El Cisne (VMin)

III

— ¿Acaso le metiste un pollo en el culo y se le está pudriendo? —

— Jungkook... —

— Lo siento, pero ya es la quinta vez que te mira así y no veo la razón...—

Alcé mi cabeza resignado luego de realizar la elongación correspondiente junto con el menor, quién encontraba por demás curiosas las miradas que me dedicaba desde el otro extremo del salón el primer bailarín. Y es que en realidad el castaňo no tenía necesidad alguna de explicarme cómo y cuándo nuestro superior, por así llamarlo, me dirigía su atención. Podía sentir perfectamente su mirada en mi nuca o en cualquier parte de mi persona con una fuerza tal que, si no supiera y hubiera sido el protagonista de lo que pasó en mi trabajo hacía dos días atrás, podría cometer el error fatal de pensar que Park Jimin tenía un severo crush conmigo.

Nah, imposible.

Sería más probable que ahora mismo apareciera Shen Long y me regalara las esferas del dragón antes de que Park se fijara en mí de forma romántica. Si lo hacía, era sólo para despellejarme vivo y, debo admitir, que hoy me costó horrores entrar sólo a los vestidores ante la temprana ausencia del menor a mi lado, justificada con un "me quedé dormido".

Si alguna vez alguien les dice que una botella de jugo de naranja les solucionará la vida, no le crean. Podrían terminar igual o peor que yo, con el trasero congelado por sentarse en la nieve, un regaňo monumental de su jefe y un bailarín con ganas de matarte lenta y tortuosamente frente a una decena de personas.
No, mejor dejémoslo en igual. No creo que mi situación pueda empeorar.
Éso creo.

— ¿Puede ser que haya algo que no me has contado? — Tanteó el menor, volviendo su vista hacia mí, siendo yo quién mantenía mi cabeza hundida entre mis piernas juntas y desplegadas hacia el frente en el suelo.

— Puede ser...— Murmuré sin muchos ánimos de responder. Era inútil ocultarle algo al otro.

— Muy bien... — Se sentó al lado mío, imitando mi posición para acompañarme, aunque él ya había realizado ésa elongación. — Suéltalo. —

Bufé. Ahora éste se creía con derecho a ordenarme.
Recibió un zape en la nuca como respuesta por parte de la instructora, la amé como jamás creí que pudiera hacerlo.

— Arriba, los quiero en primera. — Habló la mujer, a lo que acatamos todos sin rechistar y en silencio, poniéndonos de pié.

Con una mano en la barra de madera, junté mis talones y giré mis pies hacia afuera hasta formar una línea recta. Detras mío estaba Jungkook en la misma posición, mirando al frente.

— Segunda. — Exclamó luego de unos segundos la profesora.

Mis pies se giraron igual que en la primera posición, sólo que mis piernas estaban separadas a un pié de distancia entre ellas. Mi brazo extendido a mi costado intentaba simular un ala, estaba completamente concentrado como para ver que la profesora me miraba fijamente.

— Tercera. —

Coloqué el talón del pié contra la cara interna y central del otro con facilidad, creando un imaginario punto fijo en la espalda del chico que tenía frente a mí para no perder el equilibrio. Necesitaba trabajar más ésa parte de mí, el equilibrio era fundamental en el ballet y, sin embargo, era mi punto débil, sin mencionar la tensión que sentía en mis músculos inferiores por el esfuerzo para nada natural que suponía el ballet para el ser humano.

— Cuarta. —

Crucé los pies de forma tal que el talón de uno se encontrara a la misma altura que los dedos del otro y viceversa, dejando ver un espacio de un pié entre ellos. Mi falta de equilibrio comenzaba a notarse, tuve que acomodarme dos veces en aquélla posición para no caer sentado hacia atrás.
Sin embargo, sentí como una gran y fuerte mano se posaba sobre mi cintura, sosteniéndome con la suficiente firmeza desde atrás para que no cayera y, ante todo, supuse que Jungkook estaba evitando que la profesora Choi lo viera o estaríamos en serios problemas.