- Paraguas amarillo -

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Nadie sabe cuándo es que la vida te tiene preparado un giro inesperado y crees que lo has perdido todo que hasta las fuerzas te flaquean para hacerte caer al suelo por tu propio peso.

Nadie conoce el misterio de una mirada que todo lo cura entre un tumulto de gente que se pasea y habla como si nada estuviese pasando en ese mismo instante.

Renegamos del amor de una forma escéptica y cortante cuando nos rompen el corazón en mil pedazos, sin darnos cuenta de que todo aquello que vivimos son escalones que nos llevan directos al amor de nuestra vida.

Paso a paso caminamos hacia esa persona, a veces creyendo que no existe, pero teniendo una fe ciega en nuestro interior de encontrar a nuestro paraguas amarillo un día de tormenta.

Y os juro que nunca he visto un amarillo tan bonito y cálido como el de aquel día.

Sentada en la mesa fingía que todo estaba bien, fingía que era feliz y que mi corazón volvía a latir de la misma forma que antes.

Nunca supe si quería mentir al resto o me lo hacía a mí misma para no caer en el pozo hacia el que caminaba a una velocidad inhumana.

Y le vi.

A lo lejos.

Sentado en otra mesa.

Con otras personas.

Y me miró.

Sentía fuego dentro. Tanto que pude notar como mi corazón, por un microsegundo, volvía a latir como no lo hacía en mucho tiempo.

Mi paraguas amarillo.

Y ahí supe que todo sufrimiento había merecido la pena.

Ahí supe que esos ojos iban a estar mirándome cada día del resto de mi vida.

YuanfenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora