Capítulo 45.

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Esa mañana, desperté con la impresión de que no me había enredado en las cobijas. No me había movido para nada, gracias a las pastillas para dormir que me había tomado.

Me levanté sin ganas—como siempre—, me puse las pantuflas y mi bata de seda roja, me miré al espejo y me noté demacrada.

—¿Qué me está pasando? —susurré mientras me veía al espejo y hacía muecas de disgusto.

Me dirigí al baño, me duché y al salir, me vestí con un pants negro que me habían regalado en mi cumpleaños pasado. Giré la cabeza hacia la ventana y estaba nevando. No era sorpresa en el estado en donde vivía, mucho menos en el país; pero algo… ¡sí! Se acercaba Navidad. La época más hermosa del año, y el chico al que amaba no estaba conmigo. Bajé a la cocina, comí una tostada y estaba a punto de prepararme un café. 

Mamá aún no se había levantado, así que prácticamente «tenía la casa para mí sola», pero no tenía ganas de hacer algo que no debía. Sólo se me ocurrió una cosa: hablarle a Josh, o por lo menos intentar tener algún tipo de contacto.

Agarré la BlackBerry que tenía de repuesto, marqué el número de Josh y esperé a que me contestara.

Mierda.

—Hola ______.

—Hola Josh… ¿cómo estás?

—Bien, gracias.

Estaba comportándose frío y no iba a ceder tratando de hacerle la plática.

—Oye, ¿qué es lo que te pasa? ¿Por qué me ignoras de esa manera?

—¿Ignorarte? —preguntó con un tono de sorpresa.

—Sí, «ignorarme». ¿Por qué? 

—____, si te ignorara… no hubiera contestado tu llamada.

—¿Y por qué no me has llamado? No sabes lo preocupada que estoy por ti, lo que he estado sufriendo por ti… ¿no te importa? Es enserio, quiero saber qué pasó con nuestra relación.

—¿Qué pasó de qué? Que yo sepa, ya estamos lo suficientemente alejados.

—¿Estás terminando conmigo?

—No quiero lastimarte, lo sabes.

Joder, joder. No podía hacerme eso.

Todo ese tiempo preocupándome por él, por qué no me llamaba, por qué no me buscaba en Facebook, no me mandó ningún mensaje de texto, ni siquiera de voz.

—Gracias. De verdad, gracias Josh… me hiciste pensar que eras diferente.

—Mira, _____... yo no soy como una de las muchas mierdas de las cuales te has enamorado.

—No. ¿Sabes qué? Fuiste la peor mierda—suspiré—, la peor mierda que he tenido en mi vida. Tú, junto con tu hermana.

—Ni tú te la crees… cielo, no quiero discutir contigo. Lo hago por tu bien, ¿ok?

—Me cansé, necesito una explicación—dije con el nudo en la garganta.

—Sólo… abre la puerta.

«¿Otra broma pesada?» pensé. Lo maldije en voz baja y tomé aire para decir lo siguiente.

—No me vengas con tus idioteces… Ryan. Suficientes mentiras tuve contigo.

—Es enserio… ¿quieres una explicación? Abre la maldita puerta, si no quieres que me muera de frío antes de decirte mis razones.

Miré por la ventana y efectivamente, Josh estaba afuera de mi casa. Afuera, a la intemperie… en el hielo, en el frío, congelándose… ¿Cómo carajos no se cubrió bien? Abrí la puerta con rapidez y me sonrió; colgó el teléfono y se incorporó sin que yo le diera el permiso para pasar.

—Bienvenido—dije irónica.

—Gracias.

Se sacudió los copos de nieve que tenía en el cabello y me sonrió antes de sentarse en el sofá.

Frotó sus manos en el pantalón para tomar calor y me miró con sus hermosos ojos que no veía fijamente después de casi dos meses. Era el tiempo de hablar.

—Ya te abrí… ahora dime.

—Paciencia, chiquita.

Payphone T.1 (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora