004 (Prettiest and shining flower)

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"Cuando los últimos vestigios del crepúsculo vainilla morían en el horizonte y los colores se adormecían en silencio, la partida del sol daba paso al majestuoso reino de la noche.

Era entonces cuando las estrellas nacían fulgurando un deslumbrante brillo que adornaba y embellecía el manto oscuro que caía sobre la tierra.

Cada noche, una tras otra.

Todos dormían en el bosque; avecillas, mariposas, conejos, ardillas, solamente resplandecían las hermosas luciérnagas.

Muchas veces se pensó que las luciérnagas eran alguna clase de estrellas pequeñas enviadas a la tierra para alumbrar el bosque en la noche y volverlo sublime, casi mágico.

La luna se asomaba cuan inmenso faro sobre los cielos y comenzaba a contar una a una a sus estrellas, y las llamaba, cada una por su nombre, todas respondían inmediatamente, orgullosas de su sitio y de su labor de volver la noche maravillosa.

Todas excepto por una de las estrellas de la constelación de Andrómeda.

Esa estrella se la pasaba observando una hermosa flor que se encontraba en la tierra.

La flor era exquisita, e irradiaba un brillo particular cuan si una estrella se hubiese caído de los cielos a la tierra.

Era la flor más hermosa que jamás había visto en su vida.

Sus largos pétalos pendían sostenidos de su tallo; largos, y de apariencia de terciopelo, el color perla de aquella flor irradiaba un resplandor inusual.

La estrella no hacía otra cosa sino admirarla en la lejanía, imaginando si algún día toda esa inmensa distancia dejaría de existir y entonces podría admirar más de cerca a esa hermosa flor.

Ni siquiera el billón de estrellas alrededor lo deslumbraban tanto como esa hermosa flor, y noche tras noche, la admiraba en la lejanía.

Un día iba a tomar el valor de escapar de los cielos para acercarse a esa hermosa flor..."









La puerta de la entrada al apartamento se abrió casi a media noche.

Jun entonces cerró su cuaderno al ver a Joshua entrando.

Lucía un aspecto deprimente, la mirada caída, los ojos irritados, el cuerpo cansado, o eso anunciaba su pesado andar.

—¿Cuánto caminaste? —.

Joshua respingó al notar a JunHui en la sala.

Lo cierto es que si el chico no hubiese hablado, habría pasado de largo directo a su habitación.

— ¿Qué haces despierto, Jun? —.

—No respondiste mi pregunta, Josh—.

Joshua trató de forzar una sonrisa y mostrar su mejor semblante, fallando en el intento, pues, su aspecto era completamente deplorable.

—Como treinta o cuarenta minutos, pero, saliendo del edificio, tomé taxi para llegar a casa—.

— ¿Visitaste al que era amigo de JeongHan? —.

No sabía si era el tono de las preguntas, o sencillamente le irritaba la pregunta misma, Joshua frunció los labios en una línea antes de resoplar con un deje de molestia.

— ¿Qué clase de interrogante es este, Jun? Soy mayor y yo tomo mis propias decisiones—.



Jun miró el cuaderno en el que estaba escribiendo anteriormente.



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