FIN

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Meses después.

Empujó las puertas del hospital bruscamente para entrar y corrió hacia la recepción sintiendo el corazón en la garganta.

—Señorita, buenas noches —saludó a la enfermera mientras respiraba entrecortadamente—. Vengo a ver a la señorita Rebecca, está en labor de parto.

—Registrese aquí —le acercó el libro de visitas—, escriba su nombre, la fecha, la hora y el cuarto al que va a entrar.

Nervioso y temblando, sacó el celular de su pijama para ver la hora y revisar el mensaje de la señora Marie donde especificaba el número donde iban a instalar a Becca una vez que diera a luz.

—Gracias —mencionó la enfermera recibiendo el libro cuando Justin terminó y le tendió un pase—. Mucha suerte.

Justin tomó el pedazo de papel y corrió al elevador marcando el piso 3. En cuanto las puertas se abrieron se encontró a Marie y Raphael sentados en los sillones de espera.

—¿Dónde están? —fue lo primero que les preguntó al pararse frente a ellos.

—¡Hijo! —se levantó Marie—, ¡qué bueno que estás aquí! El doctor acaba de preguntarnos si no estabas presente porque dice que no puede atrasar más el nacimiento del bebé.

—¿Por dónde se fue?

Becca no soportaba más. El dolor era horrible, sentía que se partiría en cualquier momento.

—Bien —dijo el doctor entrando al quirófano—, el joven no está, tenemos que proseguir.

—¿No podemos esperar unos minutitos más? —preguntó débilmente Becca— Él no querrá perderse esto.

—Señorita, si esperamos más a los que perderá será a ustedes. Tenemos que iniciar, ¿de acuerdo?

—Bien —susurró antes de gritar fuertemente al sentir una contracción.

—Es nuestro momento —dijo el partero colocándose en posición—, bien Rebe, cada vez que sientas una contracción puja fuertemente con la pelvis y no con el abdomen, ¿entendido?

—Tú puedes —dijo una enfermera a un costado.

Pasaron sólo cuatro contracciones cuando Justin irrumpió en la sala vestido de la cabeza a los pies con el característico traje azul.

—¡Aquí estoy! —gritó— ¡Aquí estoy! —Becca estaba cansada cuando lo escuchó así que sólo giró su cabeza hacia él y le sonrió.

—Justin —le llamó. Él inmediatamente corrió a su lado y se acuclilló para tomar su mano—. Creí que no llegabas —cerró fuertemente los ojos al sentir dolor.

—Tranquila —apretó su mano—, estoy aquí. Todo va a estar bien.

En ese momento Becca sintió una contracción y pujo nuevamente mientras un grito abandonaba su garganta. Justin se levantó y pasó su otra mano por el cabello de su prometida.

—Tú puedes mi vida —la animó—. Tú puedes.

—¡Rebecca, tenemos la cabecita a la vista! ¡Sigue! —gritó emocionado el partero después de unos minutos.

—¡Vamos preciosa! ¡Ya casi está! ¡Falta poco! —animaba Justin mientras Becca inhalaba, exhalaba y pujaba para luego repetir el proceso.

Ella se sentía mucho mejor con Justin a su lado, apoyándola y amándola. De repente sintió cómo su bebé era expulsado y en ese momento se sumergió en un silencio por unos segundos, después un hermoso sonido destapó sus oídos.

El llanto de su bebé.

—¡Pero miren que hermoso es este bebé! —celebró el partero sosteniendo al pequeño.

Becca miró a su bebé de lejos y se le llenaron de lágrimas los ojos, giró para ver a Justin y él estaba estático observando con admiración a la pequeña creación de Dios.

—Parece que es un niño —mencionó poco después el doctor—, ¿quién es el padre para que corte el cordón umbilical?

—Yo soy el papá —dijo firmemente Justin acercándose al bebé. Cortó el cordón cómo le indicó la enfermera y luego se llevaron a su hijo para revisarlo.

Justin caminó lentamente hacia Becca y ambos se miraron por unos instantes para luego empezar a llorar.

—Te amo Becca —tomó sus manos—. Gracias por permitirme ser parte de esta hermosa experiencia.

—Gracias a ti por quedarte conmigo a pesar de todo. Te amo Justin.

—A ver señores, les presento a su bebé —se acercó la enfermera con el bebé envuelto en una cobija de hospital y Justin ayudó a Becca para que se acomodara mejor y lo pudiera tomar en brazos.

En cuanto Becca cargó a su hijo sintió una emoción inmensa y un sentimiento inigualable. Observó su carita y las lágrimas empezaron a brotar. Justin se acercó a ellos y posó una mano en la cabecita del bebé. Sin palabras le daban la bienvenida al mundo y le agradecían por la felicidad que les brindaba.

La enfermera, conmovida por la escena, corrió fuera del quirófano para ir por su celular y regresó para tomarles una foto. Sonrió y aclaró su garganta.

—Señores —tomó un bloc de notas y su pluma—, ¿cómo va a llamarse su bebé?

Los dos se miraron y sonrieron de acuerdo para luego ver a la enfermera.

—Se llamará Damian Bieber Kane —respondieron al unísono.

—Bienvenido hijo—susurró Justin y Becca le sonrió.

F I N.

Yo soy el papá | J.B |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora