Después del funeral, Finn fue a recoger las cosas de Verónica en la casa del árbol. Con la ayuda de Parker, él llevó todo a su habitación. Solo eran cajas llenas juguetes, algunos libros, mantas que ambos tenían, un par almohadones, las bolsas de caramelos de licor y varios cuadros. Finn estaba rodeado de cosas que le recordaban a Verónica, pero estaba calmado. Él había llorado hasta cansarse la noche anterior y ahora venía la calma. Él no podía soltar otra lágrima, todo estaba contenido, era como un dique fuerte, sin embargo, en algún momento se rompería, él solo tenía que esperar a que sucediera... no sabía cuántas veces iba a romperse, pero estaba seguro de podría recuperarse... tenía que mantener ese pensamiento hasta que otro mejor llegara.
—¿Vas a conservar todo? —interrogó Parker mirando entre las cajas, Pit descansaba en su hombro y Finn sonrió ante la imagen.
—No lo sé, tengo que revisar —respondió él caminando hacia una de las cajas para tomar una fotografía que descansaba sobre las mantas, eran ellos en su fiesta de cumpleaños número doce—. ¿Por qué parece que ella va a volver...? ¿Por qué mi estúpido corazón aun cree que es una broma y que todo va a ser como antes en cualquier momento? Ella entrará por la puerta y dirá que hay una nueva fiesta a la que quiere ir, que la acompañe a la peluquería, que hay una nueva película que quiere ver... ¿Por qué...?
—Hey... —Parker apretó los hombros de Finn y los masajeó con cuidado—. Sé cómo se siente... cuando perdí mi abuela, al otro día se sentía como que ella volvería... y era tan difícil salir de la cama cuando me daba cuenta de que no iba a volver. Cuesta mucho acostumbrarte, pero tienes que concentrarte en que tu vida sigue y en todo lo bueno que hay en ella.
Finn sonrió envolviéndose en los brazos de Parker y respiró con suavidad, echando su cabeza hacia atrás y encontrándose con Pit. Él rió y quitó a la pequeña del hombro de Parker y la devolvió a su caja solo para volver a abrazarlo y acurrucarse con él. La madre de Parker había llamado tantas veces ese día, diciéndole que necesitaba que volviera a casa para arreglar algunos papeles que tenían que ver con su mudanza, pero Parker no se había ido, dijo que se encargaría de ello mañana. Finn en el fondo se sentía culpable por retenerlo, pero estaba siendo egoísta con un poco de gusto... necesitaba a alguien que lo sostuviera, tenía miedo de quedarse solo con su dolor.
—¿Vas a volver pronto? —Finn interrogó mirándolo.
—Debería, mi madre va a matarme si no lo hago —Parker rió—. Pero puedo quedarme si lo necesitas.
—Solo necesito que hables conmigo tanto como puedas por mensajes —Finn se obligó a separarse de él, negando con la cabeza—. Voy a ver qué hacer con todas estas cosas, debo cenar... también deberías ir a casa ya, tu madre debe odiarme.
—Ella no sabe lo que sucede, se lo diré hoy y ella entenderá —Parker besó su frente—. Me iré ahora, pero te escribiré pronto ¿Vale?
—Bien —Finn asintió.
Parker echó un vistazo sobre su escritorio y luego volteó a verlo de nuevo.
—¿No vas a abrir la carta de Verónica? —preguntó entonces, Finn se dio cuenta de que sobre su escritorio estaba la carta de Verónica—. Recuerdo que dijo que la abrieras luego del funeral... ¿Lo harás en algún momento?
Finn resopló y asiento.
—Lo haré —dijo—. Cuando termine de ordenar todo.
Parker se fue después de eso, dejándolo solo con un montón de recuerdos sobre Verónica rodeándolo; Finn se tomó su tiempo para revivir cada uno. Miró primero los juguetes y recordó su infancia, las mantas y los almohadones y recordó las tardes que habían pasado allí leyendo o hablando de la vida, probó los caramelos de licor y recordó las veces que habían jugado a quitarles la envoltura y a adivinar su sabor... y eso le recordó; el tesoro. Había un tesoro en la cada del árbol que ella había dejado la primera vez que había pensado que moriría. Finn recordó el cuadro.
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Quisiera conocerte | Quisiera 1|
RomanceFinn ha estado enamorado de Gideon desde el primer grado. Gideon ha odiado a Finn desde que Verónica siempre lo ha preferido. Finn sabe por qué Gideon lo odia pero es muy cobarde como para aclarar ese malentendido, puesto que Verónica, su mejor ami...