- Memorias -

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Todavía me acuerdo de aquel día en el que se descubrió los pies... Puso los ojos como platos y formó una "o" perfecta... Y con sus dos pequeñas manos se cogió los pies mientras los observaba detenidamente.

Era tan pequeña..., no debía tener el año todavía, tan indefensa, tan guapa que estaba... Mi hermana pequeña...

Me acuerdo también del día que llegué a casa después de una larga mañana de instituto, posé mis cosas en el escritorio de mi habitación y fui al salón para verla. Desde el día que nació sólo me dedicaba a estar con ella, cada segundo sin parar de mirarla. Llegué al salón, saludé a mamá y la pequeña bebé hizo un sonido de alegría, como llamando mi atención desde el sitio donde estaban todos sus juguetes. Y cuando le sonreí y le empecé a hablar de aquella manera tan tonta que tenemos de hablar a un niño pequeño, se giró en si misma y empezó a gatear por primera vez hacia mí.

La alegría que yo tenía no cabía en mi pecho, grité casi llorando y la cogí en mis brazos mientras le decía: ¿Quién me da un beso enoooooorme? Ella me miró, sonrió y me dio un beso.

Era más guapa...rechonchita, rubia y con unos ojos preciosos. Siempre me llamaba a voces cuando necesitaba algo: Taaaaataaaaaaaa. Recuerdo estas cosas y es que se me salen algunas lágrimas.

El día que llegó a casa después de estar esos tres días que suelen estar en el hospital cuando nacen, la tumbaron en la cuna para que durmiese (lo único que hacía con días solo de haber nacido), y yo me senté en la cama de mi madre apoyada en la cuna para mirar como dormía, me debí de pasar ahí horas...

A veces para dormir solo quería que le cantase yo alguna canción, o que la cogiese en cuello y la acunase por el pasillo... Hasta que se acostumbró a tumbarse encima mia, meterse el chupete en la boca, cerrar los ojos y escuchar alguna de mis canciones. En el momento en que se dormía yo dejaba de cantar, y de tanto miedo que me daba despertarla me quedaba dormida con ella sobre mi en la cama de mis padres...

Era tan pequeña,  menuda...y preciosa... Ahora ya creció, sigo siendo su tata, sigue queriendo mis mimos y sigue estando igual de guapa, pero ya quiere más libertad. Tata que ya sé dormir solita, Tata que puedo comer sola, Tata que puedo ir suelta de la mano...

Cuanto la quiero...creo que siempre será esa pequeña bebé para mi, ahora entiendo a mi madre cuando me decía: siempre seras mi niña pequeña, por mucho que crezcas. Y es que, cuando formas un vínculo con alguien tan grande, es algo tan intenso, tan bonito, que no quieres que acabe nunca, por mucho que ese pequeño bebé se convierta en una pequeña adolescente.

Te quiero, hermana. Cuando seas un poco más mayor y entiendas mejor las palabras te enseñaré este trocito de mi.

YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora