VIII

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La primera vez que mi corazón saltó por alguien distinto a mis padres fué a la edad de seis aňos.
Y no, no fué por un chico.

Aún recuerdo bien sus rizos azabaches y su mirada gélida como la Antártida misma al enfrentar a mis enemigos. Se llamaba Jiwoo y era un aňo mayor que yo.
A pesar de su contextura pequeňa y frágil, como la de toda niňa a ésa tierna edad, ella acudía en mi defensa cada vez que me veía en problemas con el clásico grupo de bravucones que en toda escuela existe, haciéndoles frente y teniendo la valentía y el coraje que a mi me faltaba.

Ella me gustaba, diablos... Me enamoré de ella, de mi guardiana.
Sin embargo, no correspondió a mis sentimientos.
Alegó que me defendía pues no le gustaba ver injusticias, así la habían criado sus padres, como una Mujer Maravilla de segundo grado que usaba como armas una cuchara de plástico y una cajita de leche.

Sus padres se mudaron a Seúl antes que yo y no volví a saber de ella.


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¿Alguna vez vieron una pelea de boxeo? Estoy seguro que sí, son más que populares en occidente. Traten de traer a sus memorias la imagen del perdedor de una pelea, ése hombre tirado, cansado y derrotado, generalmente con la cara ensangrentada e hinchada por los golpes recibidos del vencedor, algunas veces noqueado... Les servirá para ilustrarse.

Sí, así había quedado Yook después de que el huracan Jimin le pasara por encima.

Hicieron falta al menos cuatro bailarines, sin incluir a la seňora Choi quién gritaba histérica como un cerdito bebé, para separar a un fúrico Park de un inconsciente tercer bailarín, a quién tuvieron que trasladar a la guardia del hospital más cercano para constatar que sus traumatismos no eran de gravedad, pero si lo suficientemente fuertes para dejarlo K.O por unas horas (gracias a Dios).
Poco es lo que sé por parte del "ganador" de la pelea, ya que éste simplemente se fué a paso firme de la academia apenas fue separado de su víctima.
Lo único que sabía a ciencia cierta es que fué "severamente" sancionado.

¿Por qué las comillas? Les explicaré, queridos/as lectores/as.

A éste punto, todos sabemos muy bien que Park Jimin es el primer bailarín de la compaňía, ¿no?.
Una insubordinación como la que él presentó en plena clase, estando la instructora presente, representaría una expulsión inmediata, ni más ni menos. Pero a él tan sólo le dieron un mes de suspensión sin descender de su rango, ya que según las palabras de la propia profesora Choi, "Su talento sigue intacto", cosa que no pongo de ninguna manera en tela de juicio... Sus movimientos en el ballet seguían siendo igual de perfectos.
Gracias a éste veredicto, se lograron calmar las aguas en el estudio, ya que los buitres de mis demás compaňeros creyeron que con la ausencia de Park allí tendrían asegurada la posibilidad de ascender unos cuántos puestos e incluso llegar hasta el primero.

Debo admitir que, por más extraňo que suene, con la ausencia del rubio allí todo podría ser un caos. En cierta forma, Park traía un calmo equilibrio desde lo más alto del podio.

De éstos sucesos, ya habían pasado tres semanas.
Tres semanas de una rutina convertida en un estresante círculo vicioso sin aparente salida. Mis días transcurrían lentos, grises y fríos, sin sobresaltos de ningún tipo, sin nada interesante que contarle a la almohada, o en su defecto a Hoseok, al final del día. Todo parecía ser una epítome gigante a la depresión, y no me sorprendí al ser diagnosticado por Jungkook con ésta enfermedad cuando me contó uno de sus chistes y apenas logré sonreír, cuando normalmente me carcajeo hasta que me duele el estómago con sus bromas.
Busqué, pues, la razón de mi sufrir.

El Cisne (VMin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora