Capítulo 3

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Se paseaba ansiosamente por la sala, asomándose de vez en cuando por la ventana que daba a la calle. Tenía las manos juntas, mirando cada tanto hacia su pareja, quien estaba redactando algo en la laptop, sumamente concentrado.

No resistió más.

—Creo que le llamaré, ya se tardaron mucho—. Soltó dirigiéndose al teléfono, Viktor alzo la mirada de la máquina, estaba a punto de decir algo cuando el ruido de una motocicleta les hizo dirigirse velozmente a la puerta, al abrirla, se toparon con un par de chicos desmontando de esta, a su vez, el más grande se inclinaba en la cabina anexa para sacar lo que parecía una chaqueta mal envuelta.

—Yurio— susurró dejando salir el aliento que ni siquiera se dio cuenta que retenía, el rubio tomó algo de entre la chaqueta, Yuuri inmediatamente reconoció a Potya.

Viktor se acercó hasta ellos sin palabras, Yuuri se quedó en el marco de la puerta, para recibir al más joven.

—¿Cómo esta Poltya?—. Por el semblante del rubio, se encontraba bastante molesto y Yuuri entendía la razón, debido al trabajo de Viktor se habían tenido que trasladar a Canadá por quien sabe cuánto tiempo, Yuuri estaba bien con eso.

Pero Yuri no.

—Está bien—. Su respuesta cortante, junto con las grandes zancadas que dio para entrar a la casa, le dijeron que no quería ni debía ser molestado por al menos, las siguientes 24 horas.

Volvió la vista al frente notando que Viktor y el otro joven se acercaban a la casa, más allá pudo divisar algo moviéndose en la cabina de la motocicleta, señaló algo sorprendido de ver un perro.

—El perro...

—No se moverá de ahí, señor Katsuki—comentó el recién llegado mirándolo con amabilidad, Yuuri asintió aun con dudas, entonces los tres ingresaron a la casa.

-.-.-.-.-

—Bueno, pensaba hacerte un examen exhaustivo sobre porque debería confiarte la seguridad de mi hermano pero creo que después de lo de hoy, sé que eres un excelente elemento, Cidaldini no se equivocó contigo— dijo Viktor con una sonrisa segura, Yuuri notó que Otabek, como se lo habían presentado, sonrió nerviosamente.

—Le aseguro señor que tengo excelentes compañeros que harían con eficiencia este trabajo, pero no soy mejor que ellos.

— ¡Y modesto además! Sí, creo que eres el indicado— continuó hablando el ruso tranquilamente, Otabek no había relajado su semblante hasta ahora, pero bajo un poco los hombros al saber que le había dado una buena impresión a Nikiforov.

—Es mi trabajo señor, entonces...—acotó, para iniciar la plática que le concernía, —mi trabajo será cuidar de Yuri Nikiforov durante su estadía en Canadá....

—Exactamente, vigilar que no se meta en problemas y que nadie le moleste, debe cumplir sus obligaciones con el público y entrevistas, Yuri no es muy afecto a estas pero tiene que hacerlo.

—Entiendo.

—Yuri suele escapar, Otabek—continuo Yuuri Katsuki, alzando un poco la montura de sus lentes, sus ojos denotaban cierto cansancio, —cada guardia que le hemos puesto ha renunciado debido a que no pueden seguirle el paso, a pesar de que ya tiene 18 años...

—Es solo un berrinche pasajero, cuando crezca se comportará—interrumpió Viktor, tomando a su pareja de la mano, Yuuri le miró contrariado.

—¿Crezca? Eso dijiste cuando tenía quince y se escapó a ese concierto en Miami...

—Era un adolescente entonces, no creo que haga algo estúpido ahora, menos con el trato que hicimos.

—Aún se me hace estúpido y arriesgado, ¿no se supone que debemos protegerlo, no enviarlo lejos?— Otabek se sentía algo fuera de lugar en la discusión de la pareja, por lo que se aclaró la garganta para obtener su atención.

MI GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora