El Cisne (VMin)

IV

"El que ha naufragado tiembla incluso ante las olas más tranquilas."
Ovidio.

Las palabras leídas sobre el terso papel de un libro antiguo resaltaron ante los ojos del niňo, quien encontró curiosa la frase allí escrita.

A pesar de tener apenas seis aňos, él ya sabía leer a la perfección a pesar de sus problemas para focalizar su atención en un punto por mucho tiempo, típico de los niňos pequeňos y traviesos.

Con sus pequeňas manitos, cargó con el tomo cinco de "Filosofía Latina y Clásica" y caminó hasta el estudio de su padre. Éste era un hombre de negocios, no estaba mucho tiempo en casa, pero cuándo se encontraba en ella se la pasaba hablando por teléfono. Aún así, cariňo nunca le faltó y es por éso que acudió a él ante su duda.
Golpeó educadamente la puerta de madera tallada de la oficina personal de su progenitor, siendo ésta abierta a los pocos segundos.
Su padre lo inspeccionó con gesto serio, sin embargo le sonrió luego y le dejó pasar.

- Ah, ¿Qué escondes ahí? - Preguntó el hombre, viendo como su hijo tomaba asiento con total libertad en uno de los bancos más bajos, no sin tener que saltar previamente para lograr su objetivo.

- He visto ésto... - Murmuró el niňo de grandes ojos cafés, entregándole el libro a su padre y seňalando la frase por la que estaba allí.

El seňor la leyó y sonrió.

- ¿Qué tiene ésta frase de malo? -

- No la entiendo... ¿Qué es naufragar? -

- Sufrir la destrucción de un barco en altamar, hijo. Sin embargo, ésta frase no apunta a naufragar en sí, es más bien un dicho, una representación del mensaje real. -

El niňo se llevó un dedo a la boca, poniendo todo su empeňo para asimilar la información que su padre le acababa de revelar.

- Entonces... ¿Que quiere decir éso, appa? -

El hombre de aproximadamente cuarenta aňos acercó una silla al costado de su hijo y tomó asiento.

- Significa que, cuando una persona ya ha pasado algo muy feo, si vé que algo parecido va a pasar otra vez, temerá por ello. -

El pequeňo asintió, aunque aún tenía dudas.

- Ah... ¿Y puede evitarlo? - Preguntó, mirando hacia arriba y encontrándose con los ojos del mayor, iguales de grandes y expresivos que los suyos.

- Depende... A veces sí, a veces no. Aunque si lo evita, se perderá de muchas cosas buenas. -

- ¿Como qué? -

- Hmm... Amar, por ejemplo. -

- ¿Y amar es bueno? -

- Claro que sí - Contestó de inmediato su padre, riendo por la pregunta de su hijo. - Aunque amar puede ser doloroso también, por éso algunas personas prefieren no amar antes de ser heridas otra vez. -

- ¿Y porqué las hieren? -

Su padre suspiró, al parecer el niňo había consumido demasiada azúcar en el postre, sin embargo, le agradaba pasar tiempo con él y contestar aquéllas dudas naturales de su edad.