XI

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— Y uno, y dos, y tres, y cua...

El comienzo de la Paquita Variation me indicó que debía moverme, recorriendo a pasos largos la distancia en la extensión del piso de madera del salón, situándome en una esquina para prepararme. Pies en punta y mirando en diagonal hacia la otra punta de la sala, tomé tres pasos de carrera y salté, girando sobre mi eje en el aire con una mano alzada sobre mi cabeza y la otra sosteniendo mi estómago, rogando por que el desayuno no fuera a parar directo al suelo o bien a la cara de alguno de los presentes.
A ése salto le sobrevino otro en la misma dirección, pero ésta vez con la pierna estirada y la otra doblada, tarea que a cualquier principiante le parecería titánica, pero que con el tiempo ya me había acostumbrado a los saltos de gran magnitud y mi cuerpo a resentirlos sin desgarrarme ni cortarme algún ligamento.
La música orquestal expulsada por el equipo de música a un costado de la puerta de entrada inundaba el lugar, al igual que mis pasos sincronizados, que iban de aquí para allá, demostrando que yo era el gran pretendiente, quién quería ganar el amor de la doncella. A mi debía elegir, yo era mejor que todos allí.

Error.

Por empezar no me atraían las mujeres, aunque a veces Jimin se comportaba como una en lo que a limpieza y orden respecta.
Segundo, las doncellas en el ballet siempre eligen al mejor, ¿no es así? Pues miren que ocurrente.
Faltando aproximadamente seis segundos para un perfecto y glorioso final, debía ejecutar cinco giros seguidos y finalizar hincando una rodilla en el suelo. Faltando una última vuelta y ya preparando mi pierna libre para poder apoyarla en el suelo, el pié con el que giraba y servía de apoyo flaqueó y mi empeine se dobló, haciéndome caer estrepitosamente de cara al suelo de la forma menos elegante posible.

La pista finalizó con el gran candidato revolcado y despatarrado en las tablas de madera, agradeciendo de tener buenos reflejos y poder haber interpuesto sus antebrazos, no habiéndose roto la nariz.

¡Éso tuvo que doler!.

— ¡Jungkook! — Le gritó Hoseok, corriendo desde el otro lado del salón en mi ayuda. — Taehyung-ah, ¿estás bien? Fué un golpe duro.

Él siempre preocupándose por cosas tan insignificantes.

— Si, si... Ya, cálmense. — Le resté importancia al asunto, sentándome en el suelo con ambos brazos cruzados sobre mi pecho. — ¿Qué demonios fué eso? — Pregunté, aún un poco aturdido por el golpe.

Hope buscaba las palabras exactas para poder explicarme en qué había fallado, pero Jungkook se le adelantó, sentándose a mi lado de forma despreocupada.

— Un remix entre Paquita y el Lago de los cisnes... Tú eras el cisne medio muerto.

Recibió un golpe por parte de los dos. Bien merecido, por maleducado.

— Doblaste demasiado el empeine, aunque al principio soportó tu peso, terminó cediendo y te fuiste de boca al suelo. — Dijo el mayor de los tres, tomándome el pié de la discordia y moviéndolo en círculos para asegurarse de que no estaba lastimado. — No te has lesionado, pero estuviste cerca. Debes ser más cuidadoso.

Jungkook asentía a sus palabras, dándole más peso a los consejos del ex primer bailarín.

En una de sus tantas visitas a mi trabajo, el de eterna sonrisa con forma de corazón me había seňalado sus ansias por que conociera su estudio de baile, localizado en una de las avenidas más concurridas de la metrópolis. Tenía una cantidad enorme de estudiantes, solían subir videos a Youtube de coreografías de estilo urbano que él mismo creaba en base a canciones nuevas o famosas. El aňo pasado en el mes de Diciembre, la fila para conseguir vacantes en su estudio dió la vuelta a la manzana y se estimaba que éste aňo sería más próspero.
Ante sus reiteradas insistencias, terminé cediendo.

El Cisne (VMin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora