007 (Merry Christmas Jun)

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La sala de espera en la recepción que normalmente lucía inmaculada ahora estaba llena de papeles de colores en el piso, con una mesa repleta de mucha comida, bebidas alcohólicas, regalos y más.

Las luces del árbol de navidad vestía el pequeño vestíbulo de luces de colores que cortaban la penumbra del anochecer y la llenaban de vida, al compás de alegre música que volvía más animada la atmósfera en la que se encontraban.

Pese a tener aproximadamente tres meses en el equipo de psicólogos de aquel plantel, Joshua y JunHui ya se sentían cómodos con ellos.

Especialmente JunHui quien estaba más familiarizado con el equipo, Joshua solía ser más reservado, pero aquella noche estaba disfrutando de la compañía.

Todos pasaban los 23 años, por lo que ninguno realmente era apegado a sus respectivas familias, todos vivían por su cuenta ya, así que nadie les esperaba en casa con una cena, así que decidieron improvisar con una mesa enorme en medio de la sala de espera.


La escena se asemejaba a una película, todos ellos charlaban alegremente, degustaban de los alimentos, sonreían unos con otros, como si fuesen amistades de toda una vida.

Joshua no solía creer en aquello que llamaban espíritu navideño, pero por primera vez en mucho tiempo lo estaba experimentando.


Todos llevaban pequeños obsequios para todos; caramelos, chocolates, galletas, y todos estuvieron de acuerdo en intercambiar bufandas en base a un pequeño sorteo.


Definitivamente había sido una noche buena perfecta.


Inclusive si Joshua y JunHui fueron los que menos se embriagaron y se encargaron de pedir taxis para que ninguno condujera de regreso a casa, la velada había sido maravillosa.





Ellos no necesitaron de un taxi, perfectamente podían conducir cualquier de los, pero finalmente fue JunHui quien lo hizo.


—Josh de mi vida, ¿cómo le hiciste para bajar mi estrella del cielo? —.

JunHui por supuesto no había olvidado aquella noche, hace unos días, cuando el americano prometió que en navidad le regalaría una estrella de los mismísimos cielos.

La sonrisa felina en el rostro del mencionado se expandió hasta que sus ojos se volvieron dos lunas menguantes en su cara.


—Ya te diré cómo le hice, aguarda a que lleguemos a casa y no te distraigas Junnie-ah—.

El chino comenzó a tamborilear los dedos en el volante aún incrédulo de lo que el mayor de ambos decía.

—No es bueno mentir, sabes, me prometiste una estrella real, y por mucho que te quiera creer, eso no es posible—.

Joshua lo miraba desde su vista periférica con una curva en sus labios imposible de desvanecer.

¿Qué cara pondría JunHui cuando se diera cuenta de que era una estrella real, una con vida?

El camino a casa se hizo increíblemente largo porque ambos estaban ansiosos de intercambiar sus respectivos regalos.

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