XIV

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Las gotas de agua chocaban estruendosamente contra los grandes ventanales de la casona, impulsadas por las fuertes ráfagas de viento.
Jamás había visto caer una tormenta tan fuerte sobre Goechang, aún más siendo casi invierno. Las gotas de lluvia a ésas alturas de aňo no hacían más que asemejarse a dagas por su baja temperatura y la velocidad a la que caían, las cuáles se incrustaban en cualquier recoveco de piel desnuda que se tuviese, asegurando una dolorosa anécdotas y, quizás, una visita asegurada al hospital más cercano.

- Parece una seňal, ¿verdad? -

Una mujer de avanzada edad tomaba envión y se mecía sobre aquélla silla de madera con las patas unidas en una curva para permitirle realizar tal movimiento relajante.
Ella miraba hacia afuera por la ventana, viendo el campo y la granja ser azotados por la tormenta que caía sobre la provincia. Por suerte, había escuchado en su radio el pronóstico meteorológico y tomó recaudos para con los animales.

- No empieces, por favor. -

Al otro lado del cuarto, un joven de aproximadamente dieciocho aňos, delgado, cabellos lacios y castaňos y de una belleza bastante popular en el pueblo terminaba de alistar sus maletas, verificando que cada documento que le pudiera servir en el futuro estuviera en su bolso de mano.

La seňora bufó, apegándose más hacia el borde de la ventana fingiendo interés... Pero la realidad era que todos sus sentidos estaban puestos en el muchachito de ahí atrás.

- Mocoso estúpido... Te resbalarás con todo ése barro de ahí afuera. -

- Tengo las botas de lluvia. -

- Éso no impide que te rompas un hueso o que te enfermes. -

- Tengo abrigo. -

- Se mojará con ésta lluvia... Mejor esperas el bus de la semana que viene. -

El joven rodó los ojos, sonriendo suavemente por las ocurrencias de la anciana.

- Abuela... -

La mujer finalmente cedió y terminó desviando su vista al chico, siendo testigo de cómo tomaba las dos grandes maletas de la cama a la vez y las posaba en el suelo sin problema alguno.

Ah... Su pequeňo Tae-Tae ya era todo un hombre. ¿En qué momento había crecido tanto? ¿Su sopa pollo y zanahoria le había surtido efecto tan rápido?

- Sigo pensando en si estoy haciendo lo correcto. - Murmuró él, viéndola con una expresión seria, pero la melancolía en sus grandes ojos cafés expresaban la confusión y la duda en su alma.

La mujer se puso de pié con lentitud, sintiendo el paso de los aňos hacer estragos una vez más en su cuerpo al escuchar como los huesos de su espalda tronaban por el movimiento.
Taehyung se acercó a ella, tendiéndole el brazo de inmediato para que se pudiera incorporar totalmente, ayudándole a dar los dos primeros pasos que siempre le costaban cuando dejaba de tener en reposo su cuerpo de ochenta y cinco aňos.

- Ya, mejor vete... Estaré mejor con tu prima, a ella no se le quema el estofado al menos. - Gruňo la seňora, ganándose una pequeňa risa divertida por parte de su nieto menor.

- Sé que Jisoo te cuidará mejor que yo, pero... -

- ¡Pero nada! - La abuela Kim se acercó al joven, comenzando a acomodarle el cuello del suéter. - Mira tú que desarreglado estás, mocoso. ¿Así piensas conseguir trabajo? -

- Pero abuela yo...-

- Mira cuántas pelusas tienes en tu abrigo, ¡Santo Dios! - Rodeó al castaňo hasta posarse en su espalda, quitando imperfecciones inexistentes de la ropa de su nieto, quién había decidido guardar silencio ante la indirecta de su abuela. - Se te hace tarde... La lluvia parece haber menguado un poco. -

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⏰ Última actualización: Feb 17, 2018 ⏰

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