandes! –Espetó Johanna.

- Johanna, ¿Quieres calmarte? –Le exigió Annie mientras Madge oía sin dar crédito de lo que pasaba.

-Voy a calmarme cuando le cante las 40 a ese imbécil. –Le dijo a la pelirroja echando fuego por los ojos, para luego girarse y dirigirse a su amiga que estaba todavía en siliencio. -Mad, deberías decirle a Gale para que sus puños le expliquen cómo se trata a una mujer. -La morena estaba enajenada. Sabía que Peeta era uno de esos hombres de los que ninguna mujer debía enamorarse y se lo había dejado claro a su amiga; pero también sabía que Katniss nunca había tenido chance. Sabía que se había enamorado ni bien lo había visto en el ascensor. La electricidad entre ellos podía palparse y nadie que los había visto juntos había podido evitar ver esa chispa que salía cuando estaban juntos.

-Creo que deberíamos estar ahí para ella cuando vuelva. No llenarle la cabeza con cosas que evidentemente todos ya sabemos. Finnick está tratando de evitar todo esto. Incluso a riesgo de pelearse con Peet. –Annie estaba enojada e incómoda pero trataba de poner su cabeza en frío para tratar de minimizar todo el sufrimiento de su nueva amiga.

-Annie tiene razón, Jo. –Madge intentaba razonar con su amiga que estaba encolerizada poniendo paños fríos pero lo único que lograba era echarle más nafta al fuego.

-No voy a dejar que la lastime. Ya mismo voy a hablar con Kat. Se merece que ese idiota le explique las reglas del juego en la cara. –Sentenció Johanna tomando su celular mientras se levantaba enojada tirando su taza de café casi sin tocar.

-Esto va a ser un desastre. –Dijo la cobriza, que se arrepentía de haber hablado esto con las amigas de Katniss.

-Esto va a ser peor Ann. Solo nos queda rezar. –Madge miró a Annie negando con la cabeza, mientras salía por la puerta siguiendo a Johanna que había salido del café como alma que lleva el diablo.

...****...

Venían caminando de la mano riendo de un mal chiste de Peeta, cuando llegaron a los pies del Duomo de Amalfi y antes de poner un pié en el primer peldaño de las escaleras, él la soltó repentinamente como si su mano le quemara.

-¿Qué sucede Peeta? –Dijo la castaña extrañada. No le había gustado nada esa pequeña actitud de Peeta y no se la iba a dejar pasar porque olía un trasfondo mayor detrás de ese simple gesto.

-Nada. Vamos que hay muchos peldaños que subir. –Dijo dándose la vuelta para seguir mientras ella seguía estática a los pies de la escalera. –Katniss, ¿Quieres que te suba a cuestas? –Su sonrisa indicaba que le parecía una idea muy divertida y que realmente estaba dispuesto a hacerlo.

-¡Me soltaste la mano como si tuviese lepra! –Se quejó como una niña pequeña y caprichosa haciendo berrinche.

Peeta estalló en risas y bajó los escalones que había subido. –Tienes razón, pero no me culpes... ¡Culpa al Duomo!

-¿Qué culpe al Duomo? ¿Es enserio? –La castaña no entendía nada. -¿No tienes una excusa mejor?

-Veras... -Dijo el rubio quitándose las lentes de sol para mirarla a los ojos. -Según una vieja leyenda, si dos enamorados suben las escaleras del Duomo de Amalfi de la mano, no se casarán nunca.

¿Qué? ¿Qué había dicho Peeta? Ella debía haber oído mal... Peeta Mellark hablando de enamorarse, de matrimonio y con ella. ¡Esto no podía ser! -¿Y eso que tiene que ver con nosotros Peeta? Que yo sepa tu y yo solo estamos pasándola bien –Dijo tratando que no se notara que se le estrujaba el corazón de felicidad de solo pensarlo. Sabía que no tenía chance, por eso no quería dejar que Peeta la ilusionara para luego romperle en cien mil pedazos el corazón.

Amar después de amar (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora