Cuando un casanova se enamora

Prólogo

Gu Jun Pyo odiaba Nueva York. Aunque lleno de seres humanos, Nueva York siempre le había parecido un poco fría a este joven aristocrático.

El heredero de 25 años del grupo Shinwa prefería por mucho el calor suave de su ciudad natal, Seúl. La gente allí parecía mucho más amable, en comparación con los de Nueva York que siempre parecían tener prisa. Aunque no podía negar que esta bulliciosa metrópoli tenía su propio encanto y podía ser muy hermosa, pero si se le daba una opción, escogería Seúl sobre Nueva York en cualquier momento.

De Seúl guarda buenos recuerdos de su infancia y juventud pasadas con sus mejores amigos y hermanos, el F4; el cirujano, músico y nieto del ex presidente y dueño de un equipo de fútbol Yoon Ji Hoo, el dueño de la compañía de construcción Song Sun Mi y  jefe de la banda más poderosa de la mafia de Corea del sur, Song Woo Bin y el famoso alfarero y propietario del Museo Woo Sung, So Yi Jung. Los F4 fueron llamados con razón, los príncipes de Seúl, la realeza moderna. Jun Pyo sonrió débilmente al recordar los rostros de sus amados amigos.

Le encantaba el aire de Seúl, porque era el aire que respiraba: su amada de la escuela secundaria y ahora su esposa, Geum Jan Di. Tenía otros cinco días antes de que pudiera regresar a Seúl, a sus amigos y a su esposa, que ahora estaba embarazada de cuatro meses.

Su coche se movió unos centímetros y se detuvo de nuevo a una luz roja, obteniendo otro suspiro de sufrimiento de Jun Pyo. Otra cosa que odiaba de Nueva York era su tráfico. Había estado sentado en el coche durante cuarenta y cinco minutos y su coche apenas se había movido un par de cuadras. Quería sacar su pelo, o dientes, dependiendo de cuál le proporcionaría más entretenimiento.

Lo bueno era que no era él quien conducía. Tratando de evitar su  molestia sacó su teléfono celular y comenzó a jugar un juego, pero sin la chara constante de Jan Di o los comentarios inteligentes de Woo Bin o las bromas de Yi Jung o sonrisas de Ji Hoo, incluso el juego era aburrido. Bloqueo su teléfono y giró su cuello para aliviarlo del que estaba empezando a sentir. Fue entonces cuando la vio.

Su teléfono cayó de sus manos mientras su mandíbula se abría. Allí estaba, justo en frente de su coche, tratando de cruzar la calle. El puro shock había paralizado su cuerpo, pero sus ojos la siguieron mientras ella se alejaba de él y caminaba mas y mas lejos de él.

- ¡Demonios! -murmuró mientras abría la puerta y se ponía a correr.

- Joven amo! -  el conductor preocupado gritó tras él, pero Jun Pyo estaba demasiado preocupado para escuchar.

Mientras corría hacia el paseo lateral, ignorando los coches que tocaban bocinazos, seguía murmurando una ferviente oración en su cabeza. No la había visto en mucho tiempo y definitivamente había cambiado, pero estaba bastante seguro de que era ella. No cometería ese error. Era demasiado importante para eso.

Empujó a la muchedumbre mientras avanzaba hacia la pequeña mujer que seguía caminando, al parecer muy a gusto con el mar de gente que la rodeaba. Jun Pyo no tenía su experiencia de navegar a través de la multitud y le tomó un poco más de tiempo, pero todo el tiempo mantuvo sus ojos fijos en su cabello negro y abrigo gris. Pero donde le faltaba la destreza, se recuperó. Sus piernas eran más largas que las suyas, así que cubrió la tierra más rápido que ella y por lo tanto no pasó mucho tiempo antes de que él la alcanzara.

Sin pensar en lo que alguien pensaría o cómo reaccionaría, él le agarró la mano.

Ella se giró, con los ojos muy abiertos y le lanzó la bolsa de mano con todas sus fuerzas. Una de las ventajas de estar casado con Jan Di era que se había convertido en un experto en esquivar los ataques de vuelo y que no tenía ningún problema para evitar este tampoco.

- ¡Yah!-  gritó en coreano, - ¿a quién crees que estás golpeando?
La sangre se escapo de su rostro cuando el reconocimiento se instaló, 
- Ju-Ju-Jun Pyo?- Él sonrió

- Mucho tiempo sin verte, Chu Ga Eul