Capítulo 18: Futuros problemas

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Katniss

— ¿Cómo esto puede ser tan bueno? —pregunto y Peeta ríe cuando me llevo el cuarto bocadillo a la boca.

Una comida deliciosa con un nombre extraño que ni siquiera recuerdo, Effie insistió tanto en que lo probara que, cuando lo hice, no fui capaz de comer otra cosa.

— Cuidado para que no te sientas mal —niego con la cabeza dándole una última mordida a la tostada, cierro los ojos disfrutando del sabor agridulce.

— Tienes que aprender a cocinar esto —le digo y él asiente mientras sus labios me muestran una bella sonrisa.

— Siempre terminas manchada —me dice, pasando la punta de sus dedos por la comisura de mis labios, retirando los restos de la crema que hace instantes estaba saboreando.

— Gracias.

Él me extiende su copa, de la cual bebo en un gran sorbo; no me incomoda compartirla con él, al fin y al cabo ambos hemos compartido más saliva de lo que podemos recordar en los besos que nos dimos.

Se la paso nuevamente y limpio mis labios con una servilleta, luego giro viendo a mis hijos sentados en una de las mesas especialmente colocadas para los niños, lugar en donde depositaron varios juguetes, hojas y lápices de colores.

Rye garabatea algún dibujo al lado de Willow, es lo que ocurre cuando se tiene a un pintor como padre.

— ¿Ya te imaginaste una escena así? —le pregunto al sentir su mentón apoyándose sobre mi hombro, su rostro gira un poco y besa la piel de mi cuello.

— Varias veces, pero siempre creía que eran sólo pensamientos de un chico enamorado.

— Y al final fueron más que eso.

— Sabes... no dejo de pensar en una cosa —me dice y cubro sus manos con las mías, adorando los pequeños momentos así en los que podemos conversar.

Donde simplemente aprendemos más uno del otro, nos conocemos, entendemos y alimentamos la confianza mútua.

— ¿En qué? —inquiero —, porque yo estoy pensando en las ganas que aún tengo de comer más.

Peeta ríe antes de que sus dientes mordisqueen la parte de mi cuello que había besado antes, y yo me estremezco, reconociendo las sensaciones de mi traicionero cuerpo.

— ¡Katniss y Peeta Mellark! —somos interrumpidos por una mujer, alta y morena.

— ¡Hola! —exclamo, intentando disfrazar el pánico que siento al no saber quién es.

— ¿Cómo están? —pregunta y Peeta pasa a estar a mi lado, rodeando mi cintura con sus brazos.

— Bien —responde él con una sonrisa, lo miro y puedo asegurar que mi mirada de loca enamorada es observada por la mujer.

Katniss Everdeen enamorada, es la mayor evolución de la historia de la humanidad que ha podido ocurrir conmigo.

— Effie me comentó el motivo por el cual decidieron quedarse en un hotel.

Oh, es la presidente.

— Agradecemos su hospitalidad, pero aún es... difícil —digo y ella asiente.

Sonríe, comprendiendo a qué me refiero, parece ser una buena persona, sólo espero que sea mejor presidente de lo que Snow nunca fue.

Me hubiera gustado recordar cómo vencimos la guerra, y pasado por la rebelión, daría lo que fuera por conocer la historia completa.

— Lo comprendo, pero créanme que su dolor no será en vano —no entiendo a qué se refiere —, el memorial está casi terminado.

Me quedo estática, sin palabras; mi hermana se ha vuelto un nombre más tallado en una fría lápide. Aprieto los dedos del panadero con los míos, tratando de aguantar mis ganas de salir corriendo.

Tiempo » [Katniss & Peeta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora