VI

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¿Ninguno de ustedes estudia medicina o sus derivados? Es una pregunta que me ha surgido de momento.

Resulta que, cuando era pequeňo, deseaba ser un doctor... Cosa nada extraňa en los niňos ya que ésta profesión está infinitamente explotada aún en Corea.
Sin embargo, lo mío nunca fué interés hueco y sin sentido, siempre me resultó inmensamente intrigante la forma en la que el cuerpo humano reaccionaba a los distintos estímulos del medio natural que lo rodean. Es muy interesante como, ante una caricia placentera, la piel se eriza completamente, dándonos un escalofrío que recorre nuestra espina dorsal, vértebra por vértebra, hasta morir en el hueso dulce.
También con algún estímulo que produzca reacciones emocionales, logrando que nuestros ojos desborden gotas de agua salada por sus lagrimales.

O cuando la sensación de amenaza extrema nos hace reaccionar de la peor forma, logrando extraer de nosotros nuestros instintos más bajos y salvajes con tal de preservar nuestra vida y seguir existiendo en éste plano.

Justo como ahora, que el filo del cuchillo de carnicero que sostenía firmemente con mi mano derecha acariciaba de una forma peligrosamente libidinosa la yugular de Park, haciendo falta solamente un mínimo movimiento para atravesar su piel pálida y teňir su blanca tez de rojo carmesí.
Sin darme cuenta, tenía la vida del primer bailarín bailoteando en mi mano diestra.

Dándome cuenta de ésto, no fuí capaz de soportar tal responsabilidad y me eché furtivamente hacia atrás hasta el punto de ingresar a tropezones de espaldas a mi apartamento, como si Park me hubiera confesado que poseía ébola, aunque éste ni siquiera había movido la boca para decir nada, sus ojos extremadamente abiertos hablaban por él.

- Maldita sea...- Gruňí, sintiendo como toda la adrenalina abandonaba mi cuerpo demasiado rápido para mi gusto y, en su lugar, me dejaba aquélla sensación de vacío e incertidumbre. Retrocedí hasta caer sentado en el humilde sillón del living de mi hogar, sintiendo como mi corazón intentaba recomponerse del mini infarto que había sufrido. - ¿Qué...? ¿Eras tu? -

Miré hacia la puerta, siendo testigo de como el contrario se tocaba el cuello, aún en un estado meditabundo y, porqué no decirlo, algo en shock.
No me había dado cuenta que había dejado caer el cuchillo al suelo hasta que él lo pateó hacia adentro del departamento y se adentró con total libertad en él, cerrando la puerta tras sus pies.

- Casi me matas...- Murmuró, mirándome desde su posición a metros de mí, inmóvil.

- Te hubiera matado, te lo mereces después de todo. - Hablé sin que me importara demasiado que él estuviera invadiendo mi territorio, calmarme me importaba más en éstos momentos.

- ¿Así que casi me matas y yo soy el culpable? - Dejó el casco de la motocicleta sobre la mesa en dónde aún habían restos de mi desayuno de aquélla maňana mientras me reprochaba, para luego pararse a un lado en el sillón y arrojarme a la cara la bolsa de papel madera que había tenido en una de sus manos todo ése tiempo, ganándose una retahíla de insultos de mi parte, producto del ataque de nervios que aún atestaba mi cuerpo. - Es la ropa que te dejaste el otro día. - Habló parco y seco, cruzándose de brazos.

Confundido por recordar poco y nada de aquélla noche que, en lo posible, preferiría olvidar para siempre, abrí la bolsa y miré su interior, encontrándome con la blusa blanca de mangas largas y el suéter de lana gris que llevaba aquélla noche.
Ahora que recordaba, llevaba el torso desnudo cuando desperté en el cuarto del ya no tan oxigenado... Su color de cabello natural comenzaba a hacerse visible a través de la tintura, dándole un aspecto más humanoy no tan inalcanzable.

Las prendas estaban perfectamente dobladas y acomodadas en el fondo de la bolsa, incluso se podía percibir un delicioso aroma a hierbas y cítricos con el que parecía estar perfumadas las prendas, causándome de inmediato una extraňa impresión del mayor.
¿Era un loco del control y la limpieza? Que ése joven tuviera una especie de TOC sería muy útil para explicar un par de cosas.

El Cisne (VMin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora