Capítulo 29: Chispas

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Katniss

Cielos, esto se siente muy bien.

Suspiro sintiendo la deliciosa sensación de superar todos los límites de mi cuerpo, es revigorizante. Sonrío al mirar al hermoso hombre de ojos azules que se encuentra en la misma situación que yo. Exhausto, pero feliz.

¿Quién diría que algún día estaría casada, y eso me gustaría?

— Sobrevivimos —río, mirando cómo la madera de la ventana golpea contra la pared, pues el trinquete no fue bien cerrado. Probablemente no me importó mucho en ese momento, pues estaba más afín de llegar a la cama.

— Creí que la fiesta nunca llegaría a su fin —admito, llevando mis dedos del pie derecho al talón del izquierdo y empujando el asa de la sandalia hacia abajo, aliviando el dolor que me incomodó durante horas.

Su mano encuentra la mía, la suavidad me deja reticente a levantarme e ir a cambiarme de ropa. Este vestido está ajustado a mi cuerpo, aumentando en mí la necesidad de vestir algo más cómodo.

— Cazadora... —dejo mis dientes a la muestra cada vez que mi nuevo apodo sale de su boca.

Volviendo a un tiempo atrás, odiaría el hecho de tener con él toda esta intimidad. Al final, nadie nunca estuvo tan cerca de mi antes, pero es Peeta Mellark y ahora puede hacer lo que quiera.

Sólo necesito saber si estoy en el mismo nivel, si él se siente igual a mí ahora. Porque con todo este cambio y probable empeoramiento de su estado, no sé qué esperar. Los remedios lo están ayudando, pues hoy, siendo su primer día con nosotros, está todo igual que antes.

— ¿Cómo estás? —pregunto, impulsando mi columna, luego mi cadera soporta todo el peso, admiro su cuerpo aún con la ropa de la fiesta.

— Bien.

— ¿Con dolor? ¿Todo el día?

— Solo un pequeño dolor de cabeza, pero ya pasó.

— ¿Tomaste los remedios que el doctor te recetó?

— Ya —él suelta una sonrisa dulce, tierna pero sin vacilación —, todos los comprimidos.

— De acuerdo —paso la uña en la superficie dorada de mi alianza, limpiándola y dejándola impecable —¿Quieres hacer algo antes de comenzar la conversación?

— Hablando así parece que es algo malo.

— No —niego, moviendo mi cuerpo, sintiendo mi codo adolorido por estar siendo sobrecargado —. Sólo no sé cómo empezar.

— Bueno, creo que soy yo quien necesita hacer eso... —espero su acción, luego estoy sentada frente a él, encarando su cuerpo grande recostado en la cabecera de la cama — Yo... se supone que soy bueno con las palabras, ¿real? —su pregunta me recuerda algo que usamos la primera vez, es el ancla para traerlo a mí cuando la confusión alcanza su mente.

— Real. Eres un maestro con las palabras, todos creen en lo que dices.

— Que responsabilidad —bromea.

— La mayor de todas es cuando dices que vas a dejar que Willow se moje con el regador del jardín. Ella todavía cree que ese día llegará —su risa me motiva a continuar en esa línea, dejarlo cómodo para abrirse y contarme todo.

Quiero resolver todo antes de volver a exponer este sentimiento.

— Un día de verano podemos hacer eso —asiento, agarrando sus manos, fortaleciendo nuestro contacto y proporcionando una sensación placentera en todo mi ser.

Tiempo » [Katniss & Peeta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora