Capítulo 25

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Capítulo 25

—No seas terco y ven aquí—. Otabek puso los ojos en blanco ante la insistencia del rubio y se acercó, con cuidado, hacia donde estaba.

Yuri sonrió complacido colocándose detrás del moreno, ayudando a colocarse la camisa, cuidando de no lastimar ni mover el vendaje que la enfermera le había cambiado recientemente.

Habia pasado una semana después de que la pesadilla que los hermanos Crispino les hicieron pasar.

El mundo, o al menos, la parte del mundo que conocía a Viktor y su trayectoria, hizo implosión con las noticias que salieron a la luz recientemente, sobre todo, gracias a la pequeña intrusión de Yuri y una pequeña grabadora que, inteligentemente, había encendido en cuanto Crispino comenzó a cantar como pájaro la mayoría de sus crímenes.

Comenzaron a lloverle demandas de casi todo el mundo, pues al parecer, la fama con la que Michele se había forjado su carrera, eran solo patrocinadores fantasmas, espejos de patrocinadores reales que, en su tiempo, fueron los de su hermano Salvatore, y quienes habían negado su apoyo al hermano menor de este debido a que no vieron nada especial en él.

Aun así, la inversión estaba ahí y las deudas que tuvo que saldar con los "benefactores" fue saldada con el paso del tiempo, gracias al reconocimiento que no merecía.

Era un plan cuidadosamente elaborado que le traería fama y gloria... de no haber sido por el verdadero talento innato que se forjaba en las heladas tierras de Rusia.

Los motivos eran más que evidentes y su obsesión e ira contra Nikiforov fue su propia perdición.

Ahora, Viktor, con ayuda de Georgi liderando su equipo de abogados, estaban en proceso de fundir a los Crispino en la cárcel por el resto de sus días.

—¿Yurio? ¿Aún no están listos? La prensa puede venir en cualquier momento—. Pichit se asomó a la puerta de la habitación que Otabek había estado ocupando los últimos días, en lo que sus heridas se recuperaban lo suficiente como para ser enviado a casa, Yuri señaló con la barbilla al responsable.

—Si alguien no fuera tan terco y permitiera que le ayudaran, ya estaríamos fuera—. El tailandés se burló negando con la cabeza, acercándose a ellos y, entre él y Yuri alzaron a Otabek manteniéndolo de pie, Pichit le hizo una señal a Yuri y este tomó los pants que estaban tendidos en una silla.

—Hey, yo puedo...

—Cállate y levanta la pierna, anda que aplastarás a Chulanont si no lo haces rápido.

Otabek hizo lo que pidió ocultando un gruñido, Pichit, sosteniendo su costado, reprimió una carcajada.

—Listo... ahora ya estas vestido—. Yuri le había conseguido una camisa gris y un pantalón deportivo para su alta en el hospital, además de una chaqueta abrigadora para combatir el gélido clima de Londres, si bien, hasta ahora no necesitaba ropa abrigadora debido a la calefacción del lugar, una vez afuera, Yuri esperaba que fuera suficiente, lo último que necesitaban era que Otabek cogiera un resfriado.

—¿Dónde están Viktor y Yuri?— un enfermero entró con un silla de ruedas, —política del hospital— y colocó a Otabek en esta, empujándolo hasta el elevador, Pichit y Yuri caminaban al frente.

—Yuri está retrasando la prensa en una conferencia fuera de la embajada, oh, cierto, ten Otabek— Pichit le extendió un pequeño librito negro,— Yuri me pidió que te entregara tu pasaporte, tuvo que convencer a la policía de Londres que no era evidencia para recuperarlo— Otabek le sonrió dándole las gracias, Yuri presionó el botón para llamar al elevador, mientras esperaban, se acercó al enfermero y con un asentimiento de cabeza, le dijo que él se encargaría de bajar a Otabek.

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