Payphone T.1 (Terminada)

Capítulo 33.

Estábamos en el consultorio de mi médico, cuando me dijo que me quitara la blusa para poder retirarme las vendas.

—Parece que todo va bien—le dijo a mi madre.

—Son buenas noticias.

—Sí, no estaba cómoda con eso—salí del baño acomodándome la blusa.

—Lo sabemos—rió él—, pero tu pierna seguirá enyesada un tiempo.

—En eso sí estoy de acuerdo. ¿Cuánto tiempo será?

—Unas dos semanas.

Cerré los ojos lento al no poder soportar la noticia.
Me crucé de brazos y los miré a ambos frívolamente. Mi madre siempre había odiado que la viera así, ya que le parecía «inapropiado».

—Lo siento, cariño, pero es por tu bien—mi mamá estiró los brazos para que me acurrucara en ellos.

—Bien, está bien. Lo comprendo, sólo quiero estar bien.

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Dos semanas después del accidente, estaba como nueva. Ya no tenía el yeso en ningún lado, y mis costillas estaban al cien. No habían pasado muchas cosas… solamente, casi se acercaba el día de la partida de Josh, y no podía dejarlo ir.

—¿Irás al juego éste sábado? —me preguntó.

—Eh, obvio. El mariscal de campo es mi novio—solté una risita.

—Que todo el mundo se entere de que tengo a la novia más perfecta del mundo—gritó, colocando sus manos alrededor de su boca.

—Basta—reí.

—¿No me crees?

—No, amor.

—¿Por qué?

—No soy la «mejor novia del mundo».

—Pero sí de mi mundo.

—¡Josh! Me harás llorar—me puse la yema del dedo índice en el lagrimal ridículamente.

—Basta—quitó mi mano y la besó.

—Lo siento, quería jugar.

—Está bien, tengo que ser un poco más tolerante contigo.

Se levantó de la mesa y recogió nuestros platos de la cena. Tiró las sobras a la basura y lavó todos los trastes. Después pasamos a la sala a ver una película, «verla», claro.
Me alejé un poco de él para poder recuperar el aliento después de un beso.

—____, ¿crees que estamos yendo muy rápido?

Me acomodé bien en el sillón, con las piernas juntas. Arreglé mi cabello con la mano y puse la derecha en mi brazo izquierdo.

—Vamos bien—le sonreí.

—Me refiero a que si crees que me estoy sobrepasando contigo.

—Es normal, eres un chico.

«No, no eres cualquier chico» dije para mis adentros.
Me retracté y le planté un beso en sus labios.

—Te amo, Joshua.

—Te amo más, preciosura.

Terminó la película, apagamos el televisor y salimos al jardín.
Nos sentamos en el balancín, tenía asientos acolchonados y un techo de tela.
Muy minimalista.

—No quiero que te vayas—susurré. Tomé su mano y la coloqué sobre la mía.

—Ya te dije que no me iré a ningún lado.

—¿Estás seguro?

—Ahhh…. ____...

—No estás seguro. Tienes que estarlo, no me puedes dejar aquí. Literalmente, sola.

—¡No lo haré! —exclamó—. No te dejaré por nada del mundo, no me iré de Kentucky. Estaré contigo hasta que nos hagamos viejitos, si me lo permites.

—Claro que te lo permito.

—¿Qué le dirás a tus padres?

—Precisamente estábamos hablando sobre eso ayer en la cena.

—¿Y?

—Lo están… considerando—dijo nada seguro.

—¡Oh por dios! Mi vida, ¿en serio? Por favor, dime que es enserio.

—Sí, muy enserio _____. No me alejaré de ti. No podría vivir con eso. Te necesito, más que a nada.

—¿Más que… al oxigeno? ¿Más que respirar?

—Más que nada, dije.