Harry y Severus quedaron igual de sorprendidos. Potter tuvo que obligarse a resistir la tentación de voltear a mirar a Snape para ver si este estaba igual de sorprendido que él.
—¿Lo dices en serio?—Harry se sorprendió de lo brusca que sonó su voz—.
Ginny lo miro, ofendida.
—Si te desagrada tanto la idea...
—¡No, no se trata de eso!—se apresuró a negar Potter; ni siquiera había tenido tiempo para pensar como lo hacía sentir la idea de salir con la pelirroja—. Es solo que... no pensé que me vieras de ese modo.
—Ayer te la follaste como si no hubiera un mañana, ¿Cómo creías que te veía?—cuestiono Snape en tono sarcástico, apoyando la cabeza sobre la palma de la mano y paseando la mirada entre Harry y Ginny. No le gustaba nada la idea de que Potter saliera con ella... porque él tendría que ir con ellos, claro—.
Ginny miro a Harry con una ceja enarcada, probablemente pensando lo mismo que Snape.
—¿Y cómo pensabas que te veía?—cuestiono la chica. Potter supo que si no contestaba lo que ella quería, se metería en un gran problema—.
—Yo... no sé, no sé. Pensé que habías dejado de pensar en mí de una forma romántica luego de que rompiéramos. Todo ha sido tan normal entre nosotros este tiempo que pensé que lo habías superado—admitió Potter. Él lo había superado, sin duda. Al menos había dejado de suspirar el nombre de la chica en las noches—.
—Siempre me has gustado, Harry; no creo que eso sea algo que vaya a cambiar... pensé que podríamos... no sé, volver a intentarlo, ahora que no hay una guerra de por medio. ¿Tú que dices?
Harry se petrifico ante la mirada expectante de la chica. ¿Qué decía él? Pues que hasta hace cinco minutos estaba fantaseando con follarse a Snape. Potter no creía que esos fueran los cimientos más fuertes para empezar una relación.
Se forzó a sonreír.
—Podría ir contigo este fin de semana... y ver que tal—acepto Potter y recibió una sonrisa por parte de la chica—.
—Genial, me alegro de que hayas aceptado—dijo, levantándose y depositando un corto beso sobre los labios de Potter—. Voy al tocador, no aproveches mi ausencia para huir—dijo, guiñándole el ojo, antes de alejarse. Potter se preguntó si sus caderas siempre se habían movido tanto al caminar o si la chica lo hacía apropósito para atraer su atención. Cualquiera que fuera el caso, había logrado captar la mirada de Potter. Snape, por su parte, ya no consideraba tan bonito el trasero de la chica—.
—Eres el gay más extraño que he conocido—soltó Snape en cuanto Potter salió de la hipnosis del cuerpo de la pelirroja—.
Potter le echo una mirada despectiva.
—Tu tampoco eres el ejemplo perfecto de un gay—replico—.
—¡Pero yo no soy gay!—replico Snape en tono brusco, cruzándose de brazos—.
—grandes noticias: yo tampoco—replico Potter, dirigiéndole una mueca desdeñosa—.
Snape gruño y bufo, pero no le dijo nada.
Potter lo miro sin entender que era lo que lo había hecho enojar ahora. Tampoco se preocupó mucho. En su experiencia, Snape estaba enojado el 99% de las veces. El otro 1% estaba durmiendo.
Luego de varios minutos, cuando Harry ya estaba por ir a ver si Ginny estaba bien, un camarero paso y le entrego una hoja de papel doblada.
"Lamento haber tenido que irme, pero el deber llama. Nos vemos el fin de semana, ponte guapo para mí, Potter.
G.W.PD: no me has llamado cielito, pero te invitare la comida de igual manera".
Harry no pudo evitar sonreír. Snape no pudo evitar gruñir.
—Que cursilería—gruño el ex/futuro profesor—.
—A mí me parece tierno—replico Potter, y noto que alguien lo miraba mal. Procuro hablar más bajo y disimular más—.
Severus puso los ojos en blanco.
—Claro que a ti te parece tierno. Eres tú.
—¿Qué te hace pensar que sabes quién soy?—cuestiono Potter, mirándolo de forma desafiante—.
—Simplemente cállate y vámonos—replico Snape, poniendo los ojos en blanco, queriendo disimular el hecho de que realmente no conocía a Potter—.
. . .
—No quiero ir a esa estúpida fiesta—se quejó Snape, tirándose en la cama. Miro disimuladamente a Potter, quien se estaba cambiando luego de ducharse—.
—Pues yo sí, y hasta donde sé, soy el que da las órdenes porque soy completamente corpóreo en esta realidad—replico Potter, abotonándose la camisa—,
—Eres un asco, Potter—gruño Snape—. Espero que la pelirroja te contagie algo doloroso e incurable.
—Gracias por los buenos deseos—replico el chico con la cabeza dentro del armario. Estaba buscando una corbata, y las únicas que entraba eran corbatas viejas y olvidadas de Slytherin—. ¿Has visto alguna corbata por aquí?
Snape bufo y se levantó. Empujo a Potter a un lado y le busco una corbata.
—Toma, combina con tus ojos—dijo en tono burlón Snape, pasándole una corbata verde botella que ciertamente combinaba con sus ojos—.
—Gracias.
—¿Ya podemos no-ir?
—no.
Snape resoplo y se dejó caer en la cama nuevamente.
—Extraño tanto mi realidad—murmuro y luego suspiro. En aquel momento daría cualquier cosa por poder estar en la mansión Malfoy junto a Lucius. Realmente extrañaba al rubio, cosa que pensó que nunca haría—.
—¿Cómo era?—pregunto Potter, sorprendiéndolo—.
—No sé. Muchas veces la odiaba. Servir a los mortifagos no fue tan emocionante como había esperado; era prácticamente una reclusión voluntaria en la mansión Malfoy junto a una parda de adolescentes... pero lo extraño. Sobre todo a Lucius, lo que es impresionante—relato el chico. Ni siquiera sabía porque le estaba contando aquello a Potter... pero se sentía bien decirlo en voz alta—. Extraño poder sentir las cosas. Nunca hubiera sospechado que eso me importaría tanto... pero extraño la suavidad de las colchas, el calor del fuego, el frio de las paredes...
En mitad de la revelación filosófica de Snape, alguien toco la puerta. Harry no lo pensó dos veces antes de ir a abrirle la puerta a Ginny y Severus cerró la boca. Quizá los Potter estuvieran destinados a dejar todo de lado por pelirrojas, y quizá aquellas palabras estarían destinadas a quedarse en la garganta de Severus.
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Dos Pizcas de Confusión y Una de Muerte
FanfictionLuego del final de la guerra nos encontramos con un Potter deprimido y sin un propósito, que cada vez se convence más a si mismo de lo inútil que es su vida. Esta encerrado en su habitación, soportando el dolor, sin comer o levantarse. Cuando comie...