005 (Dazzling light)

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La luz blanca cortó en sus ojos como un cuchillo; dolorosa, insoportable, sofocante. 

El aroma que inundó sus fosas nasales lo mareó una vez que fue consciente de dónde estaba justo en aquel momento. 

El techo blanco, el molesto sonido del electrocardiógrafo, la corriente de dolor en sus brazos y muñecas. 

Cuando pudo girar el rostro, enfocó con la mirada una cama a su lado, y otra en el lado contrario. 

 Estaba en una sala de urgencias en el hospital. 

Trató de alzar su cuerpo pero la corriente de dolor lo golpeó haciendo que se dejara caer de nuevo en la cama. 

El dolor fluía en todo su cuerpo, como si un camión hubiese pasado encima de él, pero aún no lo recordaba completamente, no estaba claro exactamente cómo fue que llegó a parar ahí. 

Joshua cerró los ojos tratando de que algo llegase a su mente, pero fue inútil, parecía como si un borrador hubiera hecho estragos en su mente. 

Abrió los ojos de golpe una vez que sintió un tacto frío estacionarse en su antebrazo, hasta entonces notó que tenía una venda en su muñeca y mano. 

Sus ojos viajaron lentamente desde aquella mano hasta el dueño de la misma. 

Y no podía dar crédito a lo que veía. 



Yoon JeongHan—. 



—Mi Jisoo... 

— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste? ¿Quién te dejó pasar? —. 

—Eso no importa ahora, deseaba verte Jisoo y no pude resistir y venir—. 

Joshua entró en un largo trance incrédulo de lo que estaba pasando. Tenía tanto tiempo sin ver a JeongHan y cuando lo vio, terminó en un hospital. Una débil y corta risa atravesó desde su garganta hasta sus labios. 

—No es la primera vez que estamos en ese lugar—. 

— ¿Es el mismo lugar? —. 

—Sí, tu maldito chocolate intoxicado que casi me mata... 


Una tímida sonrisa fue tomando forma en los cerezos del ángel. 

— ¿Algún día vas a poder perdonarme por ello, Joshua? —. 

Pero él no respondió. 

La cordura de Joshua amenazaba con romperse en cualquier momento. 


Hacía un año que no veía a JeongHan, y ahora lo tenía frente así, en el lugar menos esperado. Un cosquilleo subió de las mejillas de Joshua hasta sus ojos donde el ardor se disipó en un par de lágrimas que rodaron por su rostro. 


—Te extraño tanto JeongHan, no te vayas... 


—Sabes bien que lo nuestro ya no puede ser, mi amor—. 


— ¡¿Y por qué vuelves entonces cada cierto tiempo?! —. 



El reclamo fue más bien como un grito que emergió con dolor de sus cuerdas vocales. 

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