V. Un reencuentro muy especial

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9 septiembre 2017

POV  DANIELA

No voy a negar que me sentía un poquito nerviosa durante todo el día, sí. Hasta la propia María, que parecía que nunca se enteraba de nada pero en realidad sí (como una que yo me sé...), me preguntó si estaba inquieta por algo y yo le tuve que decir que no, que solo eran ganas de que nuestro pequeño proyecto musical tuviera el éxito que esperábamos.

Además, después de darme una vueltecilla por Twitter e Instagram pude comprobar que la peña también andaba bastante revuleta, e incluso me llegaron algunos mensajes privados informándome de que Luisa estaba por Madrid y que podría aprovechar para ir a conocerla.

Já. Pobres, si ellas supieran.

Después de reposar un poco la comida con María y terminábamos unos cuantos asuntos con Philip, me preparé para quedar con Luisa. Habíamos estado hablando por mensaje privado en Twitter (aún no tenía su Whatsapp) sobre la hora y el lugar. Ella no estaba tan preocupada como Elettra y yo por ser descubiertas, y de hecho estaba a favor de incluso publicar alguna foto nuestra en Twitter porque la gente seguro que se alegraría muchísimo.

Finalmente, concordamos que el lugar más seguro para vernos era el propio hotel donde se hospedaban. Era bastante modesto pero céntrico y muy bien acondicionado (nada que ver con lo que cualquiera podría esperarse viniendo de ellas...), y me encantó la decoración del pasillo, la recepción y la estética en general. Se me pasó por la cabeza ir tapada con algún burka improvisado de los míos, dejando ver tan solo la parte de mis ojos, pero pensé que eso quizá causaría el efecto contrario y llamaría más la atención.

En la hora de la siesta, por suerte, no había demasiada gente por las calles salvo algunos turistas y extranjeros sacando fotos y sumergiendo el rostro en enormes mapas callejeros.

Di un profundo suspiro antes de llamar a la puerta de la habitación, tratando de relajar mi respiración y acordándome de las palabras de Elettra diciendo que estuviera tranquila (aún me parecía raro cuando nos cambíamos los roles y ella era quien me tenía que tranquilizar y no al contrario).

Sin embargo, con la señora Luisa solo podía sentir paz y sosiego. Era increíble las buenas vibraciones que me transmitía esa mujer, y no podía estar más feliz por haberla conocido. Además, gracias a ella mi situación con Elettra se suavizó, por lo tanto le debo muchísimo.

Esbozó una amplia sonrisa al verme y me dio un largo y cálido abrazo.

- Qué alegría verte de nuevo, Daniela -me decía mientras aún me estrechaba entre sus brazos. Percibí el gran aprecio y cariño que me tenía, y de repente me entró la paranoia de que no me merecía tanto.

- Lo mismo digo. Siento.. no poder invitarte ni llevarte a ningún sitio... Pero es que Elettra...

- Ya, ya, no te preocupes, querida -me decía amablemente-. Ya se acostumbrará. No podéis vivir escondidas eternamente, ¿verdad?

Tragué saliva y en ese momento solo se me ocurrió responderle con una risita nerviosa. ¿Acaso Elettra le había contado algo de lo nuestro? ¿O quizá sospechaba algo y quería sonsacármelo?

- Bueno -dije-, ya sabe cómo son nuestras fans de intensas...

Ella se rió.

- Son adorables.

Ni siquiera podíamos arriesgarnos a bajar a la exquisita cafetería que había en la parte de abajo del hotel, así que pernamecimos en la habitación charlando y tomando té verde.

Me encontraba muy cómoda con ella, hablando de todo un poco y contándole cosas de mi vida y mi infancia que incluso jamás le había contado a casi nadie.

Luisa me escuchaba con suma atención y vi en sus ojos un sentimiento muy empático que me hacía confiar mucho en ella. Elettra tenía una bendición de madre.

Ya casi se hicieron las 7 de la tarde y yo debía regresar al piso de Philip para seguir con nuestras cositas del grupo... Y seguramente me preguntarían por qué había tardado tanto en regresar si solo iba a ser un paseo de una hora (que se prolongó a dos horas y media...).

Pero no pasa nada, porque mi contestación sería que me encontré con una amiga de la infancia y nos estábamos poniendo al día. Lo tenía todo controlado.

- Daniela -dijo Luisa antes de que abrir la puerta para salir. Me cogió de las manos con mucha seguridad-, gracias, de verdad, por lo buena que eres con Elettra y por cuidarla siempre. Eres una maravilla de persona... -joder, estaba a punto de echarme a llorar por las bonitas palabras que me estaba dedicando Luisa, y además me pilló con la sensibilidad por las nubes-. Ella también te quiere mucho, muchísimo. Aunque es muy cabezota y no quiera reconocerlo a veces...

Me reí.

- Sí, lo sé.

- La pobre ha sufrido mucho por culpa de gente que solo ha querido aprovecharse de ella... no ha tenido suerte en cuanto a relaciones y por eso le cuesta ahondar más en las personas... No puede confiar en cualquiera.

- Ya me imagino.... -contesté con un hilo de voz.

- Tiene mucha suerte de tenerte en su vida -sentí que me iba a explotar el corazón en cualquier momento por el torrente de sinceridad que me estaba soltando Luisa.

- Y yo por tenerla a ella.

Fuck. Me daban ganas de decirle que la quería más de lo que ella podría llegar a imaginarse, pero no quería romper el pacto de silencio con Elettra, claro (las palabras de su madre me hacían pensar que ella también se moría de ganas por que nuestra relación fuera algo más que una extraña amistad).

Si ella quería dar el paso de contarle a su madre lo que fuera que teníamos, estaba en su pleno derecho, pero no iba a ser yo quien lo hiciera sin su consentimiento.

En ese momento tan emotivo entre lo que parecía en toda regla la típica conversación entre una orgullosa suegra y su nuera, la puerta se abrió y aparecieron las gemelas. Venían de darse una vuelta turística por Madrid, con caras de felicidad y alegría, pero al verme le cambió el semblante a Flaminia. Su hermana, por el contrario, se acercó a mí para darme un pequeño abrazo.

- ¿Qué tal por la ciudad? ¿Os gusta Madrid? -les pregunté.

- ¡Sí! -contestó Lucrezia- Es preciosa. Nos hemos recorrido todos los museos de la zona, me encanta el arte.

Flaminia me miró con cara de pocos amigos, pero me dio un par de besos. Algo es algo.

Me quedé un rato más escuchando las anécdotas que contaba Lucrezia y después me despedí, dándole otro cálido abrazo a Luisa y diciéndole que ojalá pudiéramos vernos pronto en otra ocasión menos... de incógnito.

Estaba deseando contarle a Elettra cómo fue la quedada con su madre, y en cuanto abrí el móvil y vi que ya tenía un mensaje suyo di un saltito de alegría que no pude evitar mientras caminaba por la calle.

E: Qué tal con mi mami?

D: Muy bien. Es un tesoro *icono corazón*

E: Ohh che amore! Y las gemelas??

D: Flaminia me ha dado dos besos..

E: Poco a poco baby. No veo la hora de verte otra vez.

Os juro que me derrite el corazón esta niña.

Soñar es gratis {blumettra}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora