000 (Prólogo)

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—Shua, leí alguna vez que una promesa en medio de la luz de luna y el mar, hace que las almas se liguen en la eternidad al hacer un juramento de pertenecerse el uno al otro para siempre—.

Joshua giró su rostro encontrando los luceros de JeongHan. 

Destellaban un hipnotizante brillo, como mismísimas gotas de luz de luna, el mismo resplandor bajo el cual estaban sentados en la arena, a la orilla de la playa.

—¿Es así? —. 

Una suave risilla emergió de sus cuerdas vocales. 

Joshua sabía que el mayor le hacía una sugerencia o propuesta modo indirecto.

—¿De qué te ríes? ¿No me amarías para toda la eternidad? —.

Un manotazo colisionó en uno de sus hombros, a lo cual Joshua nuevamente sintió deseos de reír, enternecido por la expresión en el rostro de su amado Yoon JeongHan.

—No es eso, amor de mi vida, es solo que, no soy creyente de las supersticiones—.

—Oh vamos, no tendremos que cortarnos las manos y unir nuestra sangre, simplemente, debemos estar bajo la luz de la luna, y hacer un juramento bajo el cielo y sobre el mar, ellos nos concederían ese deseo—.

Joshua quien se reflejaba en los ojos del chico, acarició su mejilla con suma delicadeza, luego sus ojos discurrieron en derredor.

Se habían alejado de la playa, a lo lejos el bullicio se amontonaba alrededor de una fogata que desde su lugar, se apreciaba como un titilante punto lejano de color naranja brillante.

Entonces se puso de pie y ofreció sus manos a su pareja, quien con su ayuda se colocó en pie también. 

Ambos comenzaron a caminar hacia las olas que se estrellaron en sus pies, frías y agradables. 

Sensación que les recordaba lo vivos que estaban, lo real que era aquel momento. 

Caminaron hasta que el agua les llegó a la cadera, y entonces enlazaron sus manos, dispuestos a hacerse un voto de amor con el mar y el cielo de testigos. 

Sobre ellos, la luna goteaba su resplandeciente luz, como si estuviese hecha para iluminar su amor; para esa noche mágica. Entre sus cuerpos, las olas encontraban su camino hacia la orilla. 

Los dos chicos se miraron, como si fuese la primera vez que se miraban en su vida, perdidos en sus miradas cargadas del más puro y hermoso amor. 

Fue JeongHan el que comenzó.

Yo, Yoon JungHan, bajo el infinito cielo y sobre el extenso y basto mar, prometo que siempre seré tuyo, no importa qué, siempre te perteneceré, soy uno contigo, no somos tú y yo, somos nosotros. 

Te hago un voto, Joshua Hong, de que nuestras almas sean una sola hasta la eternidad. 

Mi lugar siempre será a tu lado. 

Que el infinito universo me ligue a ti para siempre—.

Los ojos de Joshua adquirieron brillo hasta que este se disipó en dos gotitas salinas que se deslizaron en sus mejillas. 

Nunca estaba tan seguro de nada en la vida como en ese momento, JeongHan era su primer amor, su más grande amor y deseaba también que fuese el último.

Yo, Joshua Hong, con el mar, el cielo, la luz de luna y las estrellas como testigos te prometo a ti, Yoon JungHan, mi más ferviente anhelo, amarte hasta el último latido de mi corazón. 

 Siempre seré tuyo, siempre seremos una sola alma, un solo corazón, que el universo me conceda un vínculo eterno, uno que ninguna limitación humana pueda averiar. 

Que nada ni nadie nos separe nunca. Que nuestro amor jamás se termine. 

Seré tuyo durante toda la eternidad—.

Y como el perfecto sello de una promesa de amor, sus parpados cedieron a la gravedad y sus labios se encontraron, cuan si fuese la primera vez, en un beso depositaron su amor y sus deseos de pertenecerse eternamente. 

Fue un hermoso pacto de amor; ser el uno del otro para siempre.


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Próximamente.

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