Como aire.
Todo empieza y acaba como aire.
Como una brisa que te roza el pelo, hace que baile, que se divierta pero que, luego, de repente, se esfuma. No avisa. Se va. Y el pelo vuelve a su estado natural y aburrido. Sólo, sin nada más que hacer que adornar la cabeza de ese humano que le pasea por las calles.
Como aquellos labios que te besan y se alejan, dejándote con ganas de más, con los miedos y las inseguridades abiertas de tal forma que te cueste volver a cerrarlos. Labios entreabiertos deseosos de más juego.
Se fue.
Se esfumó como la espuma que llega a la orilla del mar y que misteriosamente es engullida por su compañera la arena. Quieres cogerla con las manos y al verla te das cuenta de que no era más que agua hecha burbujas.
Se esfumó como el vapor del café una mañana de invierno de tormenta, creyéndose estufa. Haciéndose el importante para nuestras manos y no dejando más que unos segundos de placer y calor. Menuda mentira.
Asumimos que la eternidad existe y es cuando menos te lo esperas que llega el momento en el que la vida te da otra de sus lecciones. Ni nada es eterno ni todo se acaba. Bendita paradoja...
¿Entonces, vida? ¿Qué esperas de nosotros si no podemos tener esperanza pero a la vez debemos tenerla? ¿Qué debemos esperar de ti si lo tenemos todo y nos lo arrebatas como si te perteneciese?
Presente llama ahora a la puerta. Con fuerza. Feroz. Enfadado. Él también existe dice. Que lo tenemos muy olvidado, que el pasado ya no está y que el futuro aún no ha venido pero nadie mira para otro lado que no sea para esos dos. ¿Y él? ¿Para qué está? Dice...
No me importa.
Se fue y no va a volver.
Fue mi pasado, pero no va a ser mi futuro.
Soy mi presente, ¿a caso eso importa? Debería, creo. No lo sé.
Me siento a esperar.
Mañana será otro día.
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Yuanfen
Short StoryMi vida hecha arte. Mis días hechos prosa. Mis sentimientos plasmados en papel. Disfruta.