Capítulo 32.

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—Te amo—le dije.

—Yo también te amo _____, y no voy a dejar que ese imbécil te haga más daño del que ya te hizo—miró mi pierna.

—Gracias, gracias—tomé su torso y lo acerqué a mí, inundándolo en un abrazo—. No sé qué haría yo sin ti.

—Estarías bien.

—Estoy bien—susurré.

—No, no lo estás. Mira tu pierna, tienes medio pecho destrozado, y estás… llena de moretones en el rostro—acarició uno de ellos con la yema de su dedo índice.

—No duelen. ¡Estoy bien! Estoy contigo, estoy sana.

—Y salva.

—Así es, lo estoy. ¿Me crees?

Josh sonrió y me miró por el rabillo del ojo.

—¿Te has dado cuenta que nuestra relación se basa en un “¿me crees”? —carcajeó.

—Josh—lo miré fijamente a los ojos—, no recuerdo nada. ¿Lo olvidas?

—Ah, pues yo te recuerdo que desde que nos conocimos, lo más repetido ha sido “¿me crees”?

—Oh genial—reí—. ¡Mira! Oscureció. El tiempo se pasa volando cuando estás conmigo.

—Me encanta estar contigo.

Besó mis labios y se encimó en mí, su peso lo mantenía en cada uno de sus brazos que estaban rodeándome.

—Te amo—susurró en un beso.

Mis manos jugueteaban con su espalda, metí mi mano entre esta y sentí su fuerte torso, joder, era perfecto. Estaba tan marcado… tan duro. Sus manos, se ocupaban de masajear mi abdomen, mi espalda baja, mis hombros. Ambos nos besábamos, tierna y dulcemente, estábamos inundados en nuestro lindo momento.

—Josh…—murmuré mientras él pasaba sus labios por mi cuello.

—____, es el momento perfecto.

Continuamos tocándonos uno al otro, cuando yo, y mi mente idiota, lo interrumpimos todo.

Mierda, siempre había sido así. La pasaba genial y al otro rato, estaba jodiendo todo.

—Estoy herida.

Abrió sus ojos de repente, y se acomodó al otro lado. Pasó su lengua por su labio inferior y pasó la mano por su melena que brillaba en sudor.

—Lo siento—se rió.

—No, perdóname a mí, arruiné esto—exclamé y sacudí la cabeza.

—Tenemos muchas oportunidades para hacerlo—me guiñó.

—Lo sé—le sonreí y me acomodé para sentarme en la cama.

—Oh no, espera…

—Sí, sí. Ya habías tardado en darte cuenta.

No, ni imaginación ni nada. Era virgen, virgen a los dieciocho. Increíble, ¿no? Bien, jamás había tenido la seguridad de entregarme a un chico, jamás decidí quien sería el indicado.

—¡Eres virgen, mi amor!

—Eh… sí—respondí incómoda—. ¿Y… tú?

—Yo… eh… no ____.

—Ah—murmuré.

—Pero, sería un honor ser el primero con el que tú estés.

—No quiero que sea con un máster.

—¿Con un qué? —rió—, no, yo no soy un máster. Apenas… dos veces, apenas. Apenas—se sonrojó.

—¡Máster!

—No ____—besó mi cabeza—, no. Te guiaré en esto.

—Pero, Josh… estoy herida. Mis costillas, ah…

—Es verdad, es verdad. Lo siento, sólo me emocioné.

—Está bien, sólo esperaremos unas semanas.

—Esperaré lo necesario—volvió a colocar sus labios sobre los míos y me regaló un beso.

Se acomodó a mi lado y recargó su cabeza en mi regazo, mientras me veía a los ojos.

Era increíble todo, estar con él era maravilloso. Y lo que acababa de pasar… no tenía precio, aunque fue incómodo. ¿Virgen a los 18? Por favor, no me jodas, eso es increíble. Seguramente que pensó… cosas, cosas malas. Pero, no lo creía, no lo creo. Si él me había dicho que sería un “honor”, eso sería. Me sentí tan halagada, tan pasiva, tan feliz, tan deseada… deseada por el chico que más había añorado por casi dos años.

Payphone T.1 (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora