Volví a ver amanecer otra mañana al lado derecho de la cama. La persiana bajada dibujaba un baile de luces en las paredes de la habitación. Se respiraba tranquilidad, paz, descanso. Lo único que se escuchaba eran los pájaros cantando en las frías calles mañaneras. Abrí los ojos con tranquilidad, sintiendo que la noche me había dejado totalmente relajada y que mi cuerpo había descansado como se merecía. Tenía ganas de este nuevo día que me esperaba. ¿Sería por cómo había cambiado mi vida en los últimos tres meses? Recuerdo cuando, antes de que todo volviese de cero y la vida me diese la oportunidad de ser libre y feliz, de vivir lo que siempre quise vivir, despertaba sin ganas de levantarme de la cama, sentía que el cuerpo me pesaba o se aferraba a las sábanas con una fuerza que no sabía que tenía. A veces es bueno aferrarse a las sábanas, pero sólo cuando es una mañana post-fiesta o post-díadurodetrabajo y puedes descansar todo el rato que quieras. Odiaba mi vida por aquel entonces, odiaba abrir los ojos y darme cuenta de que tenía que enfrentarme a algo nuevo ese día. Siempre sentía el miedo y la incertidumbre de la dificultad del día que me esperaba, ¿sería algo tranquilo y con alguna piedra que otra por el camino? ¿Me haría caer al suelo de tal forma que no pudiese levantarme más en una semana? ¿Que me deparaba el día de hoy? ¿Qué cosas negativas me había preparado la vida para cuando abriese los ojos? Ahora... Ahora es todo tan distinto, tan diferente, tan lleno de vida, de esperanza, de sueños que se hacen realidad.
Miré a mi lado izquierdo y ahí estabas, la mujer de mis sueños. Ya no sólo te tenía en mente al despertar sino que podía girarme y abrazarte por la espalda hasta volver a quedarme profundamente dormida de nuevo. Sí, amo ese momento, amo despertarme y mirar tu silueta recortada por la poca luz que entra por la ventana, sonreír porque no puedo sentir más felicidad y sentir ese impulso de hundir mi cara en tu pelo, respirar profundamente, abrazarte con cada parte de mi cuerpo hasta encajar la una con la otra y cerrar los ojos. Dormir. Dormir a tu lado, dormir con tu respiración, dormir en tus sueños y que tú lo hagas en los míos, y soñar juntas en un pasado-presente-futuro interminable.
Sí, quiero. Quiero pasar el resto de mi vida intentando cumplir un "para siempre" constante que ronda en mi cabeza. Quiero verte sonreír cuando me miras con unos ojos llenos de naturaleza dentro. Quiero verte reír, verte reír de aquí a la luna y vuelta, que incluso desde allí pueda escuchar la melodía de tu risa, tan perfecta y enternecedora. Quiero hacerte vivir momentos que puedas recordar con una sonrisa en la cara y alguna que otra lágrima, porque nos encanta llorar, admitámoslo. Quiero poder caminar detrás tuya viendo como corres por el campo, como saltas y como gritas de emoción. Quiero vivir esa emoción, esa felicidad que sientes cuando tu niña interior sale a la luz. Amo a tu niña interior tanto como a la adulta que tienes por fuera. Quiero ir de tu mano y sentirme segura incluso en el acantilado más alto del universo. Sentir que no puedo caerme porque tu mano me está agarrando con fuerza y tener esa confianza de que jamás me vas a soltar. Quiero viajar, conocer el mundo y tener vida fuera de nuestra zona de confort. Enfrentarme a mis miedos pase lo que pase, porque contigo me siento totalmente fuerte para hacer cualquier cosa. Somos imparables, ¿lo sabes?
Mis días antes estaban llenos de tormentas. Tormentas a la izquierda. Tormentas a la derecha. Tormentas al frente. Tormentas detrás. Me daban tanto miedo... Hacían que me sintiese minúscula, pequeña, indefensa, muerta en vida. ¿Ahora? He aprendido a disfrutarlas, o en ello estoy. He cogido al miedo por los cuernos y le he dicho que aquí estoy, que me enfrento, que soy fuerte y que de tu mano me vuelvo invencible. Las tormentas no se van, sé que no lo harán jamás, pero me siento segura, estoy tranquila, porque sé que podré llegar a disfrutarlas, a ver lo bonito que hay en ellas, a no temerles y sentir su rugido dentro de mi como si fuese la melodía de mi canción favorita. Estoy aprendiendo, de tu mano de nuevo, a mirar de frente a los miedos y negarles la victoria, pedir revancha tras revancha y no rendirme jamás.
Me siento imparable, me siento fuerte y grande. Respirar y llenar los pulmones de un aire que me hace volar y sentirme libre. Soñar y saber que voy a cumplirlo, que lo que deseo siempre llega más tarde o más temprano. O simplemente soñar sin buscar la meta y sentir la ilusión de esa primera toma de contacto con algo que deseas y que sabes que, aunque no lo vas a tener, te va a hacer feliz pensar en ello, porque de la ficción a la realidad hay un sólo paso. Sentir cada detalle, pequeño, grande, invisible. Sí, en el mundo lo llaman felicidad. Felicidad plena. Felicidad completa. Mía. Gracias a ti. Sólo por ti.
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Yuanfen
Short StoryMi vida hecha arte. Mis días hechos prosa. Mis sentimientos plasmados en papel. Disfruta.