1. Estúpido método de desahogo.

19.2K 1.9K 2K
                                    


—Pez gato a la vista.

Finn Kelly se volteó inmediatamente cuando Verónica dejó salir esas palabras con cierto desagrado, como todos los días. Delante de sus ojos apareció la imagen de uno de los miembros del equipo de futbol, el más lindo de todos en su opinión; Marshall Gideon. Cariñosamente llamado Gideon por todos, en vista de Marshall era un nombre para alguien por mucho menos guapo que él. Finn suspiró al mirarlo acercarse a ellos, dejando a su grupo de amigos atrás. Se veía como un sueño, como si Gideon realmente fuera a hablarle en ese momento. Sin embargo, el chico pasó de él y dirigió su mirada hacia su mejor amiga.

—Duke —él pronunció el apellido de Verónica al inclinarse sobre el casillero con una gracia impresionante, luciendo despreocupado—. ¿Cómo estás el día de hoy?

—Como todos los días, Pez gato, harta de tener que ver tu rostro —espetó ella con desagrado.

Finn no podía entender por qué a Verónica nunca le había agrado Gideon, podía no ser el chico más guapo de todo el equipo o de la escuela, podía no ser un gran poeta como a ella le gustaban sus pretendientes, pero por lo menos él amable. La había invitado a salir muchas veces y la saludaba todo el tiempo, no de una manera insistente, pero todo el mundo notaba su atracción por ella. Finn estaba irrevocablemente celoso de Verónica, pero no era como que eso fuera algo nuevo. Desde el tercer grado, Finn había estado enamorado de aquel chico, básicamente el mismo tiempo que se había pasado Gideon persiguiendo a Verónica.

Lo que realmente dolía era la mirada de Gideon cuando pasaba hacia él, los ojos duros y serios, la mandíbula apretada y la tensión que se formaba en el aire cuando sus puños se apretaban. Gideon lo odiaba, absolutamente lo detestaba y la única razón era Verónica. Era gracioso como esa chica era la única persona que los unía y también la única que los separaba —aparte claro, del hecho de que no le gustaban los chicos—.

—Kelly —pronunció Gideon con rabia contenida y luego esbozó una sonrisa falsa, Finn le devolvió el saludo silenciosamente moviendo la cabeza, Gideon volteó a ver a Verónica como si Finn hubiese dejado de existir—. El viernes hay una fiesta en casa de Leigh ¿Vas a ir? Todo el club del periódico escolar irá, así que asumí que tú también pero como no fuiste a la última... quise asegurarme.

—Finn no tenía ganas de ir a esa así que yo tampoco fui —Verónica se encogió de hombros echando detrás de su hombro su largo pelo rubio—. Y si Finn no va a esta yo tampoco iré ¿Qué puedo decir? Es mi fiel acompañante.

—Um —Finn encontró la fuerza en su interior para hablar—. Verónica, deberías ir, las relaciones personales son importantes para una periodista ¿No? Creo que deberías olvidarte de mí esta vez y acompañar al club.

—No es una obligación quedarme contigo —ella rodó los ojos—. No seas ridículo y no le facilites el trabajo al Pez gato.

—Deberías dejar de llamarme así —Gideon resopló—. El equipo es tiburones y los demás se burlan de mí por ese tonto apodo.

—En preescolar ascendiste de caballito de mar a pez payaso, en tercer grado pasaste de pez payaso a pez gato ¡Todo es un proceso basado en méritos que solo yo conozco! Y créeme que te tienes un gran camino que recorrer antes de convertirte en un tiburón —la chica les esbozó una brillante sonrisa y Finn soltó una pequeña risa ante ese comentario, por lo que Gideon lo miró mal.

Él no podía negar que Verónica tenía un gran sentido del humor; desde el preescolar, Gideon había clamado que al llegar a la preparatoria el formaría parte del equipo de los tiburones de Roosevelt High, justo como su padre y sus hermanos mayores. Veronica siempre le había dicho que se callara cuando él empezaba a despotricar sobre como cumpliría sus sueños y entonces creó esa tonta escala de animales en la cadena alimenticia y Gideon había apenas ascendido en ella, lo que le afectaba aunque lo negara. Finn siempre se había reído de ello, pero en el fondo, para él, Gideon siempre había sido increíble por tener un sueño y trabajar desde el preescolar para conseguirlo. Finn había estado suspirando por él desde que había descubierto que era gustar de alguien, incluso cuando no entendía que sentía en primaria cuando le encantaba estar detrás de todos los movimientos de Gideon, al crecer se había dado cuenta de que la atracción era muy obvia.

Quisiera conocerte | Quisiera 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora