/3/ Deberíamos.

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Narra Becca.

Terminé de lavar mis manos y las pasé a través de mi cabello para quitar un poco el exceso de agua. Bajé mi mirada a mi vientre y posé una mano encima.

-Harás que mamá se deshidrate con tanta ida al baño -susurré.

Sabía que esto iba a ocurrir en cualquier momento. Mi bebé estaba creciendo y junto con las hormonas provocaban que mi vejiga quisiera estallar todo el tiempo.

Algo normal pero tenía que disimularlo si no quería ser descubierta.

Mi celular vibró en mi pantalón y lo saqué para revisarlo. Tenía un mensaje de mi mamá.

La Reina.
¿Dónde estás? Creo que es un poco tarde para que sigas en la escuela, ¿todo bien?

Yo.
De hecho te tengo una sorpresa. No tardo en llegar. Te quiero.

Justo estaba bloqueando el celular cuando la pantalla se iluminó y el nombre de Connor se plasmó en ella. Acepté la llamada y me pegué el teléfono al oído mientras salía del baño.

-¿Qué tal Rebe? -saludó.

-Hola Connor, ¿qué hay?

-Nada, sólo llamaba para saber cómo están.

-Estamos bien, bueno, tu hijo no para de aplastar mi vejiga -bajé un poco el tono de voz mientras seguía caminando- pero bien en general.

-Eso significa que está sano y nada me hace más feliz que eso -sonreí.

-¿Falta mucho para que regreses?

-Para nada. Tú no te preocupes por eso. Estaré ahí en menos de lo que imaginas.

-Bien, entonces sigue pasándola bien, aquí te esperamos con ansias.

-Vale. Adiós -colgó y yo guarde el celular.

A lo lejos pude ver a Justin en nuestra mesa tomándose selfies y acariciando su intento de barba. Me reí y me acerqué a él.

-Sigues igual de guapo que siempre.

-¿Tú crees?

-Claro -sonreí y él quitó la vista del celular para mirarme.

-Y tú estás más preciosa -me sonrojé y me senté.

-Creo que tenemos que irnos ya -le dije tomando lo último que quedaba del licuado-. Mi mamá quiere verte.

-Bien, déjame pagar y nos vamos.

Cuando llegamos a mi casa le pedí a Justin que guardara silencio para darle la sorpresa a mi mamá. Cerré la puerta y caminé hacia la sala. Ella estaba viendo su celular así que Justin corrió a la cocina para esconderse.

-Ya llegué mamá -volteó un poco asustada y cuando me vio me sonrió.

-Hola mi vida, ¿cómo te fue en tu primer día?

-Bien, todo tranquilo como siempre, hay un par de papeles que tienes que firmar -me senté a su lado-. Pero eso no importa ahora. Quiero que cierres los ojos fuertemente y no los abras hasta que te diga.

-¿Me vas a dar un regalo? -cerró los ojos y sonrió.

-Algo así -Justin se asomó por la puerta y le hice señas para que se acercara-. ¿Recuerdas cuántas veces me has dicho que extrañas a Justin viniendo a llenar la casa de carcajadas?

-Sí -dijo lentamente y después abrió la boca-. No me digas que... -abrió los ojos y en cuanto vio a Justin parado a mi lado, se levantó y lo abrazó con todas sus fuerzas-. ¡Estás de vuelta!

Siguieron platicando unos cuantos minutos y yo sólo me quede observándolos. Se llevaban tan bien que me ponía muy contenta, porque podía contarle cualquier cosa a mi mamá sobre él y no me daría el avión como cuando le hablaba de otros chicos.

Sabía que Justin siempre sería el preferido de mi mamá. Sería siempre el preferido de todos para estar a mi lado. Es más, todos nuestros amigos nos trataban como si de verdad fuéramos una pareja y algunos hasta nos shippeaban. Decían que lo nuestro era envidiable y que deberíamos hacerlo formal. Cualquier persona nueva que conocíamos, nos decía que deberíamos ser novios.

Pero yo estaba consciente de que no necesitamos ser novios para querernos de la manera en la que lo hacíamos.

Sólo nosotros sabíamos cómo nos sentíamos con respecto al otro.

Y eso era lo que de verdad importaba.

Además de que ahora yo no estaba disponible y Justin ni siquiera lo sabía aún.

Yo soy el papá | J.B |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora